En la sala principal del departamento de David Gallagher (65) en Américo Vespucio destacan los muebles de estilo, adornos de todas las nacionalidades imaginables y una foto suya junto a Ricardo Lagos. No es casualidad. Gallagher, analista del CEP y socio de Asset Chile, sólo dejó de votar por la derecha en las elecciones de 1999: esa vez lo hizo por el candidato de la Concertación.
Este liberal de derecha, reconocido por su mente aguda y su bagaje cultural, no se sentaba desde hace dos meses a conversar largo para una entrevista. Y en ese lapso de tiempo, han pasado cosas: el bloque de gobierno perdió la elección presidencial, la centroderecha ganó y llegará a La Moneda después de más de 50 años de ausencia, se nombró a un nuevo gabinete que despertó críticas… Gallagher se animó, entonces, a hablar del triunfo de Sebastián Piñera, de los aciertos y errores de su equipo de ministros y del futuro de Michelle Bachelet. Cuando opina, lo hace sin anestesia.
-Usted, el 2005, dijo que era difícil que la derecha ganara las elecciones presidenciales...
-Sí, incluso dije que podía ser difícil que la derecha ganara el 2009. Critiqué bastante a Piñera el 2005, porque hablaba todo el tiempo del humanismo cristiano para diferenciarse de Michelle Bachelet. No me parece que ésa sea una dicotomía que debiera discutirse en una elección. Además, la derecha tenía unas mochilas complicadas, como el tema de Pinochet. Y, al mismo tiempo, la Concertación tenía lo que se llamaba una mayoría cultural, que correspondía a dos de los antiguos tres tercios. Era muy difícil cambiar eso. Pero lo que hizo Piñera fue crear una derecha más moderna y la colocó como una verdadera centroderecha. Así logró conquistar a muchos de esa mayoría de chilenos que estaban en el centro, que son independientes y que no pertenecen necesariamente a ninguna de las dos coaliciones.
-Se ha sostenido que la Concertación perdió y no necesariamente fue Piñera el que ganó.
-Creo que Piñera ganó. Es cierto que la Concertación estaba muy dividida, tenía algunos candidatos presidenciales que iban por fuera y tenía su propio candidato que era poco ideal, porque en Chile el tema de la no-reelección sucesiva es una tremenda trampa para los políticos. Volver no funciona en un país que lo está pasando relativamente bien. Cuando la gente cree que el futuro tiende a ser mejor que el pasado, volver después de 10 años -como lo hizo Frei- es un desatino.
-Se ha dicho también que quizás el error fue colocar a un democratacristiano como candidato.
-No me parece, pero sí pienso que fue un error que el democratacristiano decidiera posicionarse muy a la izquierda. Creo que sus asesores interpretaron equivocadamente que había una tendencia mundial contra el capitalismo y los mercados. Y convencieron a Frei de entrar a esa postura casi anticapitalista, antidinero. Ahora bien, decir que los asesores tienen la culpa… tampoco habla bien del asesorado.
Paños rojos y paños fríos
-Los partidos de derecha y otros actores políticos han criticado al gabinete. Dicen que una de sus falencias es ser muy técnico. ¿Está de acuerdo?
-Todos los miembros del gabinete son tremendamente inteligentes y han sido muy exitosos en sus rubros. Los valores de inteligencia y capacidad analítica son más importantes que la experiencia política, que no sé exactamente qué significa. En el fondo, las empresas son profundamente políticas: si estás a cargo de una fusión, hay mucho número, mucho cálculo, pero mucha más política. Y en la política es muy importante, además, que existan mentes frescas, que tengan una mirada de afuera de lo que es el mundo cerrado del profesional político.
"Creo, personalmente, que quizás fue prematuro que se incluyera a Ravinet en el gabinete. No sé si fue tan buena idea hacer tanto esfuerzo para incorporar a democratacristianos o concertacionistas al gobierno en esta pasada".
-Joaquín Lavín, al ser oficializado como nuevo ministro de Educación, era dueño de una universidad. Y el futuro canciller, Alfredo Moreno, se desempeñaba en una empresa con intereses en Argentina, Perú y Colombia... ¿Qué opina?
-Cuando se entra a una carrera nueva hay que reinventarse y no se sigue pensando en la empresa que se dejó. Si un dueño de empresa fuera a trabajar de ministro, eso sería complicado. Pero en el fondo se trata de ejecutivos top, que pueden haber tenido acciones minoritarias en las empresas donde se desempeñaban. Por otro lado, si yo fuera dueño de empresa, no me gustaría que gente que trabaja para mí se fuera al gobierno, porque estaría consciente de que podrían querer ser más papistas que el Papa y querer perjudicarme para demostrar que no tienen conflictos de intereses.
