Aunque el mundo de los economistas es tildado de frío y aburrido, esta semana ha estado candente. Del mismo modo en que se juegan las cartas, los lobbies y las críticas soterradas hacia al adversario cuando está por elegirse un Premio Nacional -a otra escala, un Nobel-, así también se han desatado las pasiones entre los que apoyan uno y otro nombre para ocupar un cargo en el futuro gabinete.
El Ministerio de Hacienda no ha sido la excepción. Las posturas de RN y la UDI, la opinión del mercado y las competencias técnicas -sin dejar de lado los caracteres- han sido tomados en cuenta para llegar a los dos front runners de la carrera por el sillón de Teatinos 120.
A la recta final llegan Juan Andrés Fontaine y Felipe Larraín, sin mucho espacio para las sorpresas.
En este delicado juego de poder se mueven los intereses del gremialismo, de los "liberales" de la coalición y, fundamentalmente, el olfato y ojo del presidente electo.
¿Qué se busca? Un titular de Hacienda que sepa jugar en equipo, "jinetear" -sin adueñarse de ellas- las iniciativas de las otras carteras y esté dispuesto a trabajar con un economista brillante, como Piñera, que ya puso metas claras y precisas sobre la mesa.
¿Quién de los dos se quedará con el trofeo? En los últimos días comenzó a configurarse un diseño que implicaría el ingreso de ambos economistas al equipo titular.
Eso sí, aseguran quienes conocen al empresario, con Piñera siempre hay que reservarse un espacio para dar un golpe a la cátedra y colocar un nombre que no ha estado en el debate.
Set match point
En la relación entre Sebastián Piñera y el economista Felipe Larraín hay varios puntos de inflexión. Se conocen desde la universidad, cuando el primero hizo clases al hoy economista de la UC. Piñera recomendó a Larraín cuando éste postuló a Harvard: la centenaria universidad de la costa este norteamericana es el alma máter de ambos.
Pero quienes conocen al nuevo mandatario mencionan, sin dudarlo, el 2005 como el hito que selló la cercanía entre Piñera y el coordinador de su campaña.
El "gesto fundacional" que zanjó el nexo, sostiene un testigo de esos días, ocurrió en mayo de ese año. Tras la sorpresiva irrupción de Piñera como abanderado presidencial, la tensión se instaló entre los socios históricos, la UDI y RN. Como consecuencia de ello, la polémica se trasladó al interior de los Talleres Bicentenario, la matriz programática de Joaquín Lavín, que era coordinada por Juan Andrés Fontaine.
Tras un ruido que no pasó a mayores, se comenzó a armar un pequeño grupo que estaba por colaborar con la candidatura del empresario. Se produjo, entonces, una "fuga" de talentos desde el entorno de Lavín, que incluyó, además de Larraín, al actual consejero del Central, Rodrigo Vergara; al decano de Economía de la U. de Chile, Felipe Morandé; y al investigador del CEP, Harald Beyer. Los tres primeros lideraron la fractura al interior de los Bicentenario.
Al grupo se sumaría años después la directora del Instituto Libertad, María Luisa Brahm. En 2007, todos ellos conformaron los grupos Tantauco.
Junto a Brahm y Cristián Larroulet -ambos encargados de la "instalación" del nuevo gobierno- hoy todos son, con distintos grados de poder, parte del círculo de hierro del nuevo jefe de Estado.
Esta semana comenzó a circular entre los partidos de la Coalición por el Cambio una solución que mantiene la lógica y los equilibrios de poder, sin cuestionar las competencias técnicas. Tanto en la cúpula de RN, como en la UDI, cobró fuerza la posibilidad de que ambos -Fontaine y Larraín- sean incluidos en el gabinete.
La historia no termina ahí. Luego de la derrota frente a Michelle Bachelet, varias relaciones quedaron maltrechas, sobre todo entre los colaboradores de Piñera. Los roces entre éste y Larraín llegaron a un punto culminante, señala un testigo de lo ocurrido. Pese a esto, Larraín mantuvo siempre su lealtad con el entonces empresario y nunca divulgó la compleja "cocina" de dicha candidatura. "Sebastián sabe que Felipe ha estado desde el comienzo a su lado", comenta un cercano a ambos.
Fontaine, el independiente
Quienes han conversado con Juan Andrés Fontaine en las últimas semanas, aseguran que suele decir "Yo nunca he trabajado con Piñera, ni en sus empresas, ni en sus proyectos". La frase, además de sentar una de las características del economista de Chicago -su irrefutable independencia-, marca distancia con su contrincante para ocupar el piso 12 de Teatinos 120. Su declaración de autonomía tiene nombre y apellido: Felipe Larraín, quien es considerado en el círculo de Fontaine como excesivamente "condescendiente" con el gobernante electo.
