Por Cristián Gazmuri Septiembre 8, 2011

Tengo la sospecha de que don Gabriel Valdés nunca le puso demasiado empeño en ser Presidente de la República. Puede ser que el famoso "Carmengate" le jugó en contra -quien haya sido el que supuestamente robó los votos en favor de Patricio Aylwin- pero la verdad es que él nunca fue un caballo chúcaro empecinado en ser jefe de Estado. Después le cedió la candidatura a Eduardo Frei Ruiz-Tagle -que tenía el nombre de su padre, pero no el vuelo- y a Andrés Zaldívar, pese a que Valdés tenía más carrera política ante Chile y ante la historia. Pero no dio la pelea, no me parece que quisiera darla.

Tal vez porque era "conde" y los condes no se meten en estas cosas. Don Gabriel en un momento decidió que no quería hacer algo que alterara mucho su modo de vida (y ser Presidente de la República debe ser uno de los trabajos más desagradables que existen). Era un diplomático, culto, fue muy deportista, le gustaba el tenis, cantaba, le gustaba la literatura. Era hombre de buena vida, le gustaba comer bien, verse bien, viajar. Nunca estuvo dispuesto a sufrir prolongadamente.

Era ciertamente un aristócrata y no se iba a matar por ser presidente. Los otros sí: el chico Zaldívar es peleador como el solo, Eduardo Frei Ruiz-Tagle es tremendamente ambicioso. Valdés era político, pero antes era persona y un hombre elegante, no un político de horca y cuchillo. Si lo hubiera sido, habría sido presidente.

Es verdad que nunca tuvo una maquinaria interna en la DC -básicamente no tuvo el apoyo de Gutenberg Martínez-, pero tampoco se la jugó a fondo como Patricio Aylwin, y eso en política es clave. Gabriel Valdés quedó muy sentido después de lo del "Carmengate", y puede que haya perdonado a Aylwin después de un tiempo, pero le costó. Todavía les quedaba a ambos el espíritu de la falange y no les gusta pelear entre ellos.

Política ficción. ¿Qué hubiera pasado si Valdés hubiese sido el primer presidente de la transición? Él dijo alguna vez que le hubiera pedido la renuncia al general Augusto Pinochet, entonces comandante en jefe del Ejército. Es difícil saber si realmente lo hubiera hecho. Una cosa es decirlo a la televisión y otra muy distinta es gobernar. Si con Aylwin, que es una persona mucho más cauta, hubo boinazo y ejercicio de enlace, con Valdés quizás hubiese sido un período de mayor inestabilidad. Lo que es claro es que si hubiera sido presidente se hubiese llevado muy bien con la izquierda. La izquierda lo quería mucho.

Él tenía una especial capacidad para dialogar con todo el mundo. Tenía buena relación con todos los sectores políticos, era fantástico para armar acuerdos.

No dio la pelea. Tal vez porque era "conde" y los condes no se meten en estas cosas. Valdés no quería hacer algo que alterara mucho su modo de vida.

El Acuerdo Nacional, que siendo presidente de la DC coordinó junto al cardenal Juan Francisco Fresno, en que lograron unir todos los grupos de centro e izquierda e incluso a algunas personas de derecha, debe ser el hito más importante de su trayectoria histórica. Esa fue su gran misión histórica a favor de la democracia chilena.

Era respetado transversalmente por su facultad para poner de acuerdo a la gente más diversa, esto gracias a sus modales, era un hombre muy fino con una habilidad especial. Tenía la astucia de lograr sentar a una mesa a quienes no se podían poner de acuerdo.

Un ejemplo: él fue muy amigo del Presidente Frei Montalva cuando era su canciller, pero no participaba del anticomunismo visceral de Frei. Valdés gestionó en su casa dos reuniones de Allende con Frei, durante la transición entre ambos gobiernos. Allí el presidente socialista le pidió a Frei que lo ayudara, pero éste se negó absolutamente. Luego durante la Unidad Popular, Valdés estuvo fuera de Chile. Estaba en contra de Allende, pero no ardientemente como Frei y el resto de los DC.

Como vimos, no sería Presidente de la República, pero sí presidente del Senado y una de las figuras más importantes dentro de Chile. Su palabra se escuchaba con respeto y admiración.

Apoyó públicamente a Sebastián Piñera y éste le ofreció ser embajador en Italia -cargo que ya había desempeñado en el gobierno de Michelle Bachelet-, pero él no aceptó. Su cercanía con Piñera era más familiar -fue amigo de José Piñera Carvallo, el padre del actual mandatario-, pero Valdés nunca iba a apoyar verdaderamente a un candidato de derecha.

Hoy prácticamente no hay figuras como Gabriel Valdés en la política. Tal vez José Miguel Insulza tiene el peso. O Hernán Larraín en la derecha, un político serio y respetado. Quizás Pablo Longueira, pero no genera afecto en la ciudadanía. Tal vez ellos no sean del vuelo de un Valdés. El país ha cambiado, la aristocracia ya se mezcló y van quedando  pocos. Chile es un país de clase media y media alta y la gente prefiere la meritocracia. En este nuevo Chile es más difícil una figura como Valdés.

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