Un correo enviado desde la cuenta del gerente de la central argentina Hidroeléctrica Futaleufú, Jorge Luis Mastronardi, el 11 de junio pasado, dio la primera luz de alerta sobre la amenaza que se cierne sobre el río Futaleufú.
El correo, dirigido a la máxima autoridad de la Biosfera Andino Norpatagónica, Ricardo Pereyra, tenía como fin poner en aviso a los guardaparques de una posible propagación del alga invasora Didymosphenia Geminata, conocida como "moco de roca", por el río que comparten Chile y Argentina.
El alga, que pone en riesgo la supervivencia de especies nativas, fue avistada por primera vez en las Islas Feroe del Atlántico Norte, pero reapareció en Nueva Zelanda el 2004, provocando pérdidas estimadas en US$ 300 millones al turismo.
Según reportes de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, han sido los turistas extranjeros de alto patrimonio y que viajan por diversas zonas del mundo buscando escenarios prístinos para la pesca con mosca y para el rafting, los responsables de la migración del alga invasora hasta los ríos y lagos de Sudamérica. La conducirían a través de sus embarcaciones y de sus equipos deportivos, por lo cual se prevé una rápida expansión a lo largo del río.
Debido a su potencial turístico, el Futaleufú ha sido escenario de diversas campañas contra la construcción de centrales hidroeléctricas, promovidas por activistas internacionales, como Robert Kennedy Jr, quien ha aprovechado de promocionar las ventajas del río en el exterior, atrayendo a más turistas a la zona.
Dentro de las especies que ya se han visto afectadas por la aparición del alga, que cubre los lechos de los ríos por hasta 20 centímetros, están peces como el bagre de torrente y el bagre otuno. Los salmones también corren riesgo.
Según la entidad norteamericana, la presencia de la central Amutui Quimey en Argentina favorece la aparición del alga, ya que ha cambiado las condiciones naturales aguas abajo, precisamente hacia el lado chileno del Futaleufú.