En las últimas dos semanas, cada palabra que ha dicho Benedicto XVI ha sido analizada con intensidad dentro de la Iglesia, buscando entender las motivaciones de su reciente renuncia. Pero algunas palabras han generado más dudas que otras. Dentro de las cúpulas de la Iglesia chilena se ha comentado con especial intensidad lo dicho en la homilía de la misa del Miércoles de Ceniza, cuando el Papa habló de “divisiones dentro del cuerpo eclesial”. La pregunta para muchos es hasta qué punto van esas divisiones e, incluso, se ha llegado a una discusión etimológica: al hablar de división, ¿se refirió a la palabra de origen latino o en la versión en alemán, spaltung? Ésta última tendría una definición más fuerte, ligada a términos como escisión o incluso cisma, y podría implicar una crítica más incisiva.
Otra de las discusiones se ha centrado en las razones de su renuncia. “Ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el Ministerio Petrino”, dijo Benedicto XVI, lo que ha generado dos posibles interpretaciones: una, que no ha podido desempeñar su tarea por razones de salud y la segunda, que los roces en el gobierno son demasiado intensos para alguien de su edad. Ambas serán probablemente tema de conversación cuando los cardenales lleguen en masa a Roma para las llamadas “Congregaciones generales”, reuniones en que se discutirán las tareas de la Iglesia para los próximos años y las reglas que regirán el cónclave. Ahí, el único chileno será el cardenal Errázuriz, quien viajará a Italia la próxima semana.