Aunque la Nunciatura Apostólica comenzó hace más de un año a hacer las consultas en Chile a obispos, vicarios, sacerdotes y a algunos laicos sobre los posibles sucesores del cardenal Francisco Javier Errázuriz -se envió una carta pidiendo sus propuestas-, el Vaticano tiene desde junio los nombres de quienes podrían reemplazarlo en el Arzobispado de Santiago. Si bien sus identidades están bajo "secreto pontificio", quienes tendrían mayores posibilidades son los obispos Alejandro Goic (70) y Ricardo Ezzati (68), de Rancagua y Concepción, respectivamente.
Pero no son los únicos nombres. También circula como candidato el obispo de Antofagasta, Pablo Lizama (69), y en un momento también estuvieron "en carrera" religiosos más jóvenes y del ala más conservadora, como el obispo de San Bernardo, el Opus Dei Juan Ignacio González (54) y el obispo Fernando Chomalí (53).
Fuentes eclesiásticas estiman que el nombramiento del sucesor de Errázuriz debiera ocurrir entre fines de octubre y comienzos de noviembre. En Roma, es la Congregación de Obispos la que analiza las propuestas para remitirlas al Papa. Los chilenos no son desconocidos en el Vaticano: Benedicto XVI conoce a casi la totalidad de obispos, luego que en 2008 realizaron la visita ad límina a la Santa Sede.
Ezzati y Goic tienen perfiles similares. El primero -de la Congregación Salesiana, de origen italiano y muy cercano a Errázuriz- acaba de ser clave en el fin de la huelga de hambre de los presos mapuches. El segundo -quien proviene de una conocida familia DC de Punta Arenas- es mirado con buenos ojos por todos los sectores. Y en La Moneda estiman que no es del todo malo contar con un contrapeso.
En el 2008, un hecho que catapultó a Goic como un "candidato natural" a la sucesión fue su propuesta del pago del salario mínimo o ético. Al respecto, un obispo destaca que "es capaz de dialogar con la historia". Otra fuente agrega que es clave que sea "más pastor que político". El obispo de Rancagua ya se hizo los exámenes médicos de rigor para el cargo el primer semestre de este año.
Y pese a que en Chile siempre circulan dos o tres candidatos fijos al Arzobispado de Santiago, en la Iglesia no olvidan que el Vaticano da sorpresas. La última fue en 1961, cuando para reemplazar al cardenal José María Caro había dos nombres que se daban por seguros: los obispos Manuel Larraín y Alfredo Silva. Pero la Santa Sede tenía otros planes: designó a Raúl Silva Henríquez.