En una entrevista concedida en 1966 al Evening Standard, John Lennon declaró que los Beatles eran "más populares que Jesús". Tuvo que excusarse públicamente, luego del escándalo que provocaron sus declaraciones entre sus admiradores más creyentes. Algo similar ocurre con una partícula elemental, cuya fama estos últimos días ha superado toda expectativa, además de la alcurnia sobrenatural que la prensa le ha conferido al llamarla "partícula de Dios". Y quizás con Dios sólo comparta una cosa: nunca nadie la ha visto, aunque muchos han dedicado su vida a buscarla.
El martes había expectación ante el anuncio que haría el CERN (laboratorio que aloja al LHC o Gran Colisionador de Hadrones) sobre los últimos resultados en la búsqueda de esta partícula, que los científicos prefieren llamar "bosón de Higgs", pues fue el físico inglés Peter Higgs, uno de los primeros en proponer su existencia en 1964, justo el año en que los Beatles llegaban a la cima de su fama.
Las expectativas no fueron satisfechas. A pesar de que han recogido mucha evidencia de la existencia de la partícula, es muy temprano para hablar de descubrimiento. El bosón de Higgs se insinúa, pero no aparece.
¿Pero dónde está la raíz de la fama de esta elusiva partícula? Bueno, es el único ingrediente que aún no se observa directamente del llamado "modelo estándar de la física de partículas". Ésta es la teoría unificada de la materia y las fuerzas que actúan sobre ella, exceptuando la gravedad. Se trata de un modelo que se fue construyendo durante los 60 y 70, que ha tenido un éxito asombroso, explicando y prediciendo una cantidad enorme de fenómenos físicos, desde los experimentos que se realizan en aceleradores de partículas hasta el brillo de las estrellas o la historia temprana del universo. Su precisión es tan impresionante que es difícil ponerlo en duda, al menos como una extraordinaria aproximación a los fenómenos de la naturaleza que no incluyen a la gravedad como protagonista. El así llamado "campo de Higgs" es uno de los elementos fundamentales de la teoría. Como todo campo, se trata de una sustancia inmaterial que llena el espacio, similar al magnético o el gravitatorio. El de Higgs tiene la particularidad de conferir masa a todas las partículas elementales que se mueven a través de él.
Pero el campo de Higgs no sólo provee de masa a los demás. La teoría predice que también da origen a sus propias excitaciones, partículas elementales que en este caso se conocen como bosones de Higgs. Éstas, las "partículas de Dios", son el último elemento que los físicos esperan observar experimentalmente para comprobar la validez del modelo estándar.
En todo caso, y a pesar de su importancia, es claro que si Lennon no puede ser dotado de propiedades divinas, menos aún nuestro bosón. El nombre viene del libro de divulgación The God particle, del Premio Nobel de Física Leon Lederman. Él mismo explica allí la razón del título: "Por dos razones. Primero, porque el editor no nos dejó llamarla la "Partícula Maldita Sea" ("The Goddamn Particle"), aunque quizá fuese un título más apropiado, dada su villana naturaleza y el daño que está causando. Y, segundo, que hay cierta conexión con otro libro, uno más antiguo…". Lamentablemente la humorada de Lederman fue, paulatinamente, tomada en serio por algunos sin tanto sentido del humor.
Y hablando de humor, hay que decir que muchos preferiríamos que el bosón de Higgs no existiera. Así, en lugar de atar cabos, cerrar puertas y celebrar, tendríamos un universo con más misterio, más desafíos, más puertas abiertas. Más diversión.