Pedro Licanán. 65 años. Cartonero.Renca.
Pedro Licanán tiene 65 años, arrienda una pieza y recoge cartones para sobrevivir. Su vida como pobre comenzó en Temuco. Tras la muerte de su madre, tuvo que abandonar el colegio para ganarse el pan. Con sólo 3º básico rendido, no sabe leer ni escribir. Ofició de temporero en una viña cerca de Santiago, hasta que una pulmonía lo dejó hospitalizado durante nueve meses. Nunca más volvió a tener un trabajo. "Como no tenía pega, me dieron la idea de trabajar como cartonero", cuenta. Con plata ahorrada se compró un carretón. "Cuando me va bien alcanzo a ganar mi luquita", asegura, aunque calcula que semanalmente junta $3.000. Así lleva cinco años.
Hoy vive en una pieza que le arrienda a una familia por $40.000, la cual paga gracias a la ayuda del Centro de Encuentro del Adulto Mayor (CEAM) del Hogar de Cristo, quienes además le dan desayuno y almuerzo de lunes a viernes.
1.No sabría decirle. Pero como voy a recibir mi jubilación, eso me va a ayudar mucho, mucho. Ya no andaría con tanto cartoneo, saldría menos.
2.Ahora recibo el apoyo del CEAM. Ellos me ayudan a pagar el arriendo, me dan desayuno y almuerzo. Pero desde octubre comenzaré a recibir la pensión para la tercera edad que entrega el Estado.
3.Podría existir una escuela para la gente de la tercera edad, porque aquí en el CEAM somos muchos los que no terminamos el colegio. Hay varias letras que no entiendo. Sé escribir poco, mi nombre sí, pero no mi firma. Me gustaría estudiar para tener más experiencia y darles el ejemplo a los menores. Yo volvería a estudiar.
4.Tener una casita propia y con sus cositas. Saldré de la pobreza cuando no me falte la mercadería, ni el azúcar ni la sal.
Cómo arrancar de la pobreza (según los pobres)
Mercedes Gutiérrez. 48 años. Empleada doméstica. Pasaje El Príncipe, Peñalolén.
Mercedes se siente con suerte. Dice que no tiene mucho, pero que es harto para lo que gana. Vive desde hace 12 años en el pasaje El Príncipe, de Peñalolén, y trabaja como empleada doméstica. Obtiene un sueldo de $150 mil. Su marido, Luis Yáñez (50), no tiene un trabajo estable, pero logra reunir entre $100 mil y $150 mil al mes. Como Luis llegó solamente hasta 8º básico, trabaja como conserje o haciendo arreglos en las casas de sus vecinos. Sus dos hijos, de 16 y 12 años, son la esperanza de esta familia. El mayor estudia en el Colegio Profesor Guillermo González Heinrich, desde donde saldrá como Técnico en Telecomunicaciones, siempre que termine IV medio. El temor de la familia es no tener dinero para costearle estudios superiores.
1.Consiguiendo un trabajo estable para mi marido. Porque él no está imponiendo. Entonces, si nosotros nos enfermamos, no tenemos salud. Eso es lo que nos falta.
2.Un subsidio familiar de $19.500 mensuales, además del subsidio habitacional con el que conseguimos nuestra casa.
3.Mi marido trabaja los domingos como conserje. Para que lo contraten todos los días, le piden que haga un curso. Entonces, debería haber capacitación a través de las municipalidades. Además, que la educación universitaria sea gratis. Porque cuando mis hijos quieran estudiar una carrera más importante, ahí se va a poner más pesado. En el Inacap, por ejemplo, son $180 mil mensuales, como mínimo. Cuesta mucho que los niños pobres estudien.
4.Un buen trabajo para mi marido. Para que terminemos la casa y les podamos dar una buena educación a mis hijos. Es lo principal: que ellos puedan ser profesionales y no tengan que trabajar en la construcción. Yo les digo a ellos que tienen que estudiar, porque si no trabajarán en lo mismo que el papá.
Cómo arrancar de la pobreza (según los pobres)
Rosa Villarroel.23 años. Dueña de casa. Villa La Primavera, La Pintana.
Rosa Villarroel (23) es hija del rigor. Su madre se desempeñaba como asesora del hogar y su padre como obrero de la construcción. Orgullosa, cuenta que ellos lograron matricularla en un colegio particular, donde estuvo becada gracias a sus notas. Salió de IV medio y realizó su práctica técnica como asistente de párvulos en la Escuela Amanecer. Cuando cursaba la media comenzó a pololear con Felipe Viscarra (28), quien a diferencia de ella, sólo estudió hasta 8º básico y trabaja desde los 15 años en los camiones que recogen la basura. Fue en el 2006 cuando quedó embarazada de Darlyn (3), se fueron a vivir juntos y arrendaron un departamento en Villa La Primavera, en La Pintana. Hoy, están casados y tienen otra hija de dos meses, Yeydin.
