Una crisis ante el escaso número de vocaciones sacerdotales ocurrió en 1970. Ese año ningún joven postuló al Seminario Mayor de Santiago (Apoquindo). En la época, se atribuyó a la extrema politización y al interés de grupos católicos de encauzar sus anhelos de cambio social por la vía de la militancia. Ya no era necesario hacerse sacerdote para cambiar el mundo.
Pasaron los años y, a fines de los 70, la cantidad de vocaciones se había recuperado. Una Iglesia Católica comprometida con los derechos humanos y preocupada de los desposeídos encantó a los que insistieron en su vocación religiosa.
De 2010 en adelante, sin embargo, la cantidad de jóvenes que quieren ser sacerdotes en Chile ha disminuido dramáticamente. Si se consideran los seis seminarios —La Serena, Santiago, Valparaíso, San Bernardo, Concepción y Villarrica— , 22 jóvenes entrarán al propedeútico (1° año de seminario) en 2017.
Hay que considerar que ingresaron 52 en 2009, 45 en 2010, 43 en 2011, 36 en 2012, 30 en 2013, 24 en 2014, 29 en 2015, y 13 en 2016. En esta cuenta están sólo diocesanos, no los seminaristas de órdenes religiosas.
Las razones de esta nueva crisis vocacional pueden derivarse de varios factores, señalan en la Conferencia Episcopal. El escándalo por los abusos sexuales y de autoridad cometidos por el párroco de El Bosque, Fernando Karadima; la inactividad para perseguir a los abusadores por parte de los pastores, y la secularización de la sociedad y el cambio cultural en Chile. Este es un país más liberal y que cuestiona el celibato religioso.