Por Ana María Sanhueza Febrero 18, 2011

© José Miguel Méndez

"Si alguien me pide una gran reforma laboral, le digo de entrada que eso es inviable", declaró la flamante ministra del trabajo, Evelyn Matthei, en  una entrevista al diario La Tercera el pasado 30 de enero. Era un domingo.  Apenas leyó esas palabras, el  jesuita Luis Roblero -que dirige Infocap, la universidad del  trabajador- tomó  el teléfono y le  pidió a Pablo Longueira que lo ayudara a contactarla.  Pocas  horas después, el sacerdote estaba en la casa de veraneo de la ex senadora UDI, en  Santo Domingo. No fue a  pedir  una gran reforma, por ahora, pero  sí a plantear tres temas que él considera claves de hablar este año: la flexibilidad laboral, la educación de los trabajadores y el diálogo social.

"Le dije que si se va a discutir sobre flexibilidad laboral, siempre se debe tener como contraparte un sindicato fuerte. Y coincidí con ella en lo que dijo en la entrevista, en el sentido de que flexibilizar no significa pasar por encima de los derechos y la dignidad de los trabajadores", cuenta el sacerdote.  Y añade, sorprendido: "Ella me escuchó con mucha atención, mientras tomaba apuntes de todo lo que yo hablaba. Me dedicó una hora y media, como si yo fuera un cura muy glamoroso, y no el pililo que soy".

Por esos días, Roblero (44 años), ex integrante del Consejo de Equidad durante el gobierno de Michelle Bachelet, pasaba sus vacaciones junto a otros 19 sacerdotes, entre ellos el rector de la Universidad Alberto Hurtado, Fernando Montes, y el director de la revista Mensaje, Antonio Delfau, en Santo Domingo, en el lugar de descanso que los jesuitas tienen allí hace más de 60 años.

Pero lo expuesto a la ministra Matthei ese domingo no es lo único que ocupará este año a Roblero. Este semestre parte su proyecto estrella, la Escuela de Líderes Sindicales que durante 2010 preparó minuciosamente junto a un comité asesor transversal, a cuyos integrantes convocó personalmente: el senador UDI Pablo Longueira; el presidente del PS y ex ministro del Trabajo, Osvaldo Andrade; los economistas Óscar Landerretche y Joseph Ramos; el ex subsecretario DC Zarko Luksic y el ex presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), el empresario Juan Claro.

Durante todo el 2010 este comité se reunió una vez al mes en la sede de Infocap, en San Joaquín, o en la fundación de Longueira en Providencia. Allí elaboraron la malla curricular con la que formarán a 100 líderes sindicales, entre mayo y octubre de este año, y a quienes les impartirán materias como derecho laboral, historia del sindicalismo, liderazgo institucional, lectura de los resultados de las empresas y ética laboral, entre otros contenidos. También se enseñará comunicación estratégica, para lo cual Roblero consiguió la colaboración del sociólogo Eugenio Tironi.

"En Chile durante años el sindicalismo ha sido demonizado por la historia, como si la llegada de los obreros fuera sinónimo de que viene el cuco. Pero si uno se detiene a pensar, se dará cuenta que la organización sindical es una herramienta fundamental para la equidad", dice el sacerdote.

Fue justamente esa postura la que le planteó el año pasado a Osvaldo Andrade y a Pablo Longueira, comprometiéndolos para escribir en dupla un documento de trabajo. "Más y mejor sindicalismo para una mejor equidad" se titula el escrito, que para Roblero será un contenido clave en su Escuela de Líderes Sindicales.

Prédicas filosas

Pese a que durante años estuvo a cargo de la coordinación del área social de la Compañía de Jesús, que incluye entre otras instituciones al Hogar de Cristo y Un Techo para Chile, Luis Roblero siempre ha mantenido un bajo perfil. No es de salir en las páginas sociales ni de asistir a eventos, aunque cada vez es más demandado, en todos los sectores sociales, para que realice bautizos, matrimonios y postura de argollas. A celebrar las ceremonias llega usualmente vestido de jeans, bototos, camisa y polerón, y conduciendo una polvorienta camioneta blanca con el logo de Infocap.