Mientras Rosa pasa sus días cuidando a sus hijas, Felipe trabaja de lunes a sábado, desde las 5.00 hasta las 22.00 hrs. y gana $120 mil mensuales. Ella espera volver a trabajar. Él quiere un empleo mejor. "En vez de correr detrás del camión, quiere manejarlo. Pero para eso necesita IV medio", dice Rosa.
1.Sí, trabajando los dos. Yo no lo hago porque mi chiquitita tiene apenas dos meses y no tengo dónde dejarla. Quiero esperar a que cumpla los dos años para llevarla a una sala cuna. Me gustaría entrar al instituto -al nocturno- para estudiar algo relacionado con los niños y trabajar de día para pagarlo.
2.Del Estado no recibo apoyo, pero estamos postulando a un subsidio para comprarnos una casa. Me ha pasado que no tengo qué comer, pero nunca se lo he dicho a nadie. Voy donde mi mamá para que les dé comida a las niñas, mientras yo digo que ya comí algo, que no se preocupe.
3.Que tomen más en cuenta algunos trabajos, como los recolectores de basura, los que trabajan en las viñas, frigoríficos. Deberían valorizar lo que hacen, pagarles más. No cualquiera se atreve a recoger basura. También sería bueno que nos ayudaran con el cuidado de los niños: tener una parte donde dejarlos para poder estudiar de noche y trabajar en el día.
4.Cuando trabajemos los dos y la plata nos alcance. Estaría satisfecha si entre los dos hiciéramos $250.000. Bueno, y si tuviera la casa propia.
Cómo arrancar de la pobreza (según los pobres)
Sandra Díaz. 31 años. Dueña de casa. El Volcán, Puente Alto.
En la fila del consultorio es donde Sandra (31) entiende que su vida se estancó. Que levantarse a las cinco de la mañana es la única opción que tiene para que un doctor trate la bronquitis crónica de Juan, su hijo que recién cumplió un año. Y es duro porque a veces no alcanzan a atenderla. Y tiene que volver a su casa en Puente Alto con su hijo tosiendo y llevar a Geraly, su hija de cuatro años, al colegio para que estudie y para que después, quizás, se gradúe. Sandra, que no está casada pero convive desde hace cinco años con un soldador, siente que hay una razón que la llevó a tener esta vida, donde hay días en los que puede ganar uno que otro peso vendiendo en la feria. Ésa, dice, es solamente haber estudiado hasta segundo medio porque hace tiempo, unos 15 años, su madre le dijo que tenía que quedarse en casa cuidando a sus hermanos chicos. Y Sandra hizo caso hasta que pudo. Y vio cómo uno de ellos iba preso por droga y otro moría baleado en una fiesta poco después de cumplir 18. Ése es el miedo que Sandra trata de espantar administrando un presupuesto que, entre los subsidios familiares y el sueldo de su pareja, suma $230.000.
1.El día en que tengamos nuestra propia casa, vamos a salir un poco más adelante. Pero postular a los subsidios es complicado: si no fuera tanto trámite y el papeleo no fuera tan largo. Podría ayudarnos alguien de la municipalidad o una asistente social.
2.Del Estado sólo recibo un subsidio familiar de $19.500. Y tengo la posibilidad de tener a mi hijo menor en un jardín infantil del Hogar de Cristo, en Puente Alto.
3.Que me dieran facilidades para tener una casa propia. Algo propio para mis hijos. Si hubiera jardines infantiles todo el día también sería mejor. Porque las mamás con niños chicos podrían salir a trabajar y aportar para comprar mercadería o pagar cuentas.
4.Tener una casa propia. Y no tener problemas para acceder a algo mejor en salud, y sobre todo educación. Porque no es la idea que el Estado dé todo gratis. Por eso, yo quiero que mis niños terminen la escuela y que sean profesionales. Tenemos que ayudarlos para que no caigan en la droga. Si los agarra el vicio, los chiquillos nunca surgirán.
