Por quepasa_admin Noviembre 8, 2012

El subsecretario de Relaciones Exteriores, Fernando Schmidt, llegó la semana pasada al Vaticano con una sola misión: entregar al Papa Benedicto XVI una carta en la cual el gobierno le reitera la invitación para visitar Chile. Sebastián Piñera ya lo había hecho en su viaje a Roma, en marzo de 2011. Y en diciembre insistió a través del canciller del Papa, Dominique Mamberti. En paralelo, la Conferencia Episcopal hizo sus gestiones.

Esta vez la propuesta incluyó fecha. La idea es que venga luego del viaje que realizará a Brasil, en julio de 2013. Con esto, las expectativas crecieron y la semana pasada miembros de la Cancillería trataron el asunto con la Nunciatura. Desde ahí les dijeron que aún no hay certeza de nada, pero que de confirmarse, ese ministerio sería el primero en saberlo.

En la Cancillería explican que se alojaría en la Nunciatura y que no permanecería más de un día en Chile y que su delegación estaría integrada por el secretario de Estado Vaticano, obispos de América Latina, prensa y su seguridad personal.

Sin embargo, el entusiasmo en el gobierno contrasta con lo que dicen cercanos a Benedicto XVI. Entre ellos están los laicos Mariano Fontecilla, gentilhombre de Su Santidad, y el académico Fernando Moreno, quien fue un estrecho colaborador del cardenal Joseph Ratzinger. “Es poco probable que venga: hay una preocupación especial en cuidar su salud y que tenga el menor desgaste posible. La idea es que no viaje demasiado en avión”, indican. En la Conferencia Episcopal piensan igual y señalan que por lo general una visita papal es el corolario de un buen trabajo pastoral. “Hay asuntos pendientes que tenemos que mejorar como Iglesia antes que venga el Santo Padre”, comentan.

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