Por Josefina Ríos Diciembre 31, 2010

Enérico García Concha ingresó a las filas del MIR en 1968, cuando era un estudiante secundario de 17 años. Nunca más salió. Su trabajo fue siempre cerca de los máximos líderes del partido. Fue guardia de Luciano Cruz durante la primera clandestinidad del movimiento en 1969 y, más tarde, enlace del jefe máximo del grupo, Miguel Enríquez. Así, García se empapó de sus visiones y acumuló kilos de historias. Como un testigo silencioso, parado en la primera línea (ver columna página 35) .

Como sacada de una novela de acción, la vida política de García entre 1968 y 1983 -año en que prácticamente se desmantela el MIR en Chile- quedó registrada en una autobiografía que la editorial Cuarto Propio publicó a fines de octubre, con el título "Todos los días de la vida, recuerdos de un militante del MIR chileno". En ella, su autor entrega detalles íntimos e inéditos de la historia de este partido revolucionario, calificado por muchos como la "vanguardia más sexy de América Latina".

Sin mediar censura alguna, García va hilvanando un relato lleno de escenas y pormenores desconocidos sobre la personalidad de los líderes del partido, sus conversaciones, estrategias políticas y acciones militares. Tampoco rehúye a la crítica. Sobre todo cuando recuerda el proceso de declive material -y moral- en que degenera el MIR. Un camino de degradación que tiene, a sus ojos, una fecha de inicio clara: el 5 de octubre de 1974, día en que cae Miguel Enríquez. Aquí, los episodios más desconocidos relatados en su libro y en la conversación que esta semana sostuvo con Qué Pasa.

El no de Allende

A mediados del 73, Miguel Enríquez le confidenció a García su plan militar para resistir el golpe de Estado, el cual era inminente, según el análisis mirista: "Dentro de ese plan, nuestra tarea era controlar la zona sur de Santiago (…) El Partido Socialista tenía a cargo la defensa de la zona norte (…) Dentro de este plan militar, jugaba un rol la gente que los cubanos tenían en la embajada. El número de cubanos en la embajada era significativo. La mayoría de ellos tenía cargos de dirección en el Ejército o en los grupos especiales de combate (…) Los cubanos tenían como misión tomarse el aeropuerto de Pudahuel para permitir el apoyo creando un puente aéreo entre La Habana y Santiago", escribe García. Y agrega que esta versión que involucraba a los cubanos le fue confirmada años más tarde en la isla. Más aún: allí miembros de otras organizaciones políticas latinoamericanas le dijeron que la historia era efectiva y que ellos, tras las primeras noticias del golpe, fueron acuartelados y estaban listos para subir a un avión con destino a Chile.

El 20 de junio de 1969, el hombre pisó por primera vez la Luna. Mientras los medios transmitían el hecho, Enérico García manejaba el auto en el que se desplazaba Miguel Enríquez: "Con qué enemigo nos estamos metiendo… ¿eh?", comentó el líder, mientras escuchaban la noticia del alunizaje por la radio.

¿Por qué falló el plan? García lo explica: "No todos tenían la misma convicción de Miguel, partiendo por Allende. El 11 de septiembre de 1973 Miguel llama al presidente a La Moneda y le pide que en su discurso llame a la suboficialidad de las Fuerzas Armadas a desobedecer las órdenes de los superiores golpistas y al pueblo a resistir con toda su fuerza. Tras una ronda de llamados a otros grupos políticos, insiste con Allende en La Moneda, pero esta vez toma el teléfono su hija Tati y le da un recado: Allende le manda a decir a Miguel que ha llegado la hora del MIR. "Allende nunca estuvo de acuerdo con la vía violenta, por lo mismo no llama a la embajada de Cuba para dar el "vamos" al plan de resistencia. "El último discurso de Allende en La Moneda es bonito, pero es un discurso derrotista", dispara García.

 

Objetivo: tomarse la Armada

García cuenta en su biografía que a principios de junio de 1973, y mientras se desempeñaba como jefe de seguridad de la Comisión Política (CP) del partido, llegó una información de agentes infiltrados en la Armada chilena. El mensaje decía que un coronel de apellido Cárdenas pedía una cita con la dirección general. Cárdenas era un uniformado de izquierda que ejercía como sargento en uno de los buques de la Marina y había tomado contacto con algunos de los infiltrados miristas en la institución (había cerca de 80 militantes operando ahí). La reunión se hizo y allí el sargento planteó que la Armada estaba preparando una intentona golpista y pedía ayuda al MIR para detenerla.