-Pero en su caso, Juan Carlos Jobet dejará Asset Chile para asumir como jefe de gabinete del futuro ministro del Interior. ¿Qué le provoca eso?
-Es una gran persona, por lo que es una pérdida terrible, pero por otro lado estoy muy contento por él que esté ahí.
-Otro tema polémico fue no incluir parlamentarios entre los ministros. Muchos consideran que en el Congreso están los grandes políticos de la derecha. ¿Qué le pareció esa decisión de Piñera?
-Bien. Es muy importante que se muestren caras nuevas. Y sobre todo es un tema de ética democrática. Creo que está bien que la ley permita que un parlamentario deje el Congreso y se vaya al gobierno, porque podríamos estar en guerra y podría ser absolutamente necesario tener, por ejemplo, a tal senador como ministro del Interior o de Defensa. Esa posibilidad como último recurso me parece legítima, pero que se use con liviandad me parece ilegítimo.
"Si yo fuera un pingüino, sería mucho más entretenido corretear por las calles contra Lavín que contra la Mónica Jiménez. Es justo un símbolo de la derecha que -estoy sosteniendo- fue superada por Piñera".
-¿Qué piensa del equipo económico?
-Nunca ha existido un equipo económico tan coherente en los gobiernos de la Concertación. Aquí no sólo hay una coherencia perfecta entre Hacienda y Economía respecto a lo que hay que hacer en el país, sino también se la tiene con Trabajo y con Minería.
-Entonces, ¿a qué atribuye las diferencias de Felipe Larraín y Juan Andrés Fontaine respecto al impuesto específico a los combustibles?
-Sólo tiene que ver con las relaciones públicas respecto a cómo presentar el tema de los impuestos a los combustibles. Pero el tema de los impuestos de la bencina, por otro lado, va a ser una prueba para el futuro gobierno. Espero que se deje la ley como está. Sería muy negativo que se hiciera un cambio para dejar el combustible al nivel de emergencia en el cual se encuentra actualmente.
-¿Le gustó el nombramiento de Joaquín Lavín como ministro de Educación?
-Obviamente fue el nombramiento más sorprendente. Dije: "Qué raro". A primera vista no me gustó, pero ojalá le vaya superbién. Si yo fuera un pingüino, sería mucho más entretenido corretear por las calles contra Lavín que contra la Mónica Jiménez. Es justo un símbolo de la derecha -que estoy sosteniendo- fue superada por Piñera. Podría decir que su designación fue un paño rojo: nombrar a Lavín fue comprarse un problema. Pero si él vence eso, lo puede hacer muy bien. Por otro lado, es una persona tremendamente empeñosa, un buen comunicador y quizás los pingüinos y los profesores se enamoren de él: eso sería fantástico, porque necesita seducirlos para hacer los cambios que se requieren.
"Nombrar a Lavín fue comprarse un problema"
-¿Qué le pareció que Jaime Ravinet se sumara al gobierno?
-Creo, personalmente, que quizás fue prematuro que se incluyera a Ravinet en el gabinete. No sé si fue tan buena idea hacer tanto esfuerzo para incorporar a democratacristianos o concertacionistas al gobierno en esta pasada. Creo que es muy difícil para una persona pasarse a otra coalición justo cuando su coalición ha sufrido una derrota. Eso puede venir después. Lo de Ravinet puede tener enormes dividendos futuros, pero por ahora le pondría paños fríos al tema y a la democracia de los acuerdos. Esperaría y vería cómo se decanta la situación.
-¿Fue un error de Piñera?
-Fue un poquito incontinente. Pero yo encuentro valiente a Ravinet.
-¿No cree que sea factible la democracia de los acuerdos que ha propuesto insistentemente el presidente electo?
- La democracia de los acuerdos se fue dando con el tiempo en el gobierno de Aylwin. Pero si la exiges de antemano, parece un cheque en blanco. Mejor, mientras tanto, buscar acuerdos frente a cosas concretas.
Golpe de timón
-¿Cuáles son los temas pendientes del futuro gobierno?
-Este gobierno no logró hacer reformas microeconómicas. No estamos haciendo las tareas duras. Veo a un país malacostumbrado, con expectativas muy altas, que ha girado mucho en torno al alto precio del cobre y que necesita volverse más productivo. Es muy peligroso que vayan en aumento las expectativas cuando van disminuyendo las posibilidades de la economía para satisfacerlas. Mejorar la productividad es un tema urgente y evitar así que tengamos un estallido social en el largo plazo. No estoy pidiendo una revolución, pero sí un golpe de timón fuerte. Si fuera más de lo mismo, sería una pena.
-Se ha sostenido que los temas valóricos pueden convertirse en una área problemática para Piñera, ya que la UDI podría oponerse a una agenda liberal.
