La reacción sorprendió a todos los presentes: el presidente de RN, Carlos Larraín, con la cara desfigurada, dejó caer los cuadernos que llevaba en la mano y comenzó a gritar en pleno Salón Amarillo del Palacio de La Moneda. Eran las 8:30 de la mañana del lunes pasado, y la escena dio inicio al conflicto político de la semana.
La trama es conocida. Larraín se molestó por la presencia del diputado de su mismo partido Joaquín Godoy, quien dos semanas antes lo había acusado de “chantajear” al gobierno por exigir un sueldo mínimo de $200 mil en vez de los $193 mil propuestos por Hacienda, comparando su actuación con la de Guido Girardi. Y, ante ello, se retiró de la cita acusando al gobierno de no cuidar las formas por invitar igualmente al parlamentario, quien integra la comisión de Hacienda de la Cámara Baja.
En La Moneda dicen que el senador fue contactado el jueves pasado para agendar el desayuno. Ese mismo día se llamó al presidente de la UDI, Patricio Melero; los jefes de comité y bancada, y a un representante de la comisión de Hacienda de la Cámara por cada colectividad; y el presidente de la Cámara Baja, Nicolás Monckeberg. Pero el domingo Larraín llamó a palacio para solicitar que invitaran también al vicepresidente de RN, senador Baldo Prokurica, que no estaba en la lista inicial. Por ello, matizan que Larraín no estuviera al tanto de los invitados.