Hace dos años, un equipo de científicos del Laboratorio de Microbiología y Nanotecnología de la Universidad Andrés Bello partió a la Antártica. Pequeñas partículas, presentes en los hielos milenarios, eran capaces de detectar moléculas en el cuerpo, dadas sus condiciones fluorescentes. Estas mismas condiciones han llevado a que expertos a nivel mundial empleen estos microorganismos en el tratamiento de ciertos tipos de cáncer.
Pero a lo largo de los meses, los científicos de la UNAB se dieron cuenta de un uso totalmente distinto: las pequeñas partículas, llamadas puntos cuánticos, tienen propiedades conductoras de electricidad, ideales para los circuitos de paneles fotovoltaicos.
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