Un inédito desencuentro entre Marta Larraechea y Karen Doggenweiler se sumó al ya tenso clima que ha caracterizado esta campaña presidencial. El conflicto entre las mujeres de Eduardo Frei y de Marco Enríquez- Ominami comenzó durante el debate televisivo, cuando el rostro de TVN le pidió a la ex primera dama que dejara de hacer comentarios negativos sobre su marido.
Desde entonces el fuego cruzado entre ambas fue en escalada, hasta que la animadora de Pelotón acusó a la ex concejala de Santiago de haber donado sus joyas al gobierno militar. Marta Larraechea negó este hecho y dio por cerrado el tema.
En esta entrevista, sin embargo, se refiere por primera vez a la agresividad de esta contienda política y no trepida en una implacable crítica contra Sebastián Piñera.
-Se dice que ésta es una de las campañas presidenciales más agresivas de los últimos años, ¿se ha extendido también este clima electoral entre las primeras damas?
-No voy a hablar sobre eso.
-Esta semana la Fundación Paternitas invitó a Cecilia Morel, a Karen Doggenweiler y a usted a un encuentro. ¿Por qué no asistió?
-Estaba en otra cosa. No tengo tiempo de ir a sentarme a escuchar o a debatir. Me angustia lo que están tratando de hacer con las mujeres (de los candidatos) en cuanto a invitarlas a participar en debates. ¡Para qué vamos a perder tiempo si tenemos que estar haciendo campaña en la calle! Yo no soy candidata. Para qué voy a estar sentada en el Hotel W contando algo, si todos conocen el programa de Eduardo referido a las mujeres.
-¿Qué piensan las otras mujeres de los candidatos respecto de que debatan?
-Una vez nos invitaron a Canal 13 a un debate. Yo le dije a la Cecilia Morel: Oye Cecilia, ¿están todos locos con esto?. "Tienes toda la razón", me dijo. Y listo, se acabó, nunca más se supo. Yo sigo trabajando como siempre lo he hecho, con las patitas en la tierra, acompañando a mi marido.
-Pero el caso de Karen Doggenweiler es distinto, porque más allá de ser la mujer de ME-O, es un rostro público.
-Yo fui concejal. Cada una tendrá sus cosas y ¡qué bien, aleluya!
Hinzpeter, Aylwin Y Valdés
-¿Pero coincide en que esta campaña presidencial ha sido una de las más duras?
-He vivido hartas campañas: La senatorial, la presidencial y la mía, porque fui concejal por Santiago. No importa cuando tú tienes diferencias políticas. En este momento, aquí no da lo mismo quién gobierne, porque la derecha tiene un proyecto y nosotros tenemos otro. Pero lo que no se daba antes era el ataque personal.
-¿A qué ataques se refiere?
-En esta campaña, antes que a Eduardo lo nombraran candidato, ya habían comenzado a sacarle fotos, a ir al Congreso y a hurguetear en los archivos. Entonces, se iniciaron ataques personales como tirarle por la cabeza ¡que él había indultado al narcotraficante más grande de toda la historia del mundo! (Ángel Vargas Parga) El otro día una señora me dijo: él vivía en mi barrio y era el hombre más bueno (se ríe). La verdad es que él se había rehabilitado y estaba todo bien. Yo pienso: si en seis años de gobierno a mi marido le sacan sólo eso, por Dios qué éxito más grande ha tenido.
En esta campaña, antes que a Eduardo lo nombraran candidato, ya habían comenzado a sacarle fotos, a ir al Congreso y a hurguetear en los archivos. Entonces, se iniciaron ataques personales como tirarle por la cabeza que él había indultado al narcotraficante más grande de toda la historia del mundo.
-¿Usted afirma que la derecha ha investigado a su marido en el Congreso?
-Partieron en la derecha. Fueron a los archivos y comenzaron a hurguetear. Y después ellos dicen: ¡a nosotros no nos toquen por lo que hicimos en el pasado! Pero juegan con esta doble cosa, y como tienen toda la prensa a favor... Nosotros, en cambio, no hemos tocado a nadie en lo personal.
