Hace un año el banco más globalizado del mundo comenzó su expansión por Chile. La entidad de origen británico, que opera en el país desde inicios de la década de los ochenta, se había propuesto ser un actor de peso también en la banca de personas, focalizándose en el ABC1.
Para ello, se impuso una meta ambiciosa: alcanzar en un par de años el 3% de las colocaciones del mercado, gracias a una red de 30 sucursales. Pero al poco andar, y con cuatro sucursales ya abiertas, la quinta quedó entrampada. El local que abrirían en Alcántara aún se mantiene vacío, alimentando los rumores de una retirada del banco del país. En el mundo financiero apuestan a que el HSBC evalúa la venta de su cartera de clientes premium, mientras que al interior del banco aseguran que "no existen conversaciones". En mayo, la matriz anunció que reduciría en US$3.500 millones sus costos a nivel global, para concentrarse en una veintena de los casi 90 mercados donde mantiene operaciones. Si bien Chile no aparecía en el listado, el proceso de evaluación de las distintas oficinas culminará de aquí a fin de año.
Lo que sí está claro es que el HSBC seguirá siendo una de las principales fuentes de financiamiento de las empresas en el país, y que sus planes son fortalecer el área corporativa. El banco financió US$ 700 millones en contratos del Transantiago, participa en el proyecto minero Caserones (US$ 1.500 millones), y tuvo a su cargo la colocacación de bonos soberanos de Chile, por otros US$1.500 millones.