Fue un período atípico del fútbol chileno. La selección tuvo una alabada identidad y buenos resultados. El estilo era el hermetismo, y eso era positivo: los jugadores sólo hablaban en la cancha.
Pero llegó el final del ciclo con la partida de Bielsa. Y todo terminó como una mala teleserie con acusaciones de traición, villanos y héroes. Y con el fútbol colándose por los pasillos de La Moneda.
Con Mayne-Nicholls fuera de Quilín se abrió la temporada de caza. Cuestionaron su soberbia, su visión y su agenda política. Él guardó silencio hasta ahora, cuando decide abordar su quiebre con Piñera, su relación con Bielsa y los clubes grandes.
A estas alturas, nadie duda que es el fin de una era. Lo interesante es saber cómo Mayne-Nicholls le pone el punto final.