El partido accedió y elaboraron un plan: tomarse la escuadra liderada por Cárdenas y mantenerla cautiva para generar apoyo político de las organizaciones que estaban con el gobierno de la UP. El MIR debía de proveer el equipamiento adecuado, ya que en la Armada sólo la oficialidad porta armas.

La CP del partido tuvo tres reuniones sucesivas con Cárdenas. Asimismo, recuerda García, los líderes del grupo se encontraron con Carlos Altamirano (PS) y Juan Guillermo Garretón (MAPU). La idea era tomarse la escuadra, hacer un llamado a la defensa del gobierno y buscar apoyo ciudadano. El rol de Altamirano, Garretón y el MIR, consigna el libro, era llamar a un paro nacional en apoyo del gobierno, pero esta vez con una fuerza militar concreta: la Armada. Pese al entusiasmo, la operación fracasó. El grupo fue detenido justo cuando recibía el armamento. El resto de los participantes fue arrestado dos días después en sus buques.

Puertas adentro

La cúpula del MIR formó un cuerpo político sólido. Pero, además, se distinguió por ser un grupo de amigos bien afiatado, donde a pesar de las situaciones complicadas en las que vivían, siempre reinaba el buen humor. Dos anécdotas dan cuenta de ello.

Corría el año 1969. El 19 de septiembre, como siempre, se celebraba la Parada Militar. El secretariado general del partido se reunió para ver todos juntos el desfile. La idea era calibrar el tipo de armamento que tenía el Ejército. "Cuando los milicos comienzan a desfilar (Sergio) 'Chico' Zorrilla corre y salta a los brazos de Luciano Cruz, quien lo toma mientras Zorrilla le grita: "¡Huevón maricón! No me habíai dicho que eran tantos…", escribe García en su autobiografía.

El mismo año 69, pero antes, el 20 de junio, el hombre pisó por primera vez la luna. Mientras los medios transmitían el hecho, Enérico García manejaba el auto en el que se desplazaba Miguel Enríquez: "Con qué enemigo nos estamos metiendo… ¿eh?", comentó el líder, mientras escuchaban la noticia del alunizaje por la radio.

La oferta de la Fach

A principios de junio de 1974, el MIR recibe golpes represivos. El SIFA (Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea) tenía un organigrama completo de las estructuras centrales del partido. Sin embargo, Enérico García relata que la idea de ese organismo era otra: lograr una comunicación directa con Miguel Enríquez. El plan del SIFA era plantearle al MIR que sus cuadros se asilaran. Que ellos los ayudaban, pero con una condición: que entregaran todo el armamento. Las conversaciones se mantuvieron en secreto y siempre por teléfono.

Finalmente, Enríquez rechazó la oferta y estableció la política de "no al asilo", la cual fue aprobada por la CP. ¿Su objetivo? "Impedir que el gobierno militar se estableciera y entrara en un proceso de consolidación", explica García.

Esta medida fue aplicada hasta las últimas consecuencias dentro del partido. Incluso, en algunas oportunidades, con poco criterio, según el autor de "Todos los días de la Vida". Es el caso de Marcia Merino, conocida como la "Flaca Alejandra", una importante militante del MIR que luego se convirtió en delatora. Según relata García, la "Flaca" fue detenida a principios de 1974 y cuando es liberada por primera vez, ella se da cuenta de que no va a soportar una segunda tortura: pide permiso al partido para abandonar el país a través de una carta. La dirección de la tienda le niega esa autorización, porque esa partida podía desmoralizar a los militantes. "Su segunda detención desemboca en hechos conocidos", narra García.

La radicalización

El plan del SIFA (Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea) era plantearle al MIR que sus cuadros se asilaran. Que ellos lo ayudaban, pero con una condición: que entregaran todo el armamento. Las conversaciones se mantuvieron en secreto y siempre por teléfono.

