Cuando Jack Tretton abrió los fuegos de la conferencia de prensa de PlayStation en un abarrotado Los Ángeles Memorial Coliseum, lo primero que hizo fue un mea culpa. Antes de anunciar el lineup de nuevos títulos o cómo se iba a llamar la nueva consola portátil de la compañía -la PS Vita-, lo que hizo el CEO de Sony Computer of America, a nombre de toda la compañía, fue pedir perdón por la embarrada que significó el hackeo al PlayStation Network, lo que significó no sólo que sus más de 77 millones de usuarios quedaran con el sistema caído. Además, generó el compromiso de datos de millones de personas, tarjetas de crédito incluidas. La situación fue grave y Sony dio un digno paso inicial al reconocer públicamente, ante todo el mundo, que no estaban felices con lo sucedido y que, por favor, los disculparan.
Y si bien los asistentes celebraron esta declaración de principios y el fuerte contenido 3D de sus próximos videojuegos, nada se comparó con la impresión que se produjo cuando finalmente se dio a conocer la nueva consola portátil de Sony: la PS Vita. Similar en forma a su antecesora (PSP), la gran gracia de la PS Vita, además de su precio (desde US$ 250), va por el lado de las mejoras gráficas, de sus dos sticks de control análogos y del poder de procesamiento de la máquina, pero también por el fuerte contenido social que integra a través de cámaras fotográficas y conectividades wi-fi, bluetooth y 3G. La clave de lo anterior, como seguramente ya se adivinará, tiene que ver con la nube y las posibilidades de ubicuidad que ésta ofrece.
Al día siguiente, Nintendo emocionó con una presentación que arrancó con una orquesta en vivo celebrando musicalmente los 25 años de uno de sus juegos más icónicos, junto a su creador, Shigeru Miyamoto (también conocido como el papá de Mario): La Leyenda de Zelda. Pero lo que provocó más expectación fue la revelación de la nueva consola casera de Nintendo, que simplemente se llamara Wii U. Si Wii se lee en inglés como "we" (nosotros), U viene a ser "you" (tú). Esa es la idea: nosotros y tú.
El concepto principal de la Wii U es su control. Con aspecto similar a una tablet blanca, el comando incluye algo revolucionario en lo conocido hasta ahora en consolas caseras: una pantalla. Gracias a esto, y a su conectividad inalámbrica con la nueva consola, que provee contenido en alta definición, los juegos se pueden continuar en el mando después que el televisor ha sido apagado. O, también, que el mismo juego pueda estar visualmente "dividido" en dos ventanas: la pantalla de la TV y el mando. Incluso, ambos pueden estar complementados. Los resultados sin duda que abren nuevas posibilidades para los desarrolladores de videojuegos, de una manera novedosa y fresca que es bienvenida. Por cierto, todo lo anterior también tendrá una importante integración social y comercial a través de la nube.
Y hay más. El revolucionario sistema de streaming de videojuegos OnLive anunció un cliente para aparatos móviles que impulsará, aún más, su modus operandi, que es videojuegos en la nube en tiempo real. Muy similar a la estructura que tienen otros servicios digitales como Netflix, OnLive ofrece la experiencia de jugar videojuegos sin la necesidad de descargarlos ni de tener que actualizar aparatos. Sólo bastan un televisor, un receptor y, cómo no, una buena conexión a internet. Porque todo lo que sea necesario se hará remotamente, desde "allá arriba".
Entonces, la gran pregunta que se hace -complementada con el reciente anuncio de Apple y su plataforma iCloud- no es si el cloud gaming logrará pillar las consolas caseras. Más bien, la cosa tendrá que ser si las consolas lograrán alcanzar la nube. Por lo visto en esta E3 2011, parece que hacia allá va la cosa.