"Voy a trabajar para una empresa que se llama Chile". Las palabras venían de Matías Eguiguren (41), quien en enero, y tras 14 años en Celfin, por primera vez se alejaba del mundo privado: cambió su oficina de El Golf por las del Ministerio del Interior y desde ahí se hizo cargo de los Proyectos Especiales del gobierno. Era un sacrificio -tuvo que vender su participación en la corredora- que le entusiasmaba: describió este desafío como una forma de "devolverle la mano" al país, un "cable a tierra", una "oportunidad de vida".
Pero el aterrizaje fue más complejo de lo que imaginó. Hace tres semanas el ingeniero comercial se acercó al ministro Rodrigo Hinzpeter para contarle que su paso por la administración pública había llegado a su fin.
La noticia sorprendió a muchos: era uno de los asesores clave y uno de los fichajes más importantes para la administración Piñera. Y aunque oficialmente se dijo que su partida se debía a la conclusión de los proyectos que se le encargaron -el edificio Moneda Bicentenario y la implementación de seguridad en los estadios de fútbol-, su salida escondía un ingrediente más. Eguiguren contó a sus cercanos que la burocracia estatal y la lentitud con que se avanzaba lo llevaron a no proyectarse en el gobierno.
Animado a sacar adelante sus iniciativas, y acostumbrado a la agilidad del mercado financiero, apenas asumió en Interior agendó todo tipo de reuniones y viajes: a España, Inglaterra e Italia. Ahí estudió fórmulas para combatir el comportamiento de las barras. Pero sus ideas debían tener el visto bueno de políticos y pasar por barreras que hacían imposible el avance rápido de sus tareas. Por lo mismo, una vez que concluyó dos de sus proyectos principales decidió volver a lo suyo: en marzo echará a andar un family office. "Es una pena. Sacrifiqué mucho y quería estar en esto hasta el final", dijo en su entorno.
Así como Eguiguren, en los últimos cinco meses varios otros se han alejado voluntariamente del gobierno para regresar al mundo privado. Se trata de más de diez asesores clave. De Hacienda han partido Sergio Urzúa, coordinador laboral, y Alejandra Candia, coordinadora de Políticas Sociales. Entre las bajas de Economía están Nicolás Shea, asesor de innovación y emprendimiento -continúa colaborando externamente-, y Aníbal Pinto, asesor legislativo. Y hay más: Pablo Allard renunció a su puesto de encargado nacional del plan de reconstrucción del Ministerio de Vivienda y Juan Eduardo Vargas dejó de ser asesor del Mineduc. El fenómeno también se ha sentido en La Moneda: además de Eguiguren, partieron Cristián Gandarillas, jefe de la División Jurídica de Interior; Gonzalo Müller, asesor de la Segegob; y Sebastián Donoso, coordinador para Asuntos Indígenas de la Segpres.
Los integrantes de este grupo bordean los 40 años, son "primerizos" en el aparataje estatal y ganaban alrededor de $ 5 millones, rango sólo superado por ministros y subsecretarios. Casi todos, además, tienen estudios en el extranjero, varios son PhD y todos fueron exitosos en sus trabajos previos. Para algunos también el costo de oportunidad de estar en el gobierno era muy alto. Por ello, eran calificados como los "jóvenes talentos" y "la promesa" de la administración Piñera. Los llamados a ser el corazón del gobierno. "Vinimos a comernos el mundo y a no dejar nada sobre la mesa. Lo cierto es que hemos comido sólo migajas y está todo sobre la mesa", ejemplifica uno de ellos.
Varios de los que salieron afirman que la rotación es lógica y hasta deseable. Nicolás Shea, quien dejó su puesto en Economía, lo dice así: "La renovación continua y el recambio son claves. Uno puede asumir el compromiso por un año, pero hay poca gente dispuesta a estar por cuatro. Se debe armar una posta de talento y juventud".