Cómo arrancar de la pobreza (según los pobres)
Priscilla Escudero.27 años. Dueña de casa. La Pintana
Priscilla sueña con irse. Con armar su bolso, tomar a su marido y a sus cuatro hijos, y arrancar de su casa en La Pintana, donde viven con otras siete personas. Pero Priscilla no puede. Porque los $300 mil que gana su marido -como obrero en una construcción en Providencia- son el único ingreso que tiene su casa, donde convive con un padre, madre y padrastro. Nadie más trabaja. "En esta casa son todos buenos para la Pasta Base. Ninguno hace na'. Ahí también, en esa casa pequeña que huele a húmedo y que está a pocos pasos de la autopista Acceso Sur, vive su hermana, hermanastros y una sobrina que ella ya casi siente propia. La tragedia de todos los días para Priscilla es entender que si hace lo que quiere, si se marcha, esos niños no sólo no tendrán qué comer, sino que además la droga llegará hasta ellos. Priscilla vive en un mundo tan vulnerable y de tan pocas certezas, que tampoco le confiaría sus hijos o sobrina a un jardín infantil. Porque ahí, lejos de su protección, quién sabe qué cosas podrían pasarles. Priscilla desconfía y por eso no trabaja ni sale. Algo en ella le dice que si se queda, quizás pueda evitar lo que de lejos parece evidente: que sus hijos y hermanos chicos, terminen siendo adictos. Mientras esto pasa, cuando su marido está trabajando y ella, que sólo llegó hasta 7º básico, hace todos los esfuerzos para que su hermano menor, de 11 años, pero que va en 1º básico, termine el colegio.
1.Sí, saldré de la pobreza el día en que yo me pueda ir de esta casa. Para eso necesito plata y saber que mis tres hermanos van a quedar bien cuidados aquí.
2.Lo único que recibo es el cobro familiar por hijo. Pero ninguno de los programas, como el Programa Puente o Chile Solidario nos ayuda. Para entrar tienes que cumplir con ciertas características que nosotros, para ellos, no cumplimos, como que mi casa es "decente" (aunque yo le digo la mansión del terror) y no sé qué cosas más. Pero he ido un montón de veces a inscribirme en esos programas y siempre me rechazan.
3.No sé. Yo ya no creo en esas cosas. Ni siquiera lo pienso. Lo único que quiero es salir de aquí, pero no tengo cómo.
4.Dejaré de ser pobre cuando pueda tener mi lugar propio, mi casa. Estar tranquila y sentir que mis niños están bien, cuidados y seguros.
Cómo arrancar de la pobreza (según los pobres)
María Teresa Bolarín. 50 años. Dueña de casa. Pedro Aguirre Cerda.
En octubre del año pasado, a María Teresa Bolarín (50) le detectaron un cáncer al tejido linfático. Nelson, su marido de 56 años, llevaba meses sin empleo y sólo hacía un par de semanas que había encontrado trabajo. Pero claro, con María Teresa enferma, pasó lo que tenía que pasar: Nelson pidió más permisos de los que quisieron darle, perdió su trabajo y tuvo que regresar a su casa en Pedro Aguirre Cerda a contarle a su señora enferma la noticia. A decirle que después de tan poco, habían vuelto a la incertidumbre.
En esa época, recuerdan, sólo sobrevivieron gracias a ayudas. Como las canastas con alimentos para que comieran las ocho personas de la casa, que llegaban desde el Liceo Enrique Backausse, donde tiene a tres de sus siete hijos estudiando. O la ayuda de Cristián, uno de sus hijos mayores, que además de mantener su propio hogar, aportó para pagarles los gastos a sus padres. Mientras todo eso pasaba, María Teresa se enteraba de que la Comisión de Medicina Preventiva e Invalidez le había negado la pensión, aduciendo que no cumplía con los requisitos para este beneficio. Pero ella no dijo nada. Que la reconocieran como inválida, dice, no era algo por lo que iba a humillarse. Hoy, Nelson consiguió trabajo como guardia en Paris. Le pagan $180 mil, que es suficiente para sobrevivir por ahora.
1.Mientras la cabeza de la casa tenga un trabajo seguro, uno puede salir adelante. Siempre.
2.Recibíamos el subsidio familiar porque mi marido estaba sin trabajo. Traté de adquirir una pensión de invalidez pero fue rechazada por la Compin.
3.Abrir más fuentes de trabajos estables, sin tanta burocracia. Dejar de fijarse en el tema de la edad, porque los mayores también tienen capacidades.También más becas y créditos para que los jóvenes puedan estudiar y no se queden vagando. Por eso hay tanta delincuencia.
4.Cuando tenga un comedor decente para mis hijos y un clóset para que esté la casa ordenada. Cuando tenga todo lo básico para un hogar.
