Por quepasa_admin Mayo 3, 2012

A dos años de que estallara el escándalo por abusos sexuales protagonizado por Fernando Karadima, la parroquia El Bosque nunca ha vuelto a ser la misma. No sólo ha bajado la cantidad de jóvenes y de familias que por varias generaciones asistían a sus misas; también ha disminuido la cantidad de fieles, un hecho que se evidencia particularmente los miércoles en la noche: si hasta el 2010 se juntaban más de 300 personas a oír a Karadima después de la misa de las 20.00, hoy los feligreses que van a esas citas no pasan de los 40 y  la mayoría son adultos y ancianos.Para quienes iban usualmente a la parroquia, ésta es una de las señales más fuertes de los cambios. Esto, porque los miércoles Karadima llenaba uno de los salones de El Bosque para contar historias del Padre Hurtado y comentar el Evangelio, convirtiendo la jornada en verdaderos retiros a mitad de semana.  Sin embargo, tras la sanción del Vaticano de febrero de 2011 que probó los abusos y el fallo de la jueza Jéssica González que acreditó los delitos pero lo sobreseyó por prescripción,  pese a  los esfuerzos de Carlos Yrarrázaval, el nuevo párroco, no ha logrado recuperar el quórum que tenía su antecesor.Y aunque los domingos se sigue llenando la parroquia en la misa de las 12, generalmente de adultos mayores vecinos del barrio, las familias emblemáticas que giraban en torno a Karadima y que fueron su núcleo más cercano y durante mucho tiempo lo defendieron, han cambiado El Bosque por otras iglesias del sector oriente de Santiago: Santa María de Las Condes,  Juan XXlll de Vitacura, Santa Rosa de Lo Barnechea y Santa Elena de Las Condes.De hecho, a las misas de Santa Elena acuden hoy los jóvenes cercanos al sacerdote, además de varios de los ex colaboradores de Karadima, miembros del consejo parroquial, entre ellos su abogado Juan Pablo Bulnes y Francisco Prochaska, uno de los primeros en alejarse del sacerdote tras el fallo del Vaticano y quien lo ayudó durante años en varias tareas.Otra de las familias que han dejado de ir a El Bosque son los Álvarez, un clan que es conocido por su estrecha relación con Karadima, quien está recluido -con prohibición de celebrar misas y hablar con fieles de la parroquia- en el convento Siervas de Jesús de la Caridad, en Providencia.Pero no sólo los feligreses han debido cambiar de lugar de reunión. Quienes han estado cerca de los cambios que ha habido en El Bosque cuentan que los sacerdotes que siempre se mostraron más cercanos a Karadima, pertenecientes a la Unión Sacerdotal que monseñor Ezzati acaba de disolver, seguirían comunicándose entre ellos. Un ejemplo es lo que ocurre  en la iglesia Nuestra Señora de la Paz, de Ñuñoa, donde su párroco José Miguel Fernández -un estrecho colaborador de Karadima-  ha acogido a varios laicos y religiosos,  como Diego Ossa, quien hace misas esporádicamente allí.Hasta el momento, ni  Ossa ni Juan Esteban Morales, ex párroco de El Bosque y  uno de los más cercanos a Karadima, tienen parroquias asignadas. En tanto, el nuevo párroco intenta replantear la ex iglesia de Karadima como “una típica parroquia de barrio”. Una de sus prioridades al asumir, en junio de 2011, ha sido convocar a nuevos  vecinos  de Providencia, tanto  jóvenes como de  la tercera edad. Una de esas señales la dio para Semana Santa: a diferencia de lo que hacía su polémico antecesor, quien realizaba todas las actividades al interior del recinto, este año Yrarrázaval realizó un vía crucis por la calle invitando a todo el vecindario a participar.

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