El 18 de enero de 2010, la entonces presidenta, Michelle Bachelet, tenía el respaldo de más del 80% de la ciudadanía. Su gobierno había sorteado con éxito una de las crisis económicas mundiales más duras de las últimas décadas y la Concertación ostentaba a su haber cuatro exitosos mandatarios. En apariencia esto debería haber jugado a favor de la coalición gobernante. Sin embargo, ese día todo salió mal: cerca de las 7:00 de la tarde, el candidato oficialista, Eduardo Frei, reconoció su derrota.
Para paliar el gris escenario y subir los alicaídos ánimos dentro de la Concertación, pocos minutos después de la intervención de Frei, el ex presidente Ricardo Lagos subió a la misma testera y pronunció un encendido discurso. Durante siete minutos habló sobre el papel opositor que debía asumir el conglomerado. Llamó a defender la obra realizada y a promover los nuevos liderazgos. Detrás de los puntos centrales de esa alocución estuvo Ernesto Ottone, probablemente el asesor más cercano del otrora mandatario y uno de los intelectuales más respetados de la coalición.
Un año después de la derrota de la Concertación, Ottone hace una separación granítica entre lo que fue la experiencia de gobierno del conglomerado -"que fue muy exitosa", dice-, y el devenir de la coalición misma, la cual, según él, comenzó a disipar su amistad cívica y la presencia de un proyecto colectivo. "Se perdió el orgullo y la satisfacción por lo que se estaba haciendo como gobierno y eso llevó al debilitamiento de la coalición", explica. Y va más allá: "La Concertación perdió las elecciones porque los partidos que la conforman no estuvieron a la altura de sus propios gobiernos, de los cambios sociales que ésta misma había generado".
Con todo, Ottone cree que es posible que la coalición recobre su poder político si hace las cosas bien y vuelve a enarbolar las ideas que una vez la hicieron grande.
- ¿Es posible reconstruir el patrimonio de la Concertación después del fracaso electoral y de una campaña donde se quebraron lealtades importantes?
- Pienso que la Concertación debe reencontrar nuevas formas de amistad cívica, nuevas formas de relacionarse. Cuando se habla de la ampliación de la Concertación, la primera ampliación es con la gente. Hay que tender canales con la ciudadanía y aprender a escucharla. Creo que esa es la gran tarea. La Concertación sigue siendo un fuerte patrimonio de la historia política de Chile y tiene vigencia, pero tiene vigencia en la medida que sea capaz de reinventarse y reforjar sus ideas.
- ¿O sea la Concertación no ha muerto, como postulan los más críticos?
- He visto a demasiados cadáveres políticos enterrar a la Concertación como para creer en eso. La sepultaron por primera vez a mediados de los noventa, luego a comienzos del 2000. Pero, como todas las cosas, para existir realmente necesita estar revigorizándose permanentemente.
"Cuando perdimos las elecciones, en enero del 2010, los pronósticos sobre el futuro de la Concertación eran terribles. Se dijo que se iba a fragmentar; que iba a desaparecer; que la DC se iba a ir a gobernar con la derecha. Nada de eso pasó".
- ¿Tocó fondo este año?
- Éste fue el año más difícil. Cuando se perdieron las elecciones, en enero del 2010, los pronósticos sobre el futuro de la Concertación eran terribles. Se dijo que se iba a fragmentar; que no resistiría; que iba a desaparecer; que la Democracia Cristiana se iba a ir a gobernar con la derecha y que iba a haber un fenómeno sarkociano. Nada de eso pasó. Ahora, se requiere mucho más para ser un proyecto de futuro: se necesita una oposición responsable, que lo ha sido, porque aquí no tenemos una oposición que le niega la sal y el agua al gobierno, y que bueno que sea así, porque eso quiere decir que hay pasos de la cultura política chilena que se asientan y que son patrimonio del país. Pero la Concertación todavía tiene que adquirir mayor solidez, mayor eficacia, mayor capacidad de propuesta alternativa y terminar con la reyerta, la rencilla y las pequeñas empresas personales.
- ¿Qué opina del proyecto alternativo que prepara el ala más progresista dentro de la Concertación?
- Yo no creo en eso. Pienso que el progresismo chileno históricamente tiene un alma socialcristiana, porque la Democracia Cristiana chilena tiene una historia particular desde la creación de la falange. Hay que recordar que la DC apoyó a Aguirre Cerda, se opuso a la Ley de Defensa de la Democracia de González Videla, candidateó a un Tomic con un programa que hoy sería considerado casi izquierdista. Entonces, ése es un componente de lo que en el mundo se conoce como socialdemocracia. Obviamente también hay elementos que provienen de muchas partes, como la izquierda tradicional chilena, y de un cierto progresismo laico. Eso es lo que configura la Concertación y a partir de eso tiene que ampliarse, pero no ampliarse en una suma de siglas, lo más importante es extenderse y escuchar a esta sociedad chilena cambiante.