De vuelta a clases
El terremoto del 27 de febrero de 2010 fue el factor clave para que Sergio Urzúa resolviera dejar su vida como académico de la Northwestern University de Estados Unidos y aceptar la oferta para integrarse al equipo del ministro de Hacienda, Felipe Larraín. Su incorporación era emblemática, pues calzaba con el perfil que buscaba el nuevo gobierno: tenía un doctorado en Economía de la Universidad de Chicago, había sido ayudante de cátedra de varios premios Nobel y llevaba más de 10 años viviendo en el extranjero.
Aunque llegó como especialista en el área laboral, Urzúa estuvo involucrado en el trabajo de diversas áreas del ministerio, y en el estudio de iniciativas como la extensión del posnatal, temas de educación y el ingreso ético familiar. Sin embargo, en julio pasado decidió partir de regreso a Estados Unidos, esta vez para ejercer la docencia e investigación en la Universidad de Maryland.
Urzúa dice que no se arrepiente de su paso por la administración pública -"trabajé con un gran equipo y me hubiera arrepentido de no haber ido"-, pero reconoce que se encontró con un escenario distinto al que imaginaba: "Creo que faltan técnicos que apoyen en los diversos temas. Eso es un mal de todas las administraciones".
En su caso, además, primaron factores externos, como el brusco cambio en su ritmo de vida y el hecho de que su mujer y sus tres hijos estaban acostumbrados a Estados Unidos. "Consideré que mi aporte podía estar más por fuera. Además, yo no iba a hacer carrera política".
Tal como Urzúa, otros asesores de alto nivel han dejado sus puestos para optar por una carrera académica o estudios en el exterior. Una baja sensible fue la de Alejandra Candia, economista del Instituto Libertad y coordinadora en los Grupos Tantauco, quien se desempeñaba como coordinadora de Políticas Sociales del Ministerio de Hacienda hasta fines de julio: fue seleccionada para cursar un posgrado en la Universidad de Harvard. "Estuve el primer año y medio, que fue el período más duro. Pero después decidí estudiar porque siempre estuvo en mis planes y sentí que era mi momento", cuenta.
Otro que siguió un camino similar fue Felipe Silva Méndez, ex jefe de gabinete de Joaquín Lavín en Educación., quien hoy cursa un máster en la Universidad de Chicago. En Economía tres de sus asesores top partieron a estudiar al extranjero: Aníbal Pinto (Universidad de Londres), Kathleen Uribe (Princeton) y Andrés Barriga (MIT). En tanto, Jaime Retamal dejó el MOP para asumir como director de la Escuela de Ingeniería del DUOC-UC.
"Turismo aventura"
Una salida muy visible fue la de Pablo Allard, ex encargado del plan de reconstrucción nacional de Vivienda. Tras un año y medio en el gobierno, el 27 de agosto llegó a la Universidad del Desarrollo para asumir como decano de la Facultad de Arquitectura. Aunque asegura que su partida se debe al término de su tarea de planificación urbana, dice que comprende a quienes lamentan la presencia factores políticos en carteras supuestamente técnicas. "Sabíamos que el trabajo en el gobierno conlleva política. Pero no es tarea fácil: es clave hacer reuniones y generar puentes con parlamentarios para tener buena sintonía y evitar conflictos. La lección que nos costó aprender: por muy técnica que sea la pega, cuando se usa una chaqueta roja, uno también tiene que actuar como político" indica.
A él se suman Cristián Gandarillas y Sebastián Donoso. Ambos se fueron por retornar "a lo suyo" y en busca de mejores oportunidades de trabajo. Así, hace un mes volvieron a ejercer como abogados litigantes: el primero -quien sigue asesorando externamente al gobierno- lo hizo como socio del estudio Aninat Schwenke y Cía., y el segundo como asociado en Barros y Errázuriz.
Donoso señala que fue una gran experiencia pero reconoce que el desgaste del sector público le pasó la cuenta. "Está por nacer mi sexto hijo, llegaba todos los días a las 11 de la noche y me tocaba trabajar de repente los fines de semana. No era viable con la realidad del minuto: ni por el tiempo ni en términos económicos", dice.
