Barack Obama debe estar contando los días para que se acabe la pesadilla que ha significado este año. Dispuesto a llevar a cabo algunas de sus grandes promesas eleccionarias, se la jugó en marzo por la mayor reforma sanitaria en la historia de Estados Unidos, pero eso lo llevó a perder a los independientes -que lo apoyaron mayoritariamente en las elecciones- y a terminar de alienar a los pocos conservadores que tenían esperanzas en su gobierno. En noviembre, vino lo que hasta hacía apenas seis meses parecía imposible: la pérdida de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes. Bajo ese nuevo panorama, Obama se ha visto forzado a hacer concesiones a los republicanos (por ejemplo, mantener los recortes impositivos del gobierno de Bush), con lo que este diciembre le toca presenciar cómo los liberales progresistas -sus grandes defensores- se alejan de él.
Si los demócratas se han mostrado timoratos, los republicanos han sido todo lo contrario. Sarah Palin y el Tea Party son las fuerzas que están detrás de la resurrección de la derecha, y su discurso estridente, religioso, fundamentalista, conservador, que ataca incluso el desviacionismo ideológico de algunos republicanos. El Tea Party sueña con la utopía arcaica de volver a los Estados Unidos de los padres de la patria: un país más blanco, más homogéneo. El sentimiento dominante en el Tea Party es el de oponerse a la expansión del gobierno: mientras menos haya de él, mejor. Quienes no tomaron en serio a este movimiento libertario no se dieron cuenta que la clase media blanca vive estos días con la sensación de que los mejores años de los Estados Unidos han quedado atrás; hay nostalgia por un país que nunca existió, un país que podía ofrecer empleos decentes a todos y en el que todos eran felices y la unidad no se había resquebrajado.
Sarah Palin, por su lado, ha renacido de las cenizas (diría el lugar común). Si hace dos años su desastrosa candidatura a la vicepresidencia provocó risas y parodias, hoy aquellos que la denostaron se ven forzados a aceptar que la mujer tiene un carisma que trasciende sus limitaciones, que no son pocas: un asesor de John McCain señaló hace dos años que en la cultura general de Palin había "huecos del tamaño de Alaska".
Quizás todo tenga que ver con la naturaleza instintivamente antiintelectual del norteamericano medio. En Estados Unidos, un político puede haber estudiado en Harvard y ser de la élite, pero debe presentarse como un hombre del pueblo. Para muchos el problema de Obama puede ser el color de su piel, pero hay otro pecado más grande que comete el presidente norteamericano: con sus modales de profesor y su curioso desdén por las masas, Obama parece un intelectual de alguna universidad Ivy League; de hecho lo es, pero sin la hábil cintura política de un Clinton para aparentar que no lo es. Palin, en cambio, se presenta como una mujer salida de la América profunda: alguien que cita constantemente la Biblia, que está en contra del aborto y a favor del derecho a portar armas; alguien que ha sido rechazada por la élite arrogante. Su populismo es, como dijo el biógrafo de otro populista famoso (William Jennings Bryan), "el deseo de una sociedad gobernada por y para gente ordinaria que lleva una vida virtuosa".
Palin entiende como pocos políticos cómo se pueden usar las redes sociales a su favor. En junio, un post suyo en Facebook atacó la reforma sanitaria de Obama y mencionó que habría "paneles de la muerte" para decidir quién podría seguir siendo asegurado; era una mentira, pero la controversia estaba creada y el daño hecho. La base conservadora se agarró de la frase, y Palin se transformó en una genuina líder de la oposición a la reforma. Poco después, a través de su cuenta en Twitter, se convirtió en una estrella de las frases medidas de alto impacto. Incluso sus errores ortográficos se han vuelto populares: una de sus palabras usadas en Twitter, "refudiate" (mezcla de "refutar" y "repudiar"), ha sido elegida como la palabra del año.
Telegénica, Palin es una política ideal para esta época dominada por los "reality shows" en la televisión. Su vida es ya un "reality show", y no extraña que ya tenga uno, "La Alaska de Sarah". Una mujer que ha triunfado en el mundo machista de Alaska, que sale a cazar caribús y se burla de PETA (Gente por el Tratamiento Ético de los Animales), con un esposo guapo, una hija que quedó embarazada de adolescente y una guagua con síndrome de Down: ¿qué más se puede pedir?
El regreso de Sarah Palin
Como dice Michael Joseph Gross en Vanity Fair, Palin utiliza con frecuencia metáforas del cristianismo fundamentalista en sus discursos: saluda a los "guerreros de la plegaria"-gente que reza a Dios pidiendo su intervención- y les agradece su protección, dice que "no hay coincidencias en la vida" y que si está en la lucha es por una orden del Señor, y que por eso lidera con "un corazón de sierva". Pero eso no la hace humilde: muchas veces se compara a la estrella del Norte, y dice que esa estrella va a servir de guía para los Estados Unidos; la estrella es un símbolo de Alaska -está en su bandera-, pero también es una referencia a Dios.
Todo esto ha convertido a Sarah Palin en la política del momento. Los miembros del Tea Party, los cristianos fundamentalistas, la adoran; aun así, los principales líderes del Partido Republicano (el gurú Karl Rove, entre ellos) desconfían de su capacidad para ganar las elecciones el 2012. El problema principal estriba en que las elecciones se ganan apelando a los moderados de centro, y Palin sólo predica para los conversos. Pese a estar en sus horas bajas, los estrategas demócratas se relamen los dedos pensando que una victoria de Palin en la nominación republicana significará inevitablemente una derrota en las presidenciales. Sin embargo, lo mejor para ellos sería no subestimarla. A todos los que lo han hecho les ha ido muy mal.
Palin, mientras tanto, ha sido indirecta cuando se le ha preguntado si será candidata el 2012. Lo único que ha dicho es que la forma de ganar a Obama -asumiendo que él sea el candidato demócrata- es creando contrastes claros. Nadie está haciendo eso mejor que ella.
Así habla Sarah
-"El calentamiento global no lo han producido los seres humanos. Es sólo Dios que nos está abrazando más fuerte".
-"Estoy comprometida en una deliberación interna y franca y estoy discutiéndolo con mi familia, porque ésta es la consideración más importante en esta materia (candidatura presidencial en 2013)".
-"Soy pro vida. Y no hago apologías por serlo. Sé que hay gente buena en ambos lados de este debate. De hecho, gente buena de mi propia familia tiene visiones diferentes a mí sobre el aborto y sobre cuándo éste debiera ser legal. Ahora, yo aconsejaría elegir la vida. Pero también iría un paso más allá, quiero que aquellas mujeres que están en circunstancias lejos de las ideales sean apoyadas y hacer políticas de adopción menos complicadas".
-"A algunos en el stablishment no les gusta el hecho de que no daré marcha atrás en mi idea de participar en un club de 'buenos y viejos muchachos'"
-"La diferencia entre una madre apasionada del hockey como yo y un perro de la raza pitbull es el lápiz de labios".
-"Los líderes nacionales están enviando a los soldados a Irak para llevar a cabo una tarea que viene de Dios".
-"Cuando llegó el momento de elegir, Barack Obama no pudo optar por una mujer (Hillary Clinton) que logró 18 millones de votos en las primarias. Eso suena a una historia familiar, ¿no?".
-"Sí que tengo conocimientos sobre Rusia. Se puede ver Rusia desde Alaska".
*Escritor boliviano, profesor de la Universidad de Cornell, EE.UU.