-Los temas de los próximos años no deberían dividir tanto a la derecha. La píldora del día después ya se distribuye y no creo que haya una iniciativa para frenarla. Además, ningún gobierno estaría en el ánimo de cambiar las cosas en cuanto al aborto.
-Dicen los expertos que la relación entre el futuro presidente y el empresariado -del cual es parte- también se va a mirar con especial interés...
-Piñera va a hacer su pega y los empresarios van a hacer la suya. No va a tener una relación incestuosa, todo lo contrario. Este gobierno va a ser muy independiente de los empresarios y no va a tener la necesidad de pasar la prueba con ellos. Entonces, quizás va a ser menos complaciente con los empresarios que los gobiernos de la Concertación. Yo apostaría a eso.
-¿Se debe o no privatizar Codelco?
-Codelco tiene que funcionar como una empresa, no como una división del Estado. Debería funcionar con un directorio que la vea como una empresa que pueda recurrir a capital con la lógica de los mercados, que pueda financiar sus proyectos sin depender exclusivamente de los gobiernos.
-¿De qué porcentaje de privatización está hablando?
-Es un tema muy sensible. Codelco es una vaca sagrada. Por eso, soy realista y no tengo problema en que se ponga un límite de un 20% o incluso de 10%. Menos de eso sería ridículo.
-¿Cree que el presidente electo estará dispuesto a pagar el costo de privatizar esa empresa estatal?
-Una de las cosas buenas que hizo Michelle Bachelet fue crear comisiones para dirimir los temas conflictivos. Yo nombraría una comisión transversal para resolver ese tema.
¿Bachelet 2014?
-¿Cómo ve el futuro de la Concertación?
-Mi apuesta es que se va a dar un proceso de desmembramiento. Puede llegar un gran líder que los reúna, pero después de un proceso de desarticulación. Ahí la DC va a estar viendo qué hace: mis amigos DC tienen un gran odio tanto por los socialistas como por la derecha. En este momento, están encamados con los socialistas. Se demostró que ya no existe la mayoría que estuvo 20 años en el poder. Ahora, existe una mayoría alternativa y la DC podría sumarse a ella. También hay una hipótesis, que no es descartable, de que volvamos a los tres tercios históricos. El sistema binominal podría funcionar muy bien con esos tres tercios.
"Mejorar la productividad es un tema urgente y evitar así que tengamos un estallido social en el largo plazo. No estoy pidiendo una revolución, pero sí un golpe de timón fuerte. Si fuera más de lo mismo, sería una pena".
-¿Y cómo evalúa el gobierno de Bachelet?
-Como un gobierno razonable, pero no un gran gobierno. En algunos sentidos, hemos estado un poco a la deriva. La reforma previsional fue muy buena. Fue un gobierno conciliador, poco conflictivo, donde no se tomaron decisiones duras. El costo de eso fue que no se hicieron las reformas microeconómicas, que estoy seguro que a Andrés Velasco le habría encantado hacer. Entonces, se siguió girando alrededor de las reformas del pasado y del alto precio del cobre. Si tuviéramos otros tres gobiernos de este tipo, este país entraría en una crisis de verdad.
-¿Cómo se explica su alta popularidad?
-Podría preguntarse si el gobierno merece un 80% de aprobación. Dicen que el 65% de los votantes de Piñera aprueban a Bachelet. Es para un estudio sociológico: en noviembre del año antepasado, la aprobación de la presidenta estaba en un 38%. Algo que crece en forma tan espectacular hace pensar en metáforas tipo espuma.
-¿Debería volver a La Moneda en cuatro años más?
-Siempre va a ser difícil competir con alguien nuevo, que represente una mirada del futuro. Lo mejor que puede hacer Michelle Bachelet como estadista es alejarse de la coyuntura, como lo hizo Ricardo Lagos, dejar que surjan nuevas figuras y ver qué pasa, ver si al cabo de 2 ó 3 años hay un vacío enorme y la gente está clamando por ella...
-¿Quiénes son, a su juicio, esas posibles caras nuevas del oficialismo?
- Hay muchas: Andrés Velasco, Marco Enríquez- Ominami, Nicolás Eyzaguirre, algún hermano Walker, Claudio Orrego.
-¿Y en la derecha?
-La derecha está en el otro extremo: hoy día no hay ningún candidato bueno. Ojalá en los próximos años surjan cuatro o cinco nombres para que la centroderecha pueda escoger bien entre ellos.
-¿Y qué pasa con Pablo Longueira?
-Es tremendamente auténtico, trabajador, tiene una gran visión del tema de la pobreza en Chile y tiene un entusiasmo y una pasión que hacen que uno esté agradecido de que esté en política. Pero en la mayoría de los chilenos despierta la sensación de que es una persona de minorías, sectaria, que tiene la capacidad de asegurarse un porcentaje de votos de la derecha más dura, lo que es supereficiente para ser senador, pero no llega al 50% de los votos.