“El poder ya no es lo que era. Se ha vuelto más fácil de obtener, más difícil de usar y mucho más fácil de perder”. Así de simple y contundente es la conclusión a la que llega el analista internacional Moisés Naím en su último libro, El fin del poder, una obra surgida tras siete años de investigación, que reúne cientos de estadísticas y que cruza la realidad política, económica, militar, social, cultural y religiosa de muchos países, independiente de su nivel de desarrollo. En esta tesis -que expondrá Naím este miércoles 6 en la IV Cumbre Latinoamericana: Desafíos Políticos & Económicos, que organiza CorpBanca y que se realizará en el hotel Hyatt- delinea el resquebrajamiento del poder tal como lo hemos conocido durante décadas y anuncia el surgimiento de tres revoluciones que han provocado mutaciones profundas en las sociedades.
Una es la que llama la “revolución del más”. “El siglo XXI tiene más de todo: más gente, que es más urbana, más joven, más sana y más educada. Y también más productos en el mercado, más partidos políticos; más armas y más medicinas, más crimen y más religiones. La pobreza extrema se ha reducido y la clase media crece”, dice.
Otra revolución definida por Naím es la de la “movilidad”. “No sólo hay más personas con mejor nivel de vida, sino que además se mueven más que nunca”, explica. “Según la ONU, 214 millones de personas viven fuera de sus países de origen, un 37% más que hace 20 años. Las diásporas étnicas, religiosas y profesionales están cambiando el reparto de poder entre las poblaciones y dentro de ellas. Personas, tecnología, productos, dinero, ideas y organizaciones tienen más movilidad, y por ello son más difíciles de controlar”.
Y, por último, está la llamada “revolución de la mentalidad”, quizás la más significativa, porque apela a una inmensa transformación cognitiva y emocional de la población. “Cada vez hay más consenso en todo el mundo sobre la importancia de las libertades individuales y la igualdad de género, así como más intolerancia al autoritarismo. La insatisfacción con los sistemas políticos y las instituciones de gobierno también es global”, afirma Naím.
-En pocas semanas, Chile enfrentará elecciones presidenciales, en las que por primera vez competirán nueve candidatos, ¿se puede leer como parte de este proceso en que pequeños grupos desafían a los grandes poderes políticos?
-Sí, hay una proliferación de actores políticos. Eso está pasando en todo el mundo, donde hay más grupos que son capaces de organizarse y de desafiar a los megapoderes establecidos. En Chile no creo que vaya a ocurrir nada especial, porque siguen dominando los dos grandes bloques que han manejado la política en las últimas décadas. Veo dos alianzas políticas muy fuertes y la aparición de nuevos actores, pero aún no los veo capaces de desplazar a los poderes establecidos.