Cómo arrancar de la pobreza (según los pobres)
Miguel Peña. 40 años. Feriante y cachurero. Villa La Iglesia, La Pintana.
Miguel Peña (40) es el sexto de ocho hermanos. Nació en La Pintana y su madre lo internó en un hogar de menores de Pudahuel, ya que no podía mantenerlo. Allí estudió hasta sexto básico y cumplidos los 15 regresó donde su mamá. Como no tenía estudios completos, comenzó a trabajar en la feria que se instala a pocas cuadras de su hogar, en la esquina de la calle El Fundador con La Ermita. Hoy tiene 40 años y sigue haciendo lo mismo. No está solo. Hace ocho años conoció a María Angélica Fuentes (30), quien llegó desde Valdivia junto a su hija Kemely (8). La historia de su pareja es similar a la suya. Hija de madre soltera, estudió hasta 8º básico en una escuela diferencial y a los 13 años ya trabajaba como niñera. Hoy tienen a Alondra (2) y Agatha (1).
Miguel también sale a recolectar papel blanco, cobre, latas, cartones o baterías de auto que vende a los compradores por kilo. Con sus diferentes "pegas" logra juntar cerca de $120.000 mensuales. "Se vende para tenerles alimento a las niñas no más. Ahora, por ejemplo, no tengo pañales ni leche para la chiquitita. Vamos a tener que hacer un milagro para conseguir", dice María Angélica.
1.No, porque en La Pintana la pobreza va a existir igual. Y aunque viviera en Las Condes, igual sería pobre. Llevo 20 años sin trabajo, me van a pedir currículum y no tengo experiencia. Además, que piden primero medio y tengo sólo sexto básico.
2.La pensión familiar de María Angélica, por ser madre soltera. Ella y las tres niñas reciben $6.500 mensuales cada una.
3.No importa el gobierno que esté, sea de izquierda o derecha, nosotros vamos a tener que trabajar igual. Lo que sí creo es que el gobierno debería entregar más bonos. Nosotros recibimos los de Bachelet y el bono de marzo de Piñera. Eso es bueno. También debería haber muchas más oportunidades de trabajo para los que no tenemos estudios.
4.Cuando verdaderamente tenga mi casa propia. Nosotros queríamos postular a un subsidio para comprarnos una casita, pero nos pedían $230.000 que no tenemos. ¿De dónde vamos a sacar esa plata?
Cómo arrancar de la pobreza (según los pobres)
Claudia Toledo. 33 años. Jefa de hogar. Campamento Las Turbinas, Lo Espejo.
Claudia Toledo y cinco de sus seis hijos viven en 21 metros cuadrados. De su ex sólo recibe $30 mil. Hace dos años que éste se fue con una nueva pareja, dejando a su familia en una casa de emergencia regalada, con muebles de mimbre -también regalados-, pero donde hay un televisor con cable. Desde el aparato se escucha día y noche reggaetón.
En la estrecha pieza, tres camas albergan a seis personas. Claudia tiene 33 años. No trabaja. Vive con un subsidio familiar de $42 mil mensuales, más lo que le envía su ex marido. Hace cinco años se quemó su mediagua. Un Techo para Chile le entregó otra, la que nuevamente se incendió en noviembre de 2009. Hoy, tiene todas sus esperanzas puestas en que su hijo mayor, Fernando (16), termine el IV medio.
1.Con más trabajo puede ser. Dejé currículum en varios lados, pero el problema es que no puedo trabajar de día porque no puedo dejar solos a mis hijos. En la noche, en cambio, tengo quien los cuide. Pero no hay trabajo de 9 de la noche a 3 de la mañana. Y necesito trabajar, porque ya postulé para la casa. Junté $250 mil, pero me faltan $250 mil más y tengo que tenerlos de aquí a diciembre.
2.Recibo un subsidio familiar de $6.000 mensuales para mí y para cada uno de mis hijos. Son $42.000. Además, con el bono marzo saqué $ 380 mil.
3.Podría haber guarderías nocturnas, donde dejar a los niños. O que el gobierno les pagara a personas -capacitadas- para que cuiden a los niños en las noches.
4.Sería la mujer más feliz si mi hijo termina su IV medio, porque él dice que va a trabajar para ayudar a sus hermanos. Y si recibiera mi casa, mejor. La casa sería algo importante para poder superar la pobreza, porque no se llueve como las mediaguas. Yo encuentro que eso sería un peldaño más.
