La última vez que Cristóbal hizo noticia fue el 20 de abril, cuando se fue del centro La Esperanza de La Florida. Pero hoy dejó de fumar la cajetilla diaria de cigarrillos que consumía (tiene sólo 11 años), practica deportes y, según el psiquiatra que lo ha tratado desde el 2009, Rodrigo Paz, "está muy bien, gracias a que ha mantenido su tratamiento farmacológico". No es lo único: la justicia acaba de autorizarlo a ser visitado por su madre, Jacqueline Morales, a quien no vio durante tres meses luego de que fuera derivado al Centro de Tránsito y Diagnóstico (CDT) de Playa Ancha, en Valparaíso. "Ha salido a pasear con sus tutores y se está portando muy bien. Él quiere cambiar y volver a estudiar", explica Jacqueline.
Paz, quien comenzó a tratarlo en el Calvo Mackenna, recuerda que a Cristóbal primero se le bajó paulatinamente el número de cigarrillos por su adicción al tabaco. De hecho, su apodo de "Cisarro" se lo ganó en su barrio de Peñalolén debido a que por su corta edad le costaba pronunciar la palabra cigarro.