Luego de que Hernán Somerville declinara -por razones personales- aceptar el cargo de embajador de Chile en Beijing, en círculos diplomáticos se ha convertido en comentario obligado la necesidad de remodelar las viejas instalaciones de la sede de la representación en China: una casona de los años 50, y de arquitectura soviética, cuyos últimos arreglos se realizaron en la década de los 80.
La casa, de dos pisos, es un gran bloque de cemento color ocre, ubicado en Sanlitun, uno de los barrios más "occidentalizados" de Beijing y donde se localizan varias legaciones extranjeras. El edificio está en una esquina, que colinda con una autopista y es vecino de la moderna embajada de Corea.
En su interior abundan el cemento, la madera y un mobiliario que data de la época de su construcción. Quienes la conocen la describen como un lugar muy "austero y espartano". De hecho ahí mismo está la residencia del embajador.
Durante años, cuentan fuentes diplomáticas, Cancillería le ha pedido al Ministerio de Hacienda invertir en la remodelación de la sede, sobre todo porque China es el socio comercial más importante de Chile, por lo que es usual que reciba a importantes visitas. Sin embargo, Hacienda ha declinado destinar recursos, debido a que se trata de una propiedad arrendada: el Estado chileno paga semestralmente US$ 100 mil por el inmueble.
La sede fue pintada hace cuatro años y tuvo algunos pequeños cambios en 2009, cuando un grupo de chilenos residentes en Beijing -sobre todo arquitectos- convirtieron la cochera de la embajada en la sede del Consulado, departamento que antes estaba dentro de la misma casa.
Tras el rechazo de Somerville a ser embajador, se estima que el gobierno deberá nombrar lo antes posible al nuevo representante ante Beijing, pues en octubre China celebrará sus Fiestas Patrias, actividades a las que deberán asistir los diplomáticos de todos los países con representación allá.