“Está como loquillo, moderno”. “Me genera unidad, pero no lo identifico con el gobierno actual”. “Lo hicieron por cumplir”. Éstas eran las duras evaluaciones que mostraba un focus group hecho en junio de 2010 por la firma Voces Research para el gobierno de Sebastián Piñera, y que analizaba nueve propuestas de logo institucional. El sondeo se incluye entre los estudios hechos por la Secretaría de Comunicaciones del anterior gobierno, que fueron desclasificados el 11 de marzo, minutos antes del cambio de mando.
Las reacciones ante los logos eran mayoritariamente negativas. No sólo por las imágenes en sí: los participantes cuestionaban la necesidad de hacer un cambio de imagen, más aún en un período de austeridad tras el terremoto. “Ninguna de las opciones presentadas genera niveles de agrado memorables ni provoca, en sí misma, vínculos emocionales potentes con el gobierno”, concluía el focus group.
Sin embargo, el trabajo recomendaba que, de escogerse entre las opciones, se decidiera entre cuatro logos: dos que presentaban manos, el que tenía una estrella en blanco y el que tenía un logo con el escudo y las letras “Gobierno de Chile” en gris. Éste fue el que más se pareció a la versión final.
No fue la única vez que la Secom testeó diseños. En junio de 2011, en pleno conflicto estudiantil, la firma Cadem sometió a evaluación dos posibles nombres para el plan educacional que iba a presentar Piñera: “Meta” y “Siete”. Pese a que había apoyo para el primero, el nombre final fue completamente distinto: plan “Gane”.