Por qué se van
Un escenario similar vivió Nicolás Shea, quien regresó de Estados Unidos para participar como asesor de innovación y emprendimiento en el Ministerio de Economía. Él también emigró al cumplir un año. "El gobierno requiere full time. Por ello, siempre mi compromiso era estar sólo por un período acotado", plantea. Y Juan Eduardo Vargas dejó Educación para volver a LarrainVial.
Al interior del gobierno se reconoce que un factor que dificulta retener a los asesores es que están siendo constantemente tentados con ofertas y propuestas, dado que son personajes con una trayectoria destacada en sus áreas, y que en muchos casos están recibiendo sueldos inferiores a lo que podrían ganar en el sector privado. Pero también las salidas han generado preocupación, ya que, según plantean, una de las razones puede ser la falta de compromiso con el proyecto del gobierno.
Gregory Elacqua, director del Centro de Políticas Públicas de la Universidad Diego Portales, afirma que es un tema que se debe analizar. "Hay que ver si ha habido una falta de capacidad del gobierno para retener a profesionales de buen nivel. Porque uno por lo general va al gobierno más allá que por el sueldo, por un compromiso que uno comparte, por un proyecto de país".
Por su parte, Andrés Benítez, rector de la Universidad Adolfo Ibáñez, quien se ha referido a este tema previamente, asegura que para entender esta "fuga" de talentos, hay que conocer los tres tipos de perfiles que caracterizan a los jóvenes que trabajan en el gobierno: los que llegaron entusiasmados por la épica, los que lo hicieron por currículum y aquellos que están ahí porque toda su vida han trabajado en el servicio público.
"Los primeros asumieron este desafío porque lo vieron como una oportunidad para trabajar por Chile. Tenían muchos proyectos para poner en marcha, pero en la práctica se dieron cuenta de que las cosas no son tan fáciles ni tan rápidas, y se aburren. Yo los llamo "turismo aventura". Su entusiasmo, que es muy valorable, se diluye rápido al conocer lo aparatoso del Estado. Y se van rápido pues sienten que no están haciendo cosas y no están dispuestos a sacrificarse para que les vaya mal", indica.
Poca mística
Otra "fuga" ocurrió hace dos meses. Se trata de Luis Larraín, quien tras ganarse una Beca Chile para estudiar un Máster en Gestión Pública Internacional en París, y renunció al gobierno en marzo pasado. Aunque no está dentro de los asesores mejor remunerados, sí se trata de un personaje emblemático para el gobierno: fue el rostro gay de la campaña presidencial. Apenas Piñera ganó las elecciones, fue contactado por el ministro secretario general de la Presidencia, Cristián Larroulet, para asumir como asesor en la División de Coordinación Interministerial de esa cartera.
Tentado por trabajar en el aparato estatal asumió el desafío. Pero al andar su visión optimista del gobierno fue bajando su intensidad. "Todos nos compramos el discurso de privilegiar lo técnico por sobre lo político. Sin embargo, hubo decisiones, como el episodio del gas de Magallanes, que nos demostró lo contrario. Esta fue una decisión política. No se consultó a nadie", explica.
En esta misma línea, lamentó no poder seguir capitalizando su "rol" que lo hizo conocido en la campaña, hecho que terminó por decepcionarlo. "De mi ministerio me pidieron que no me refiriera al debate de homosexualidad: incomodaba a Larroulet y a los parlamentarios con los que él debía lidiar. Por ello, no pude participar en las discusiones del APV. Debí callar en momentos que ocurrían hechos históricos. Fue frustrante", asegura.
"Para muchos este desafío era una oportunidad para trabajar por Chile. Tenían muchos proyectos para poner en marcha, pero en la práctica se dieron cuenta de que las cosas no son tan fáciles ni tan rápidas, y se aburren. Yo los llamo "turismo aventura". Se van luego, pues no están dispuestos a sacrificarse para que les vaya mal", indica Andrés Benítez.