-¿Cómo calificaría lo que hizo su marido durante el debate televisivo cuando citó la mención que se hace de Sebastián Piñera en el informe de Transparencia Internacional?
-Es un episodio al que le han dado demasiada importancia, han rasgado vestiduras y salieron los poderes fácticos en masa. Es algo muy simple, que está en todas partes. Puedes apretar el botón en un computador y verlo. Él pagó $360 millones, según yo tengo entendido, y ¡nadie paga $360 millones por nada! Se puede entrar en mil matices respecto a si debía ponerse en Transparencia Internacional o no, pero la cosa está ahí y punto.
-Esta semana el senador Frei señaló que si la Alianza ganaba el gobierno, recrudecerían los conflictos sociales. Por estos dichos, el coordinador de la campaña piñerista, Rodrigo Hinzpeter, lo acusó de instaurar una campaña del terror.
-Me da exactamente lo mismo lo que diga ese Hinzpeter, pero yo te podría dar un solo ejemplo. Cuando se produjo la crisis de los 80, años en que gobernaba la derecha, ¿quién pagó la crisis?: los adultos mayores. Les quitaron las pensiones para tapar los hoyos de los bancos. Así es como actúa la derecha. Cuando Eduardo vivió la crisis asiática, que tanto le han cuestionado, él subió las pensiones a los jubilados y no dejó endeudado al país ni en medio peso. Además, pagó la deuda externa. La Concertación está constituida por cuatro partidos muy diversos, pero desde hace 20 años hemos logrado dar gobernabilidad. De repente nos peleamos. ¡Obvio!. Ellos son dos partidos y se sacan la mugre día por medio. Si fueran cuatro no sé cómo estarían.
-Pero la Alianza parece estar muy disciplinada tras la candidatura de Sebastián Piñera.
-Vamos a ver cuánto les dura.
- ¿ Cómo toma los cuestionamientos de Patricio Aylwin y Gabriel Valdés frente al tono agresivo que ha adoptado la campaña de su marido?
-Estamos en una democracia y la gente puede decir lo que quiere. Antiguamente, no se podría haber dicho nada (se ríe). Pero es gente que queremos mucho.
-Pero no sólo ellos han criticado el curso de la candidatura de su marido. Hace unos meses lo hizo también el abogado Juan Pablo Hermosilla.
-Mira, hay tanta gente que opina. Siempre digo: si nos sentáramos a escuchar lo que dicen los diarios, me voy para mi casa y no sigo la campaña. Lo que importa es que tú vayas con tus ideas, con tu carita limpia, sin tener que darle cuenta a nadie, a hablar con la gente. Los votos se ganan en la calle, no haciendo declaraciones o detrás de un escritorio.
Marta Larraechea dispara
-Uno de los críticos más duros de su marido ha sido Marco Enríquez-Ominami...
-Es problema de él. Voy hacia otro lado. Mi objetivo es ganar la elección, estar con la gente. Me inclino por la alegría y por la buena vibra. Otra cosa no está en mi ADN.
-¿Qué le ha parecido el respaldo de Michelle Bachelet al senador Frei?
-Es lógico. Cómo no va a querer que el próximo presidente sea de su misma coalición. Ahora bien, antes que ella subiese su popularidad, en la derecha decían que era una dueña de casa simpática, que no daba el ancho para gobernar. Ahora todos la encuentran fantástica. Ellos se mueven así, no por convicciones.
-Pero su marido también estaba entre quienes tenían aprensiones frente al liderazgo de Bachelet.
-Él dijo algo en que tiene razón. Éste es un país machista. Si tú miras el espectro nacional, ¿cuántas presidentas de compañías hay, cuántas directoras de instituciones privadas existen? ¡No hay pues! Me imagino que la presidenta ha hecho un esfuerzo inmenso para tratar de hacer las cosas bien y demostrar a la gente que podía lograrlo.
-En ese sentido, ¿por qué le molestó tanto cuando Marco Enríquez-Ominami dijo en ComunidadMujer que en el gobierno de su marido no había representación femenina?
