Por Mayo 12, 2011

A pesar de las desventajas a la salud humana, hoy la leña sigue siendo un combustible asociado con la mala calidad de aire. La American Lung Association ha iniciado un ranking de las ciudades más contaminadas de Estados Unidos, y estas no son ciudades como Chicago, Pittsburgh o Nueva York. Son ciudades semirrurales, varias de ellas localizadas en el Valle de San Joaquín, en California. La zona ha hecho todo lo posible para reducir emisiones, incluyendo un sistema de transporte público y comercial a gas natural, dentro de otras medidas. En la zona históricamente se prohíbe el uso de calefactores a leña durante días de potencial mala calidad de aire, al igual que Chile. El año 2010 decidieron cambiar el enfoque, decretando la prohibición cuando el modelo anticipaba concentración de 30 ug/m3 -microgramos por metro cúbico de aire-, lo que es más bajo que la norma del resto de Estados Unidos (de 35). Ese solo hecho causó que las superaciones de norma se redujeran en un 44%.  En mi vida profesional pocas veces he visto una reducción tan efectiva.

En Chile la medida de prohibir estufas a leña en Santiago durante episodios críticos ocurrirá a partir del 2012 en niveles de 80 ug/m3. En la práctica, replicar la medida de California significaría prohibir las estufas a leña en Santiago a menos que sean días de lluvia. Suena como una medida extrema, pero veamos qué tan extremo es cuando hacemos un análisis más local.

Una estufa a leña emite entre 10 a 60 g/h de material particulado (depende de operación, estufa y humedad de leña), mientras que las de pellets pueden llegar a 1g/h. Si comparamos con una caldera a gas o kerosene, las emisiones de una estufa a leña pueden ser entre 50 (pellet), 500 (leña seca) o 3.000(leña húmeda) veces más que una a gas. Adicionalmente, el material particulado es notablemente más tóxico que gas y kerosene, con múltiples agentes cancerígenos. Si lo comparamos con un bus del Transantiago con filtro, la comparación de una estufa a leña encendida por 6 horas al día es equivalente a 1.200 kilómetros recorridos. Es un contrasentido llamarlas "estufas ecológicas". En términos locales su uso es nefasto.

Hay cerca de 80.000 estufas en Santiago, que representan el 19% de las emisiones primarias de PM 2.5. Pero estas emisiones se distribuyen en meses de invierno. En tal caso el aporte es mayor, llegando a 48% de las emisiones primarias. En la práctica, de un 6 a 8% de los santiaguinos usan leña para calefaccionar sus casas (71% de estos del sector ABC1). La comuna que más usa leña es Vitacura, con 10% (según el censo de 2002). Paradójicamente, esas emisiones del sector centro y oriente se trasladan eficientemente al poniente en un notable caso de injusticia ambiental. Indudablemente existe desconocimiento del tema, pero en mi opinión, sabiendo esto, calefaccionar una casa grande con leña porque sale muy caro usar gas, y traspasar esa contaminación al resto de la sociedad, es un acto que linda con lo antisocial.

Pero lamentablemente hay tradiciones que chocan con verdades incómodas. La calefacción a leña es apropiada y costo efectiva para Chile, pero no para Santiago, que tiene una de las peores condiciones de dispersión del mundo. Yo apelo a usted, que puede elegir hoy si es que usa esa estufa, o si acata la alerta ambiental. Porque el cambio lo necesitamos hoy, y no podemos esperar un nuevo plan de descontaminación.

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