A diferencia de lo que ha pasado en otras catástrofes naturales, cuando el volcán Hudson comenzó a arrojar humo, todo ya estaba planeado. Diversas instituciones de gobierno, incluida la Onemi, habían redactado un documento específico para esta eventualidad. En 20 páginas, el texto detalla el plan, mapas y fotografías de la zona y un completo historial eruptivo del Hudson, con especial énfasis en lo sucedido en 1991, cuando las cenizas afectaron un área de ochenta mil kilómetros cuadrados.
El plan incluye una lista de sectores que podrían verse afectados y su vulnerabilidad -donde localidades como Coyhaique y Puerto Aysén aparecen en el rango "medio"-, escenarios de riesgo, rutas de evacuación y las labores y responsabilidades según organismo.
Las tareas asignadas van desde informar las instrucciones de evacuación de forma previa hasta restablecer las señales de celulares luego de que la alerta se levante.
El documento dejó a Sernageomin como el encargado de reportar la actividad del volcán y a la Onemi como el organismo que declarará la alerta.