Sus familiares se lo advirtieron. “No te vayas a España. Elige otro lugar. Las posibilidades de que ahí te persigan son muy altas”, le dijeron. Pero Francisco Solar Domínguez (34) hizo caso omiso: el año pasado se fue a vivir a Barcelona, para realizar un postgrado en la Universidad Autónoma. Hasta que la semana pasada fue detenido, acusado de poner artefactos explosivos en la Basílica de Zaragoza.
El caso causó revuelo en Chile: es el mismo joven que fue involucrado en el caso Bombas, y que después de estar preso nueve meses en la CAS fue absuelto.
Sus cercanos creen que esta detención es también parte de lo que ellos llaman “un montaje” y que en Chile se lo achacaron a la Fiscalía Centro Sur.
Todo pintaba que la vida del “Fran”, como le llaman en su casa, seguiría un rumbo distinto. Miembro de una familia convencional, cercana a Schoenstatt, es el mayor de los cuatro hijos de Constanza Domínguez y Francisco Javier Solar, ingeniero civil y ejecutivo de la constructora Icafal.
Creció en el sur: su papá trabajaba en la Papelera, en Laja. Allá desarrollaron una filial del Hogar de Cristo, que fue inaugurada en 1987 por el padre Renato Poblete.Entonces, Francisco era fanático de la UC y fue campeón nacional de tenis a los 15 años, época en que entrenaba con Nicolás Massú y Fernando González.
De vuelta en Santiago, llegó al colegio Manquehue, donde, según dice un ex compañero, era un alumno promedio. Para el juicio, el sacerdote del colegio, Percival Cowley redactó una carta donde señaló que era un joven tranquilo e integrado. Con todo, en cuarto medio, dicen sus cercanos, se hizo punk, se tiñó el pelo rojo y se convirtió en “un antisistema”. Por eso decidió estudiar Antropología en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Al poco tiempo dejó la casa de sus padres: no quería comodidades. Se instaló con un grupo de amigos en Recoleta y realizó su tesis sobre presos políticos: “Resistencia al interior de la Cárcel de Alta Seguridad, la identidad en el Kolectivo Kamina Libre”. Ahí conoció a los líderes del grupo que según la fiscalía colocaba bombas. En esa época fue bautizado como “el cariñosito”, por su similitud a los monos animados.
En 2010 se fue a vivir con su polola a Valparaíso. Entonces se preparaba para ser director de un proyecto Fosis que recién se había adjudicado. Pero sus planes se truncaron: el 14 de agosto de ese año fue detenido. Durante el juicio conoció a Mónica Caballero, su actual pareja, quien era tildada por la fiscalía como una revolucionaria anti Iglesia. Fue acusada de poner una bomba en Los Sacramentinos. Hoy su destino en España sigue incierto.