Cómo arrancar de la pobreza (según los pobres)
Taina Rodríguez. 18 años. Madre soltera. El Volcán, Puente Alto.
Taina (18) dice que no necesita ayuda de nadie. Que sus dos manos es todo lo que requiere para criar a Jadiel, su hijo de siete meses. Dice también que imagina un futuro que sólo los incluye a los dos. Y que en unos 18 años más, cuando termine cuarto medio y entre a la universidad, Jadiel dirá que todo esto lo logró gracias a su madre, que creció en una casa en Puente Alto donde vivían doce y que ella tuvo que dejar el colegio en primero medio para poder criarlo.
Taina se alimenta y sobrevive gracias a los $90 mil que gana su madre en trabajos en empresas de aseo. Pensaba hacer el servicio militar. Dice que estaba casi dentro. Que era todo lo que quería en el mundo. Pero después, una noche, Taina conoció a un tipo con el que ya no se habla, y nueve meses después nació Jadiel. Tuvo que cambiar sus planes y darse cuenta de que el próximo año sólo podría estudiar de noche, después de trabajar todo el día.
1.Sí. Trabajando voy a poder salir adelante con mi hijo. Quiero que él, después, cuando sea más grande, diga que lo hice sola, sin pedirle ayuda a nadie.
2.Un subsidio familiar por mi hijo, de $6.500. Mi mamá también lo recibe por cada uno de sus tres hijos. Tengo a mi hijo en un jardín infantil de Hogar de Cristo.
3.Ayuda para terminar los estudios porque hoy, para todo, piden cuarto medio. Con un trabajo en donde gane $200 mil, podría vivir bien. Quiero que todo lo que yo no pude hacer, mi hijo pueda hacerlo. Por eso voy a trabajar hasta el máximo. Saliendo de su cuarto medio, quiero que estudie. Que sea profesional. Y si uno tiene las ganas y tiene esa idea en la cabeza, depende de uno que resulte. No de la municipalidad o del Estado.
4.Es que yo no me creo pobre. En mi casa cuando queremos algo, nos esforzamos y lo conseguimos. Para mi el pobre es el que no tiene nada. Nada para comer, nada de ropa. O sea, nada.
Cómo arrancar de la pobreza (según los pobres)
Álvaro Vallejos. 32 años. Técnico en Climatización. La Concepción, Pudahuel.
El negocio de lencería que tenía en la calle Bandera no pudo seguir funcionando. Ahora, el cartel está acostado en el living de la casa que arrienda en el pasaje La Concepción, en Pudahuel. Ahí vive con su pareja peruana, Mabel Rumay (25), y su cuñada, Maite (23), quien llegó a Chile en octubre del año pasado con su hija de 2 años. El espacio no es grande. Deben acostumbrarse a vivir en un lugar donde la cocina entorpece la pasada al segundo piso, donde se sitúan las dos piezas.
Dice que Mabel es técnica en Salud, por lo que se les ocurrió instalar un centro de masajes. Sin embargo, la Seremi de Salud les negó la autorización. Decidieron instalar una tienda de lencería, que no remontó. Hace un mes a Álvaro lo despidieron de su trabajo por "necesidades de la empresa". Por eso, no pudieron seguir pagando el arriendo del local. Por estos días, se mantienen con su finiquito de $500 mil, que se lo entregan en tres cuotas.
1.Ojalá logremos conseguir la plata para que el negocio siga funcionando, a través de préstamos, por ejemplo.
2.El seguro de cesantía, aunque eso no es sólo del Estado. Es un poco que me descontaban a mí, otro poco que pone el empleador y un bono que me da el Estado. Entonces, ahí me pueden dar $100 mil durante siete meses. Pero me lo empiezan a dar en agosto.
3.Podrían dar un préstamo, a través del BancoEstado, en el que no pidieran liquidaciones de sueldo, sino que nuestro negocio quede de aval. Hace poco supimos que el BancoEstado entrega un crédito a microempresas. Llamamos para consultar, pero ponen muchas trabas. Otra solución es que, quizás, nos pudiéramos instalar con ayuda de la municipalidad en algún puesto de una feria. Durante la campaña, el gobierno dijo que iba a ayudar a las ferias libres. Nos gustaría hacer muchas cosas, pero sin dinero no se puede hacer nada.
4.Cuando retomemos nuestro negocio. Yo me pongo en el lugar de la gente de los bancos. Nadie le prestará plata a cualquiera, por mucha publicidad que hagan en la tele. Pero hay mucha gente que tiene ganas de hacer cosas, y no se les da apoyo.