En 2006, el ex ministro DC Genaro Arriagada escribió un artículo para el Centro de Estudios del Desarrollo (CED) que, aunque entonces pasó prácticamente inadvertido, con los años y tras el estallido de casos de financiamiento irregular de la política, hoy parece premonitorio.
Bajo el título “Corrupción, sobre operadores y facturas falsas”, el cientista político hace un detalle pormenorizado de la manera irregular con que ya se financiaba la política en ese entonces. Y tan decidor es su punto de vista, que parte del texto acaba de ser citado por Mario Waissbluth, fundador de Educación 2020, en Tejado de vidrio, cómo recuperar la cofianza en Chile, el libro que lanzó la semana pasada.
Uno de los párrafos más “premonitorios” de Arriagada dice: “Lo que tenemos hoy ante los ojos, en Chile, siendo claro se trata de una corrupción flagrante e inexcusable... está compuesto por dos órdenes de cosas distintas, aunque relacionadas. Uno de estos es el financiamiento de la política, que revela irregularidades como el uso de facturas falsas, el empleo de empresas fantasmas y tal vez otros males que van a aparecer. El objetivo... es establecer un vínculo torcido y clandestino entre los funcionarios públicos electos (parlamentarios, alcaldes, concejales) y grupos privados que financian sus campañas... o a los partidos que pertenecen. La política es cara, requiere costosas campañas electorales”.
Mientras, el segundo punto lo aborda así: “El otro es el uso corrupto del Estado, con propósitos de intervención política y electoral... El objetivo predominante no es el enriquecimiento de quienes cometen estos actos —sin perjuicio de que pueda haberlo no obstante los pequeños montos—, sino uno de carácter político que es financiar campañas o crear bases políticas fundadas en el clientelismo”.