A partir de 1978 comienza un proceso de radicalización del MIR. La nueva dirección entiende el enfrentamiento como una pelea de aparatos y se desentiende de su ligazón con el movimiento de masas y la lucha social, relata García en su libro. Reconoce además que esto se hace cada vez más patente a partir de 1981. Sobre este periodo, narra dramáticos episodios, como cuando le justificaron la muerte de un "compañero" con la frase "éstos son los costos de guerra". O el planteamiento de la dirección de que hay que matar carabineros por el sólo hecho de pertenecer a la policía. "Una vez me dijeron que tenía que hacer una operación que consistía en poner una bomba en la casa de un oficial. No acepté", recuerda García, quien entonces aún tenía fresco en su memoria al niño de 10 años que murió víctima de una bomba que el MIR depositó en un basurero cerca de un supermercado, meses antes.

El 19 de abril de 1983, Enérico toca fondo: la dirección del MIR plantea que, desde ahora, cada cuadro deberá actuar independientemente, atacando al enemigo para demostrar que no es un traidor. Su decisión es salir del país. El 11 de mayo parte a Argentina, con destino final a Francia. Otros 20 militantes siguen sus pasos. En Chile, mientras tanto, se desarrolla la primera protesta masiva en contra de Pinochet.

La mirada actual de García sobre los líderes del MIR

Miguel Enríquez: "Cálido y muy acogedor. Pensaba más rápido de lo que hablaba y mucho más de lo que escribía. Era tres veces más acelerado que su hijo Marco. Cuando empezaba discursear era una ametralladora, por eso cada vez que tenía que hablar en público leía. Estaba lleno de muletillas y le encantaba contar historias y anécdotas. Era un hombre consecuente y comprometido… hasta el final".
Luciano Cruz: "Hiperquinético, impulsivo, bromista y alegre. Un seductor y un artista. Con alma de actor, solía disfrazarse para asistir a las reuniones de la Comisión Política. Cuando se produce el intento de golpe del general Viaux, Luciano se disfrazó de periodista italiano y entrevistó al uniformado en su pieza del hospital Militar. Su irreflexión y audacia a veces lo llevaban a cometer errores, por ejemplo, cuando secuestró al periodista Osses Santa María en Concepción y su posterior liberación, pero desnudo en las calles de la ciudad. El hecho se tradujo en el primer paso a la clandestinidad del MIR".

Bautista van Schouwen: "El Baucha era un tipo extraordinario. Muy decidido, tanto como Luciano o Miguel, pero más mesurado, era como el que aportaba el "lado femenino" al MIR. En 1973 conocí una de sus facetas escondidas, mientras leía la prensa oyendo como música de fondo El lago de los Cisnes, veo que se abre la puerta y aparece él bailando ballet muy seriamente. Se paraba de puntillas y daba saltos perfectos. Al comienzo me sorprendió la imagen de un guerrillero de su talla, no me calzaba con la de un bailarín. Ahí me contó que había estudiado ocho años danza clásica. Era un tipo sensible y desde entonces lo admiré mucho más".

Edgardo "Pollo" Enríquez: "Era el más cuadrado y cerrado de los líderes del MIR. No se permitía demasiadas libertades y era muy severo, aunque justo, en la crítica. Después del golpe, su hijo de cuatro años muere de meningitis. Tras esto, viaja al extranjero para hacerse cargo de las relaciones internacionales del partido en un contexto de dictadura. Cuando cae Miguel, Edgardo se sintió culpable y cambia para siempre. Se cierra completamente y deja su misión en Europa para combatir en Argentina. Allí muere en 1976".

Andrés Pascal Allende: "En rango de jerarquía, estaba detrás de Miguel y de Luciano. Era un líder natural. Decidido y valiente físicamente para entrar en combate, no demostró la misma determinación a la hora de tomar decisiones políticas. Creo que es uno de los responsables de la división del MIR en los 80, porque nunca asumió el liderazgo natural que poseía. Debió haber tomado las riendas del MIR y no dejarlo morir".

Max Marambio: "A Max le tengo mucho cariño, pero él es tan "atrabiliario" -de carácter destemplado y violento-. Trabajé con él en el G.A.P. y mantuvimos visiones divergentes. Él quería un grupo profesionalizado y yo era partidario de que la gente rotara y el grupo sirviera de aprendizaje para muchos militantes en temas de utilización de armamento y reconocimiento de lugares claves, como el polígono de Carabineros. Cuando te profesionalizas en estas tareas te transformas en policía no en un revolucionario. Ahora, Max jugó un rol muy importante en la formación del MIR de Enríquez, yo se lo reconozco".

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