Porque a pesar de ser un "histórico" de Lavín, nadie discute la independencia de este MBA de Chicago a la hora de expresar sus opiniones. "Juan Andrés no tendría problemas en plantearle a Sebastián sus discrepancias frente a un determinado tema. Y lo haría con rigor y sofisticación", sostiene un economista que lo conoce desde los años 80.
Pero lo que para algunos es una fortaleza, para otros es una debilidad. "El futuro titular de Hacienda tiene que reflejar lo que piense el presidente. Es difícil que Piñera se relacione con un ministro que hable por su cuenta o al cual perciba como piedra de tope para ejecutar su plan de gobierno", advierte un destacado economista.
En el entorno de Fontaine aseguran, en cambio, que su independencia es la única forma de mantener orden en las cuentas fiscales. Según un influyente asesor del presidente electo, los equilibrios macroeconómicos "son un concepto casi sagrado para los chilenos, sobre todo luego de la crisis".
De ahí, agrega el estratega, que el ministro de Hacienda de Piñera deberá ser, además de un activo promotor de las políticas que emprendan los ministerios sectoriales, un "guardián" de la regla de superávit, especialmente en un 2010 que no será demasiado boyante. "El presidente tiene que ejercer su poder en lo político y lo normal es que los intereses de ese mundo no siempre estén ajustados con los de la estabilidad fiscal".
La teoría del desagravio
Los apoyos a Fontaine provienen, fundamentalmente, de dos mundos: el empresariado y la UDI. Los hombres de negocios aseguran sentirse más cómodos con el socio de Fontaine&Paúl, a quien han visto desempeñarse con éxito en los directorios de Quiñenco, el Banco de Chile, Mall Plaza, Endesa y Transelec. A varios de ellos ha tenido que asesorarlos en momentos complicados y su opinión siempre ha dado frutos.
"Hace rato que Juan Andrés está metido en el 'mundo real', de donde proviene la productividad y el crecimiento", afirma un dirigente gremial. Y pese a ser considerado un cercano al grupo Luksic, quienes lo conocen aseguran que no se siente empleado de nadie.
Pero en la candidatura de Fontaine existe, además, un tema político de fondo. Su fallidapostulación al Banco Central provocó -principalmente en las filas de la UDI- una sensación de "veto" y frustración que ha sido comunicada al nuevo mandatario.
"Aquí no ha habido presión, pero se le ha hecho notar al presidente que Juan Andrés merece ser desagraviado", afirma un miembro de la cúpula gremialista.
Tie break
Su "caída" como consejero se produjo luego de ser presentado como candidato único de la derecha, cuestión que no gustó en el Ejecutivo. Según fuentes de la tienda de calle Suecia, el ministro Andrés Velasco solicitó que, en vez de un único postulante, se presentara una terna, de la cual la presidenta Bachelet escogiera con más libertad.
Así se hizo. Y aunque el economista de Chicago encabezaba las preferencias, La Moneda optó por Rodrigo Vergara, quien fue finalmente electo.
En ese momento, trascendió que Velasco encontraba a Fontaine una figura excesivamente "ideologizada", por su formación en Chicago y su paso por el Central en los 80, cuando el ente operaba como una suerte de brazo de Hacienda, entonces a cargo de Hernán Büchi.
El rol no buscado de Velasco
De ahí que, sin manifestarlo abiertamente, el actual ministro de Hacienda se ha transformado en uno de los aliados de Larraín.
Éste fue nombrado, en diciembre pasado, a cargo de coordinar la "instalación" de la nueva administración en Hacienda. Y pese a que en el último tiempo no habrían tenido contactos, Velasco tiene varios puntos de conexión con el doctor en Economía de Harvard, partiendo por la propia universidad norteamericana. Tanto el encargado de las finanzas de Bachelet como el economista de la UC fueron profesores titulares en la prestigiosa casa de estudios. Además, cultivan un estilo parecido, que incluye amplias y poderosas redes en el exterior. Y aunque Larraín no ha incursionado en literatura, sí tiene un superventas. Su libro Macroeconomics in the Global Economy, escrito con Jeffrey Sachs, ha sido traducido a 10 idiomas y es uno de los textos de consulta más usados en economía en el mundo.
¿Ministro o gerente de finanzas?
Lo que sí está claro entre los asesores del candidato, el mundo político y el empresariado es que la era de los ministros de Hacienda con súperpoderes llegó a su fin. Al menos durante el tiempo que dure esta administración.
Porque Sebastián Piñera no sólo es economista. Es, como dice uno de los expertos más reconocidos en la materia, "un economista brillante". Además, domina una vasta cantidad de materias, sobre todo las relacionadas con políticas públicas.
De ahí que entre los habitantes del comando presidencial se defina al futuro inquilino de Teatinos 120 como un "gerente de finanzas" que trabajará bajo las órdenes del "gerente general", aludiendo a Piñera.
