Por Pierre Paul Romagnoli Julio 23, 2010

Hace algunos días en la prensa mundial apareció casi como una curiosidad que un matemático ruso, Grigori Perelman, rechazara un premio de un millón de dólares por resolver un problema matemático. Las razones para rechazar dicho monto fueron presentadas de manera un poco caricaturesca al referirse a su persona: una especie de ermitaño y genio loco que vive con su madre en condiciones paupérrimas, rodeado de cucarachas.

Si bien esto puede ser cierto, no explica su decisión. Para toda nuestra comunidad, a mi parecer, es lamentable e inaceptable permitir que esta noticia se valide desde esta perspectiva.

Entre el 8 y el 9 de junio pasado el Clay Mathematics Institute organizó una conferencia en París para celebrar la resolución a la conjetura de Poincaré (sin resolver por casi 100 años) por Perelman, que no se presentó. Para explicarla citó el discurso plenario dado por Mikhail Gromov en la ocasión: "Para tener una idea, por vía de la analogía, de lo que ha logrado Perelman, imaginen que no tuviésemos una imagen global de la geografía de la Tierra. Enviamos entonces, una tras otra, múltiples expediciones a descubrir nuevas tierras. Eventualmente se descubren seis continentes. Se siguen enviando cientos de expediciones sin que alguna encuentre otro continente aparte de esos seis. Se conjetura entonces que no existen otras grandes masas en la Tierra. Esto es lo que Poincaré y Thurston decían del mundo de las variedades en 3 dimensiones: no existen más variedades aparte de las que ya han sido descubiertas".

El 1 de julio, el mismo instituto informó que el galardonado había rechazado el premio. Como justificación dijo que su contribución a la solución del problema no es mayor que, por ejemplo, la del matemático Richard Hamilton. Pero la razón principal es su completo desacuerdo con la comunidad matemática organizada. De hecho, en 1996, Perelman ya había rechazado la Medalla Fields (algo así como el Nobel de matemáticas).

Éste no es el primer gran matemático en rechazar un premio por razones similares. Otro Medalla Fields, Alexandre Grothendieck -alemán sobreviviente del holocausto y formado en Francia-, llegó a la conclusión que la comunidad matemática perdió su sentido de servicio, y que lo había reemplazado por el deseo de formar una elite excluyente y de engrandecimiento personal. De hecho,  en su carta de rechazo a un prestigioso premio (publicada por Le Monde el 4 de mayo de 1988) escribió: "La ética de la profesión científica (especialmente entre matemáticos) se ha degradado a tal nivel, que el puro y simple robo entre colegas (especialmente en desmedro de aquellos que no tienen posición o poder para defenderse) se ha convertido en la regla general y es en todo caso tolerado por todos, incluso en los casos mas flagrantes y crueles". Además, Grothendieck consideraba que no necesitaba del dinero del premio para mantenerse él y a su familia (que es donde Perelman, a mi parecer, está fallando).

Creo que estos rechazos son una advertencia para nuestra comunidad y no desvaríos de gente perturbada. Estamos hablando de dos personas -Perelman y Grothendieck- reconocidas con el más alto honor de nuestra comunidad. Como dice Nietzsche "Es necesario llevar en sí mismo un caos, para poner en el mundo una estrella danzante".

*Director del Dpto. de Matemáticas de la U. Andrés Bello.

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