-Usted qué cree. ¿Cuántas mujeres había? Por lo menos tres. Además, Soledad Alvear fue una tremenda ministra.
Ataques personales
-A diferencia de lo que vivió en 1993, ¿siente que ahora sí ha debido ser más fuerte para afrontar el nuevo escenario electoral?
-En lo más personal, sí. Pero también he estado un poco más relajada porque ahora mis hijas están todas afuera, han formado su hogar. Antes yo andaba con cierta culpa. Ahora que estamos solos es mucho más fácil para mí. El domingo es día sagrado, nos juntamos, nos reímos, prácticamente no hablamos de política. Eso lo aprendimos en la casa de mis suegros.
-¿Qué le ha dolido más en este sentido?
-La verdad es que son los ataques personales. Cuando mi hija Cecilia fue a las primarias, el día que fue electo su padre, una diputada UDI la acusó porque ella trabaja en el Ministerio Público. Entonces ahí empezaron a sacarle cosas a Eduardo. Se inició una guerra muy sucia a través de Moreira, de los Monckeberg, de la niña Cubillos. Eso antes no se había dado.
Lo que duele son los ataques personales. Cuando mi hija Cecilia fue a las primarias, el día que fue electo su padre, una diputada UDI la acusó porque ella trabaja en el Ministerio Público. Entonces ahí empezó una guerra muy sucia a través de Moreira, de los Monckeberg, y de la niña Cubillos. Eso antes no se había dado.
-Se dice que usted tiene un gran ascendiente sobre su marido en decisiones políticas.
-Nooo. Soy más competente en temas relacionados con la mujer, el adulto mayor y la educación preescolar. Pero hasta ahí no más. Yo no he estudiado ingeniería, ni energía, ni economía. En eso doy bote. Pero cuando llevas 42 años de casada, se produce una simbiosis, nos conocemos, nos tenemos mucha confianza.
-El senador Frei se ha mostrado abierto a discutir todos los temas valóricos, como la unión civil entre homosexuales o el aborto terapéutico, ¿qué posición tiene al respecto?
-Yo estoy en la posición que todos los temas se deben hablar. Pasamos años de la vida ocultando las cosas debajo de la alfombra. Que no se podía hablar de violencia intrafamiliar, que no se podía hablar de divorcio. Entonces hemos ido creando cargas mucho más fuertes y creo que hoy por hoy se deben tocar todos los temas, discutir con las personas idóneas y no se debe cerrar los ojos ante nada.
-Plantear que se deben discutir todos los temas ¿le ha acarreado problemas con algunos sectores más conservadores?
-La gente del mundo evangélico me ha planteado en reiteradas ocasiones una aprensión: ellos piensan que van a tener la obligación de unir a personas del mismo sexo. Yo les he dicho que es un problema patrimonial. En este país, las parejas heterosexuales que conviven, no tienen ninguna legalidad al momento que uno de ellos se separa o muere. Lo mismo pasa con personas del mismo sexo. Entonces, cuando hay una ley debe ser igual para todos.
-¿Su inasistencia al último Tedeum no se debe entonces a que haya tenido problemas con la Iglesia Católica, tal como se especuló?
-La verdad es no fui al Te Deum porque estaba muy cansada y fueron todas mis hijas y nietas a la playa. Entonces yo dije, este día, un diita, voy a descansar. Entonces me fui a Santo Domingo. No sé si será feo decirlo (se ríe), pero fue así. Es que acompaño a Eduardo a todo. Una vez que no vaya, Dios me perdonará ¿no es cierto?
-¿Tiene un rol preponderante en esta campaña, con agenda propia?
-Es así desde hace mucho tiempo. Desde que era chica mi mamá siempre me enseñó que nos preocupáramos de la gente que tenía menos. Nos llevaba a la poblaciones. Ya casada trabajé en una lavandería en Huechuraba, en Conchalí, con gente de escasos recursos. Después estudié Orientación Familiar: somos como los sicólogos de los pobres. Cuando Eduardo fue candidato a presidente, en 1993, siempre lo acompañé en la campaña. Cuando ya era presidente, siempre estuve en contacto con la gente. Y en esta campaña hago lo mismo.