Asimismo, hay otros que lamentan la poca "mística" del gobierno. Recriminan que no se les considera en la toma de decisiones, que los ministros no tienen poder y que no hay camino definido. "Al presidente le faltó transmitir la sensación de que todos éramos necesarios y cuál era el rol que jugábamos. No nos hicieron sentir parte del proceso y no supimos hacia dónde íbamos", explica un ex asesor. Barrancones, la decisión del presidente de convocar al diálogo estudiantil sin informar previamente a sus ministros y la aprobación del posnatal son algunos de los episodios que generaron más malestar en este grupo.
Todo esto, sumado a los cambios de gabinete y a la baja del presidente en las encuestas, ha desanimado a varios miembros del equipo que está en primera línea en el gobierno. "Aparte de lealtades directas que hay con ex ministros como Felipe Kast y Juan Andrés Fontaine, también hay algo generacional. Con el cambio de gabinete vuelven "los sospechosos de siempre". Los políticos son repelentes para muchos", indica un colaborador de Hacienda.
La Batalla por los sub 40
A comienzos de año, un grupo de asesores jóvenes de los ministerios políticos de La Moneda se reunió con el titular de la Segpres, Cristián Larroulet. El motivo era expresarle su inquietud por lo que veían como una falta de participación en el proceso de toma de decisiones. Ante ello, Larroulet tomó nota y organizó una instancia especial: almuerzos en los que participaban cerca de 50 funcionarios del gobierno. Se alcanzaron a hacer tres reuniones y la idea era interiorizar a los asesores en los temas centrales de la administración y recoger sus inquietudes de forma más directa.
Además, los propios funcionarios "sub 40" comenzaron a coordinarse para reunirse en encuentros más informales, con el fin de analizar la situación del gobierno y compartir sus propias visiones. En esas instancias también surgieron críticas sobre la forma en que la administración ha encarado conflictos como el tema estudiantil.
El episodio refleja cómo la situación ha sido seguida desde cerca en La Moneda, sobre todo considerando que uno de los énfasis iniciales de la administración era crear un "semillero" de figuras que pudieran desempeñarse en el aparato público en futuros gobiernos.
Sin embargo, hay quienes ven el proceso de salida como algo normal en personas del nivel de los ex asesores. El ministro Larroulet lo define así: "Los casos son razones de índole particular, personas que sintieron que cumplieron un ciclo. Es muy comprensible después de un año y medio de gobierno. Pero así como ellos se han ido, han llegado otros. Tenemos un mecanismo permanente para atraer a nuevos profesionales al sector público".
En esa repartición hay casos como los de María Paz Reyes, Bárbara Achondo, Rafael Ariztía, Ignacio Melero y Juan Pablo Orellana, que se incorporaron este año. Además, otras figuras como Luis Felipe San Martín y Eduardo Riquelme han asumido cargos más importantes tras su paso por la Segpres.
Para algunos de los que salieron la renovación es lógica y hasta deseable. Sergio Urzúa lo explica: "En Estados Unidos es muy común que economistas de universidades sean llamados por un año a trabajar al servicio público y luego regresen. En Chile eso no existe. El Estado no da cabida a un aporte puntual. Y sería bueno que ocurriese". Una visión similar tiene Nicolás Shea: "La renovación continua y el recambio son claves. Uno puede asumir el compromiso por un año, pero hay poca gente dispuesta a estar por cuatro. Se debe armar una posta de talento y juventud".
De todas formas, en los ministerios es un comentario obligado que podrían producirse nuevas bajas de alto nivel. De hecho, Rodrigo Yáñez, ex coordinador de los Grupos Tantauco y asesor del "segundo piso", partirá a fin de año a Londres para estudiar un posgrado, y también se espera que haya salidas en Hacienda.
Un asesor ministerial comenta que un hito clave será marzo de 2012, cuando el gobierno cumpla dos años. "Luego viene el énfasis en las campañas políticas y a fines del 2012 se caen los lápices. Mucha gente se va a ir".