Por quepasa_admin Septiembre 13, 2012

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Ninguno de los asistentes se imaginó lo que vino unos minutos después. Como todos los martes a las 20 horas, llegó Cristián Warnken a la galería Artespacio para dictar su taller literario llamado “Viaje por la palabra”. Allí estaban María Elena Wood, Manuel Labra y Elías Selmann, entre otros. Ese día Warnken habló de los distintos Neruda que habitaban en el poeta: el pesimista, el romántico y el político. A raíz de este último, Warnken por primera vez trajo a un invitado: José Balmes, quien conoció al Premio Nobel cuando se embarcó en el Winnipeg, barco que consiguió Neruda para las miles de personas que escapaban de Franco. El artista, emocionado, comenzó contando que tenía 12 años, cuando se subió al barco, pero inesperadamente, se quedó mudo. Y explotó en llanto. El silencio fue sepulcral. Hasta que retomó la palabra. “Le debo todo a Chile”, dijo. Habló de su relación con Neruda y de que en su memoria aún está el Valparaíso iluminado que lo acogió y la gente lanzando rosas al tren que lo llevaría a Santiago.

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