"He visto a demasiados cadáveres políticos enterrar a la Concertación"
- Probablemente la DC es el partido que en este momento vive la encrucijada más complicada dentro de la coalición. Por un lado, recibe ofertas de RN, y por el otro, su base de apoyo puede verse afectada por los proyectos más izquierdizantes que pregonan ciertos sectores. ¿Cree que finalmente la DC sufrirá un quiebre?
- Creo que en eso la DC ha sido muy sólida y ha reiterado su pertenencia a la centroizquierda. En el consejo que tuvieron el fin de semana pasado lo volvieron a reiterar. La cosas en la DC se están moviendo como en todo el espectro político, pero el movimiento no va hacia la derecha, son movimientos que se sitúan dentro de esta centroizquierda, que tiene que tener mayor capacidad de diálogo.
- ME-O dijo que para llegar a un acuerdo con la Concertación hay que llevar los programas a la mesa. ¿No cree que estos intentos por crear un nuevo polo progresista -que cuestiona valores cristianos muy arraigados en parte importante de la DC- ponen en riesgo su sentido de pertenencia en la coalición?
- ME-O encarnó más un espacio que un proyecto político. Yo no sé qué peso tendrán sus propuestas en el futuro. Ahora, naturalmente cuando se pertenece a una alianza política y se viene de orígenes distintos hay que ir conversando todos los temas sobre los que puedan haber sensibilidades distintas. Mira cómo se ha avanzado en Chile en temas como el divorcio. A mí la iniciativa del aborto terapéutico me parce bien, pero seguramente hay gente a la que le cuesta más estos temas, y otra que quisiera ir más rápido. Hay que encontrar una velocidad común. De eso se trata la política, de llegar a acuerdos y asumir compromisos. Yo creo que hay que discutirlo todo, pero sin generar tensiones artificiales en la coalición. Estoy muy en contra de que exista un proyecto que deje al mundo socialcristiano progresista chileno fuera del proyecto concertacionista. Eso no es realista y no debe ser así. Ahora, no creo que vaya a suceder.
Líderes con overol
- Ricardo Lagos el día en que Eduardo Frei perdió la segunda vuelta llamó a la renovación de la Concertación. ¿Por qué no han despegado figuras como Carolina Tohá, Ricardo Lagos Weber o Claudio Orrego?
- Se pensó que las cosas eran más rápidas de lo que en realidad son. Los liderazgos se van a generar de a poco. Creo que todas las figuras que ha nombrado tienen vigencia. Y van a surgir otras nuevas.
"Es el colmo de la frescura echarle la culpa a la existencia de un Lagos o una Michelle Bachelet de la lentitud en el surgimiento de nuevos liderazgos. Por el contrario: la existencia de pilares tan fuertes debería ser un factor de aliento para el surgimiento de nuevos líderes".
- ¿No cree que Tohá y Lagos Weber, en su momento las cartas mejor perfiladas para liderar la renovación del conglomerado, se farrearon su oportunidad?
- No. Ellos tuvieron que asumir una responsabilidad muy pesada, que fue contribuir a mantener la coalición unida. Podrían haber surgido proyectos centrífugos, pero ellos han dado mucho y se la han jugado por mantener a la Concertación acoplada y proyectarla hacia el futuro. Ellos se pusieron el overol, y el overol no genera luces.
-¿Quizás el problema es que sus referentes clásicos -Bachelet y Lagos- siguen demasiado presentes y opacan el surgimiento de nuevas figuras?
- Es el colmo de la frescura echarle la culpa a la existencia de un Lagos o con más fuerza de una Michelle Bachelet de la lentitud en el surgimiento de nuevos liderazgos. Por el contrario, puedes hacer la lectura al revés: la existencia de pilares tan fuertes debería ser un factor de aliento para el surgimiento de nuevos liderazgos.
- En este contexto, ¿cuál es el rol de las figuras clásicas?
- El rol de Ricardo Lagos en este momento está a nivel de las ideas y las propuestas. Y lo de Michelle Bachelet pienso que se deberá ver en su momento. Es absurdo descartar a una figura que tiene el 85% de popularidad.
- Ahí entonces radica el dilema. ¿Por qué jugársela por nuevos nombres si existen fórmulas probadas con gran respaldo ciudadano?