En la Alianza cuestionan que desde 1990 -con especial énfasis en las dos últimas administraciones-, el encargado de las finanzas llegó a tener un poder desmesurado. Esto fue especialmente notorio, aseguran, con Andrés Velasco. "Él no sólo era ministro de Hacienda, sino que copó todos los espacios de poder, con excepción del Ministerio del Interior", asegura un importante estratega del piñerismo. Eso sí, se encargan de resaltar que en ello tuvo mucho que ver el regular conocimiento que la actual jefa de Estado tenía sobre temas económicos.
Por eso, y también por la personalidad del presidente electo, lo más probable es que el titular de esta cartera vuelva a su dimensión histórica; es decir, a la que gozaba antes del régimen militar, porque en el entorno de Piñera reconocen que en esa época figuras como Sergio de Castro y Hernán Büchi detentaron un poder casi omnipotente.
Hoy, argumentan en el equipo que prepara el aterrizaje en el poder, el ministro de Hacienda volverá a su cauce normal. De hecho, más que "ministro estrella", la idea es potenciar al conjunto de las carteras económicas -especialmente Hacienda, Economía y Trabajo-, convirtiéndolas en el "equipo estrella".
¿Las chances de hacer esto? No son pocas. Primero, es casi improbable que en la nueva administración surjan las "dos almas" que cruzaron los cuatro gobiernos de la Concertación. "Los objetivos están claros y la disciplina mostrada en la campaña debiera replicarse ya en el gobierno", sostiene un "histórico" de la Alianza.
En la candidatura de Fontaine existe, además, un tema político de fondo. Su fallida candidatura al Banco Central provocó -principalmente en las filas de la UDI- una sensación de "veto" y frustración que ha sido comunicada al nuevo mandatario. "Aquí no ha habido presión, pero se le ha hecho notar al presidente que Juan Andrés merece ser desagraviado", afirma un influyente gremialista.
Además, como la meta crucial del nuevo establishment es alcanzar tasas de crecimiento que no se ven en Chile desde los 90 y aumentar en forma crítica el número de empleos, ello sólo se puede lograr si Hacienda trabaja coordinadamente con la cartera de Trabajo y el Ministerio de Economía, que debiera retomar el liderazgo perdido desde hace varios años.
Pese a todo, nadie duda que Hacienda -junto con la Dipres- seguirá manteniendo un rol estratégico, ya que la asignación de los presupuestos continuará focalizada en esa repartición.
Las últimas cartas
Lo que nadie duda es que los dados están echados. Tras el anuncio hecho el miércoles por Piñera respecto a que dará a conocer su gabinete antes del 15 de febrero, los plazos comenzaron a correr.
De ahí que cada candidato a Hacienda esté jugando sus últimas fichas, de la manera más inteligente posible. Mientras Fontaine ha manifestado en forma pública su interés por el cargo, Larraín ha optado por un discreto bajo perfil, luego de días de exposición tras el triunfo en segunda vuelta.
Al mismo tiempo, comienzan a sonar los "otros". Aquellos que sin ser los front runners en esta carrera, circulan como "ministeriables" por sus condiciones personales, afinidad con Piñera o, simplemente, por el entretenido deporte de especular (ver recuadro página 26).
El uno y también el otro
Esta semana comenzó a circular entre los partidos de la Coalición por el Cambio una solución que mantiene la lógica y los equilibrios de poder, sin cuestionar las competencias técnicas. Tanto en la cúpula de RN como en la UDI cobró fuerza la posibilidad de que ambos -Fontaine y Larraín- sean incluidos en el gabinete.
"Es difícil ajustarse a un esquema de este tipo dadas las matemáticas y tomando en cuenta las habilidades que deben desplegarse en la administración, pero no imposible", precisan en el piñerismo.
De ocurrir esto, las apuestas son que Larraín llegaría al piso 12 de Teatinos 120, mientras que Fontaine podría ser el encargado de darle nueva visibilidad y "empoderar" el Ministerio de Economía.
Ahora bien, y en eso todos coinciden, pocos se atreven a poner todas sus fichas en uno o en otro. ¿Por qué? "Sólo Piñera sabe quién será el elegido", dice un miembro del entorno del nuevo mandatario.
¿Cuáles son los flancos débiles y las destrezas de los dos economistas en carrera?
Así los ve el mercado, el mundo político y el empresariado.
Felipe Larraín Bascuñán (51)
Fortalezas
1. Posee una amplia red de contactos en el exterior, lo que incluye el paso durante 10 años por la exigente academia norteamericana.
2. Su cercanía con Sebastián Piñera se ha mantenido por décadas. El propio presidente electo ha reconocido en privado la "sintonía fina" con Larraín y su total confianza en que el economista de la UC no será una piedra de tope en sus tareas.
