Que Rodrigo Hinzpeter, ministro del Interior, asemeje el diseño del gobierno actual al que Manuel Montt y Antonio Varas instalaron a mediados del siglo XIX -durante una década-, ahorra comentarios respecto del poder que tiene hoy el jefe de gabinete. Basta releer la historia.
La injerencia y visibilidad de Hinzpeter no tiene parangón con la que ostentaron sus antecesores en la era concertacionista. El nuevo tonelaje del cargo se explica, lo podrán apreciar en la entrevista que es portada de esta edición, por una arquitectura política, pero también por el carácter del ministro. Se puede desprender de sus palabras que tiene mucho de ideólogo, vocero y es, por lejos, el más cercano, dentro de La Moneda, al mandatario. Parece de perogrullo, pero no fue así durante mucho tiempo, y este punto obviamente importa, no por la liviandad de las afinidades, sino por la impronta que el secretario de Estado imponga en las definiciones esenciales del nuevo régimen.
Varas no sólo fue un gran amigo de Montt: fue clave en su administración, a tal punto que es considerado el primer ministro del Interior empoderado, con rango de premier. Otro dato: ambos fueron protagonistas del quiebre de la elite política conservadora y fundadores del llamado monttvarismo que devino en partido.