- No hay ningún dilema, es pura ganancia para una Concertación renovada en el largo plazo. Esto no tiene que inhibir a los demás, por el contrario, tiene que propulsarlos. Tener figuras en la Concertación con el respaldo y cariño que despierta Michelle Bachelet es una maravilla. Cualquier oposición del mundo se querría eso.
"He visto a demasiados cadáveres políticos enterrar a la Concertación"
"Al gobierno le falta densidad republicana"
- Si ha sido un año difícil para la Concertación, ciertamente también lo ha sido para la puesta en marcha del nuevo gobierno. ¿Cómo evalúa este periodo?
- Yo estoy muy sorprendido, porque me esperaba algo mejor. Este gobierno no es la restauración borbónica, pero tampoco es un gobierno de grandes innovaciones. Ha habido muchas propuestas episódicas, desordenadas. Éste es un gobierno que actúa a borbotones, es un gobierno acelerado, pero sin dirección.
- Convengamos en que éste ha sido un año bastante especial.
- Es verdad que ha sido un gobierno acontecido, pero esos mismos acontecimientos dan base para un respaldo muy fuerte, y en un momento eso existió: en el rescate de los mineros, el gobierno estuvo bien y se manifestó en una fuerte alza del apoyo popular, pero eso al poco tiempo terminó en nada. En otros aspectos los resultados son magros. Por ejemplo el nivel de cumplimiento de las promesas hechas el 21 de mayo pareciera estar alrededor del 20%.
- ¿Cree que la informalidad del estilo Piñera se ha transformado en su principal falencia?
- Su problema no es ser informal, es la ausencia de un carisma presidencial. Pese a su omnipresencia no genera confianzas ni auténticas cercanías.
- Quizás deba abandonar ese afán por ser querido y enfocarse en el camino de la eficiencia.
- Pero si tú ves la eficiencia en la gestión, no hay nada para quedarse pasmado. La economía anda bien porque venía bien y las bases son sólidas y porque América Latina va como avión. ¿Cuál es la densidad estratégica de este gobierno? ¿Para dónde va?
- El gobierno definió para su administración siete reformas bastante claras.
- Sin duda hay ideas positivas, otras discutibles. Es necesario dialogar para lograr consensos. Pero no hay una línea estratégica hacia el desarrollo, ni un nuevo pacto fiscal, ni un camino redistributivo ni soluciones en relación al tema energético. Hay mucho estruendo mediático, pero no se ve la partitura.
"El problema de Piñera no es ser informal, es la ausencia de un carisma presidencial. Pese a su omnipresencia no genera confianzas ni auténticas cercanías".
- ¿A su juicio, entonces, estamos frente a un gobierno reactivo y no propositivo?
- Exactamente, y muchas veces no les toma el peso a las cosas que hace y después tiene que retroceder. En ocasiones ello conduce a errores. Lo sucedido con las declaraciones del ministro de Defensa, Jaime Ravinet, es grave, aunque después haya sido rectificado. Fue muy difícil restaurar la democracia chilena y hoy las Fuerzas Armadas cumplen su papel plenamente integradas a la autoridad democrática. En este terreno, declaraciones erradas son imperdonables.
- ¿Cómo se controla esta situación? ¿Hace falta un articulador político en el gobierno?
- Hace falta densidad republicana. Hay que saber distinguir que hay una diferencia muy grande entre manejar una oficina donde estás jugando a la bolsa y la dirección de los asuntos públicos de un país.
- ¿Con densidad republicana se nace o ésta se puede construir en el tiempo?
- Creo que requiere una determinada convicción y cultura que yo no veo en el presidente ni como un impulso central del Ejecutivo. Éste es un gobierno que con lo que ha pasado -mineros, Bicentenario, etc.- debiera haber terminado el año marcando altísimo en las encuestas. Ello los debiera hacer reflexionar para enmendar rumbos.
- Algunos gobiernos a medida en que avanzan en el tiempo consolidan sus apoyos. Así pasó con Lagos y con Bachelet.
Veremos qué pasa. Los eventos que generan gran emotividad en la opinión pública, como fue el caso de la protección social en plena crisis global durante el gobierno de Bachelet, le pasó hacia el final de su mandato. Pero a este gobierno el rescate de los mineros le sucedió al principio. Si miras las administraciones pasadas, una vez que Lagos y Bachelet se subieron a una meseta de apoyo no bajaron más. Piñera, en cambio, se subió y cayó de inmediato. Aquí no hubo meseta, sino que un acantilado.