Por Enrique Mujica, Director Agosto 13, 2010

Cuenta Andrew Chernin -periodista de Qué Pasa que viajó a Copiapó- que, en la mina San José, las lágrimas eran privadas,  la palabra muerte estaba prohibida y creer en milagros era el mejor antídoto -físico y espiritual- contra el agobio, la incertidumbre y la angustia.

Ése era el código no escrito de los parientes de los mineros atrapados.

Las autoridades fueron cautas y respetaron con prolijidad milimétrica ese sentimiento. Navegar sin matices no fue fácil, ni para ellos ni para los medios de comunicación. La esperanza y la realidad aquí fueron antónimos. Barajar todas las cartas -con la frialdad y crudeza de la evidencia- obligó a ser cuidadosos con el lenguaje. Incluso en este editorial.

Hay familias, centenas de personas, de por medio que cargan una agonía. La improvisación ya deparó una tragedia. Habrá que estar preparados.

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