El esperado anuncio del proceso constituyente por parte de la Presidenta Bachelet, si bien no representa la aspiración inicial de los progresistas – el compromiso explicito del gobierno por un plebiscito para que la ciudadanía determine el camino para modificar la Constitución – constituye un avance importante en términos de institucionalizar la opción de la Asamblea Constituyente (AC) y del plebiscito.
En efecto, Bachelet puso a disposición del Congreso un proyecto que de ser ratificado, incorpora cuatro mecanismos posibles para cambiar la Constitución: 1) Comisión bicameral, 2) Comisión mixta compuesta por parlamentarios y ciudadanos, 3) Asamblea Constituyente, cuya única misión sería redactar una nueva Constitución y 4) Plebiscito para que la ciudadanía elija entre los tres primeros mecanismos. De aprobarse el proyecto de ley en su redacción actual, el próximo Congreso deberá elegirá qué opción seguir para cambiar la Constitución.
Asumiendo que el 75% de los chilenos considera necesario un cambio constitucional; que la principal queja en relación al actual congreso dice relación con su escasa representatividad (parlamento binominal); un sistema político que desincentiva toda participación ciudadana y la importante y saludable politización que probablemente se observe en las próximas elecciones parlamentarias, no es descartable, aunque supone mucha coordinación y movilización por parte de los movimientos sociales, que el próximo Congreso, que ya no será binominal, opte por un plebiscito ciudadano que permita recomponer el pacto social entre representantes y representados, validando la forma y por tanto el fondo de la nueva Constitución.
Sería gravísimo que las pretensiones democráticas del Congreso sean menores que las del Ejecutivo y el resto de los chilenos. En otras palabras, el Congreso no puede ni debe secuestrar el debate, participación y representatividad de los chilenos.
Los progresistas creemos firmemente en la necesidad de recomponer el pacto social, la confianza, entre representantes y representados. Lo anterior pasa necesariamente por un cambio constitucional que redefina la casa común que alberga todos los chilenos. No, no se trata de cambiarlo todo, ni de realizar caricaturas cómo si el debate se restringiera a mercad versus Estado. Se trata, entre otros, de tener una discusión sobre el rol de un Estado subsidiario versus un Estado de derechos garantizados. Y esa discusión involucra intereses demasiado poderosos como para marginar del debate a más de 17 millones de chilenos. El plebiscito no es un favor, es un derecho que legitima la nueva Constitución. La AC, en tanto, permite que mientras el Congreso siga sesionando de manera ordinaria, un determinado grupo de representantes, la denominada Asamblea Constituyente, pueda trabajar una nueva Constitución, sabiendo que no podrán postularse posteriormente al parlamento y sabiendo también, que la propuesta realizada deberá ser sancionada posteriormente con otro plebiscito ratificatorio.
Las y los progresistas expresamos con claridad nuestra opción durante la campaña del 2013, y la noche de la 1ra vuelta, Marco Enríquez-Ominami lo señaló claramente: nosotros votamos por la Asamblea Constituyente
La propuesta de Bachelet normaliza e institucionaliza la AC (lo que no hace mucho algunos llamaban opio) y el plebiscito. Por lo mismo, sería gravísimo que las pretensiones democráticas del Congreso sean menores que las del Ejecutivo y el resto de los chilenos. En otras palabras, el Congreso no puede ni debe secuestrar el debate, participación y representatividad de los chilenos.
Las y los progresistas expresamos con claridad nuestra opción durante la campaña del 2013, y la noche de la 1ra vuelta, Marco Enríquez-Ominami lo señaló claramente: nosotros votamos por la Asamblea Constituyente. Creemos que no hay mecanismo más democrático y participativo que una Asamblea Constituyente que exprese todas las sensibilidades y visiones políticas y culturales del país.
Pero creemos que los mecanismos no se imponen ni se deciden entre cuatro paredes. Un proceso constituyente debe ser democrático en su origen, y por eso hemos promovido el plebiscito como el mecanismo para que sean los chilenos los que decidan la puerta de entrada a este proceso. Nos alienta que un mayoritario 62% de la población comparta con nosotros este camino.
El desafío para los meses que vienen es que aquellos sectores que hemos promovido con fuerza y convicción la AC, seamos capaces de convocar a vastos sectores sociales, ciudadanos, culturales, intelectuales y políticos, de izquierda, de centro y liberales, que no temen a la participación, que creen en el voto como el mecanismo más democrático en que los países deben tomar sus grandes decisiones, para que juntos trabajemos una hoja de ruta, que junto a los cabildos y debates ciudadanos, vaya tomando fuerza el plebiscito como el mecanismo más democrático para que sean las y los chilenos, quienes de forma democrática e informada, decidan el mejor mecanismo para arribar a una nueva Constitución.