Más de mil días han pasado desde que Antonieta Mendoza, madre del líder opositor venezolano más emblemático de la historia reciente, ve a su hijo tras las rejas de Ramo Verde, una cárcel ubicada a las afueras de Caracas. Leopoldo López fue condenado a 13 años y nueve meses de prisión por delitos de incendio, daños e instigación durante las protestas de 2014 contra Nicolás Maduro. En su causa fueron detectadas grandes irregularidades, mientras que el fiscal que lo acusó huyó del país señalando que las pruebas del caso eran falsas.
—¿Cuál es la situación actual de Leopoldo al interior de la celda?
—Él ya cumplió más de mil días tras las rejas de una cárcel militar. De ese tiempo ha pasado más de la mitad completamente aislado, sin poder recibir visitas que no sean de sus familiares directos o abogados, sin poder realizar llamadas telefónicas, sin que se le respete el derecho a la correspondencia, e incluso sin poder hablar ni compartir con los otros presos.
—¿Cómo son sus actividades diarias en Ramo Verde?
— Durante su presidio Leopoldo ha dedicado mucho tiempo a leer y reflexionar sobre el país. Él, antes de la prisión, tenía un muy buen hábito de lectura; pero ahora ese hábito se ha multiplicado y se ha convertido en un lector voraz. Hasta eso ha intentado arrebatarle la dictadura, prohibiendo la entrada de algunos libros a su celda y robándole algunos que ya tenía. Para mantenerse activo, se ha impuesto un cronograma de lectura, ejercicio y oración que lo ha llevado a desarrollar propuestas concretas para dar respuesta a los problemas más urgentes del país.
—¿Cómo está emocionalmente?
— A Leopoldo lo tienen en un piso completamente solo, sin contacto con otras personas que no sean sus custodios. Pero está muy bien de ánimo, cada vez más fuerte y aferrado a sus principios y convicciones democráticas. Está plenamente consciente de que el objetivo de la dictadura es quebrar su espíritu de lucha para sembrar mayor desesperanza, y precisamente eso le da más fuerzas para seguir resistiendo y luchando.
—¿En este tiempo, su hijo ha sido víctima de torturas o maltratos?
—Leopoldo y nuestra familia sufrimos maltratos todos los días. El aislamiento de Leopoldo es un maltrato psicológico continuo, de igual forma lo son las requisas a las que sus familiares somos sometidos cuando intentamos visitarlo y que atentan contra la dignidad de cualquier persona. Lilian, su esposa, y yo, hemos tenido que desnudarnos ante los ojos de los guardias para que se nos permita hablar con Leopoldo apenas algunas horas a la semana. Incluso en una oportunidad el oficial director de la prisión ordenó a su tropa lanzar excremento humano envuelto en bolsas plásticas a la celda de Leopoldo. A ese nivel llega el maltrato de la dictadura.
—¿Cómo está usted frente a la situación actual de su hijo?
—Como toda madre que tiene a un hijo injustamente preso. Sin embargo, Leopoldo, a pesar de vivir en carne propia el abuso de una dictadura perversa, ha sido un apoyo fundamental para mí y para toda nuestra familia al momento de no abandonar la lucha por la justicia. Pareciera increíble pero es cierto: es Leopoldo quien nos anima a todos a no darnos por vencidos; su energía y voluntad son incuestionables.