Quienes lo conocen cuentan que sus vínculos son transversales en todo sentido. Así, dicen que mientras empatiza naturalmente con la gente de izquierda por sus ideas, con la derecha se relaciona con temas de Iglesia, aunque lo que cruza todos sus mundos es su trabajo por temas sociales. Sus días los reparte entre su labor en Infocap, donde educa a trabajadores del quintil más pobre del país, y como capellán de Un Techo para Chile, y de los colegios del sector oriente de Santiago, Monjas Inglesas, Padre Hurtado y Juanita de los Andes.

"Mientras más arriba celebre la misa, más puntuda es su prédica", cuenta un cercano a Roblero. Y añade que es usual que apele al sueldo ético y que pida respeto por los obreros.

"Mientras más arriba celebre la misa, más puntuda es su prédica", cuenta un cercano a Roblero. Y añade que es usual que apele al sueldo ético y que pida respeto por los obreros. También es recurrente que en sus prédicas ponga énfasis en las condiciones de las trabajadoras de casa particular y que critique duramente que ellas se queden fuera de laiglesia, vestidas con delantal, cuidando a los niños.

Antes de ingresar al seminario, Roblero estudió dos años Biología en la UC, influenciado  por la profesión de  sus padres: él es biólogo y ella química. Lo  hizo en los '80, en medio de las protestas contra el régimen militar. En ese tiempo, simpatizó tanto con la Izquierda Cristiana como con el Partido Socialista. Eso, hasta que se hizo jesuita.

Más de 20 años después, muchos lo etiquetan como "bacheletista". De hecho,  ha sido invitado a dictar charlas en la Fundación Dialoga, creada por la ex mandataria. Fue allí, en un seminario, donde señaló que más que simpática, la ex presidenta era "empática". "No es que sea bacheletista, sino que sintonicé con su gobierno ciudadano y sus proyectos sociales porque le cambió la vida  mucha gente pobre", explica el sacerdote.

De niño, Roblero vivió en Estados Unidos, donde su padre fue a estudiar. A su regreso a Chile, entró al colegio San Ignacio de Alonso Ovalle, en Santiago Centro, algo que confiesa fue clave en su formación, porque tuvo compañeros de todos los sectores sociales. Años después, en 1998  y ya como jesuita, viajó a Inglaterra para cursar un máster en Ciencias Políticas en la Universidad de Oxford. Según Roblero, su preparación le ha servido mucho para su posterior trabajo en Infocap.

En promedio, sus alumnos tienen ingresos de 35 mil pesos mensuales, que aumentan entre un 40% y un 50% tras egresar. Hasta ahora, el financiamiento de Infocap proviene mayoritariamente de sus contactos. Recibe aportes de empresas y de amigos, más el apoyo que consiguió del gobierno de La Rioja, en España, donde vivió en su período de formación.

"Yo creo que Infocap debe ser un organismo financiado por el Estado, porque es un servicio que ayuda a los más pobres de los pobres a salir de la pobreza", sostiene Antonio Delfau.

Su estreno "político"

Hasta el 2007, Luis Roblero conocía a escasos políticos y economistas. En su agenda, sólo figuraba el número de Longueira, a quien había invitado un año antes a un seminario. "Partieron pifiándolo y al final lo aplaudieron de pie", recuerda. A partir de ese día, el senador UDI se convirtió en profesor de Infocap, donde acude una vez a la semana.

Un llamado del entonces ministro de Bachelet José Antonio Viera-Gallo le permitió acercarse al mundo público. Lo invitó a ser parte del Consejo de Equidad, que dirigió Patricio Meller. También en esa época, el sacerdote conoció al contralor Ramiro Mendoza, a quien comprometió la primera vez que conversaron, a sumarse a pagar el sueldo ético, tema que por esos días impulsaba el obispo Alejandro Goic.

Fue su participación en el Consejo el que le generó los vínculos políticos que mantiene hasta hoy. Allí conoció a Osvaldo Andrade, Juan Claro y Óscar Landerretche. "Él ha hecho un esfuerzo para que la capacitación de los trabajadores y la escuela de líderes sea un tema transversal y no monopolio de un solo sector", dice el sacerdote Delfau.

En las sesiones del Consejo de Equidad sólo coincidía en sus posturas con los economistas  Meller y Landerretche, con quienes compartía que lo primordial  debía ser la educación de los trabajadores como eje central de la equidad.

"La comisión dejó pendiente justamente la posibilidad de una mayor equidad -dice Roblero-. Fue una buena instancia de diálogo social. Pero aún hay un millón 200 mil trabajadores en Chile que reciben 170 mil pesos al mes. Si quieres ver resultados prácticos, fue un fracaso".

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