3. Su paso por la Escuela de Gobierno de Harvard, como profesor titular, lo hizo internarse en el diseño y evaluación de políticas públicas.
4. Se le considera con un perfil político transversal, con nexos en la Concertación, pese a su cercanía con RN.
5. Su PhD en Economía de Harvard -cuya disertación para obtener el grado académico contó con la supervisión de Jeffrey Sachs- lo pone al nivel de sus antecesores en el escritorio de Teatinos 120.
Debilidades
1. Su inclinación por la academia lo ha distanciado del denominado "mundo real". Aunque ha estado en un par de directorios, su orientación principal ha sido a la producción de papers y a dictar clases en Chile y EE.UU.
2. Su extrema cercanía con Piñera hace temer a algunos que no opere en la posición de contrapeso en que históricamente han jugado los ministros de Hacienda.
3. Su estilo más conciliador y dialogante podría ser sobrepasado ante las demandas de los políticos.
4. Un sector de los economistas lo considera demasiado "generalista" por la variedad de temas que ha abordado durante el ejercicio de su profesión.
5. El hecho de haber reconocido a sus cercanos que votó por el No le ha granjeado la antipatía de un sector de la UDI.
Juan Andrés Fontaine Talavera (55)
Fortalezas
1. Es el preferido de la clase empresarial. Su paso por varios directorios y por su consultora Fontaine & Paúl lo ha acercado al sector privado.
2. En los últimos 12 años se ha enfocado en el área de Políticas Públicas. Así lo hizo cuando estuvo a cargo de contenidos de la campaña de Joaquín Lavín y coordinó los Talleres Bicentenario.
3. Cuenta con la amistad y el apoyo irrestricto del principal estratega de Piñera, el director ejecutivo del ILD, Cristián Larroulet.
4. Su conocida autonomía y pensamiento crítico propio podrían ser la garantía de los equilibrios fiscales que sus antecesores han enarbolado como principio de su gestión.
5. Posee redes en el mundo liberal, gracias a los contactos de su hermano, Arturo, quien dirige el Centro de Estudios Públicos.
Debilidades
1. Posee una escasa visibilidad en el ámbito internacional. Su trayectoria ha estado más enfocada al estudio de la economía chilena y a la asesoría de compañías locales.
2. Su cercanía con grupos empresariales -como los Luksic- lo convierte en un hombre excesivamente pro-empresa en un gobierno que ya no requiere de esos nexos.
3. Si bien destacan su calidad humana y técnica, quienes lo conocen advierten sobre una cierta altanería a la hora de plantear sus puntos de vista.
4. Se le identifica fuertemente con la UDI. Aunque no milita en el partido, en esa tienda están los principales promotores de su candidatura al Ministerio de Hacienda.
5. Su cercanía con Piñera se afianzó sólo en esta elección presidencial. En la contienda de 2005 su candidato fue Joaquín Lavín. No obstante, tras la irrupción de Piñera, en mayo de 2005, Fontaine, como encargado de los Talleres Bicentario, fue partidario de nutrir ambas opciones, pese a la reticencia de un sector del gremialismo.
¿Daza por los palos?
Una alta fuente del comando piñerista comenta que no fue necesario ver a José Luis Daza el domingo 17 de enero en el Crowne Plaza para tenerlo en cuenta como candidato para el gabinete de Sebastián Piñera.
"Él siempre ha tenido una muy buena opinión de José Luis. Lo conoce y admira su habilidad en el mundo financiero internacional", comenta una fuente cercana al presidente electo.
Y aunque el socio fundador del hedge fund QFR Capital vive desde hace 25 años en Estados Unidos, no ha perdido los contactos en el país y sigue con detención la evolución de la economía local. De hecho, es director de Moneda Asset, uno de los bancos de inversión más competitivos de la plaza. Su experiencia en finanzas y su conocimiento de los mercados externos podrían ser un plus, pese a no contar con apoyos políticos explícitos.
"No hay que descartar una figura prestigiosa que te asegure llegada en todos los foros internacionales", afirma un conocedor del funcionamiento de Hacienda.
En el comando de Piñera reconocen que, a través de terceros, Daza ha sido sondeado sobre la posibilidad de retornar a Chile. "No le dijeron a qué tarea específica", agregan. En el mercado sostienen que el economista de Georgetown sería un notable "súper" de Valores.
Esta semana también fue mencionado por la prensa el director del Departamento de Economía del MIT, Ricardo Caballero. Un reconocido economista dice a Qué Pasa que el chileno hoy está preocupado exclusivamente de temas académicos y de ganarse un nombre en el ámbito más competitivo del mundo: la academia norteamericana. "Su fuerte no son las políticas públicas, un tema clave para la nueva administración", precisa esta fuente.