Por Sebastián Valenzuela Agosto 11, 2011

Chile es desigual en el acceso y uso de tecnologías digitales, así como en las alternativas de participación política. Pero en tanto los jóvenes sigan integrando el uso de plataformas digitales a su repertorio de acción política, tal como ocurre actualmente con el movimiento estudiantil, lograrán redefinir qué significa ser ciudadano y, mejor aún, cambiarán el paradigma de lo que se entiende actualmente por formas válidas de participación en los asuntos públicos. Ahí está el "lucro" de las nuevas tecnologías; la ganancia que los ciudadanos obtienen al combinar la expresión política online con la offline, al pasar de las redes sociales a la calle, convirtiéndose en ciudadanos multidimensionales.

Por cierto que esta visión se aleja de concepciones tradicionales respecto de los mecanismos válidos para hacer efectiva la acción política, así como la brecha digital que distingue entre ciudadanos digitales y análogos. Para quienes parten desde el paradigma de la desigualdad, el escenario actual es más bien pesimista: los jóvenes no votan, se abstienen de participar en las campañas, y tienen poca fe en el sistema político. Además, quienes usan internet para fines políticos serían una minoría que poco y nada tiene de representativa de la opinión pública.

Independiente de su inscripción en los registros electorales, el mundo online puede convertirse en un territorio donde se configuran experiencias colectivas de participación política y ciudadanía que fluyen hacia el mundo offline.

Ahora bien, hay varias razones para ser optimista. Tomemos el caso de las redes sociales online. Si hay algo que el movimiento estudiantil ha demostrado es que el intercambio de información, la expresión política y la coordinación de protestas que se han producido en Facebook y Twitter complementan-pero no sustituyen-acciones políticas consideradas como válidas por nuestro sistema. Son los jóvenes quienes a través de la combinación de protestas y el uso de tecnologías están generando ganancias que incrementan su capital político y el ejercicio de su ciudadanía. Es discutible la representatividad de quienes participan online, pero es innegable que quienes lo hacen han contribuido a un movimiento exitoso en el posicionamiento de sus demandas. La combinación de valores, símbolos, experiencias e imaginarios que le dan sentido a la acción política -lo que tradicionalmente se entiende por ciudadanía- se complementa y expande a través del uso y apropiación de tecnologías.

Estas nuevas tecnologías también han fomentado estrategias novedosas y efectivas de participación en un contexto de desigualdad, como lo fueron la difusión de las demandas estudiantiles a través de videos en YouTube, incorporando elementos de la cultura popular como la coreografía de Thriller, de Michael Jackson, ejecutada frente al Palacio de La Moneda, o el video basado en el musical Grease. La creación del sitio "cacerolazo virtual", que replicaba con un click el sonido de las ollas es otro ejemplo de prácticas de resignificación de la participación y ciudadanía que toman una forma distinta a la protesta en las calles o al voto. Con estas acciones los estudiantes se tomaron la agenda de los medios y amplificaron la expresión de sus legítimas demandas. Con el uso que les dan a las plataformas digitales y las formas de protesta que han desplegado, los estudiantes redefinen sus experiencias e imaginarios de ciudadanía. Todas prácticas que los sitúan más allá de etiquetas asociadas al consumo y la falta de interés en política.

Independiente de su inscripción en los registros electorales, el mundo online puede convertirse en un territorio donde se configuran experiencias colectivas de participación política y ciudadanía que fluyen hacia el mundo offline. Esto no quiere decir que el uso de las redes sociales o de internet en general sean por sí mismos factores que disminuyen las brechas de participación política que caracterizan a Chile. Para ello se requieren otro tipo de políticas, especialmente en el ámbito educacional. Incorporar en colegios la educación cívica a través de tecnologías puede ser una iniciativa dirigida a orientar y validar nuevas formas de ejercer ciudadanía. También es importante fomentar la discusión de asuntos políticos en ámbitos informales y centrales de la vida cotidiana, como la familia y el trabajo.

Esta dimensión de las protestas estudiantiles -aquella relacionada con la incorporación del uso de tecnologías para la difusión de sus demandas y la acción - representa un mensaje claro para la clase política. Ésta tiene que validar el uso de dichos espacios y herramientas como legítimos canales de participación. En este sentido, la publicación de las bases de datos del recién suspendido "monitoreo" a las redes sociales por parte del gobierno sería un avance en el proceso de legitimación de este  "lucro" en la participación política a través de las nuevas tecnologías.

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