La mañana del martes en Punta Arenas, al iniciar una reunión con autoridades y dirigentes locales del sector, Sebastián Piñera sorprendió a Laurence Golborne, al presentarlo como "el más seguro candidato presidencial de la Alianza en las próximas elecciones". Era la primera vez que Piñera ungía a uno de sus colaboradores, apartándose un poco de su estrategia, que apunta a que varios de sus ministros copen los primeros lugares de las encuestas, quitándole espacio a Michelle Bachelet.
- Este año han surgido nuevos nombres en la carrera presidencial de la Alianza -Andrés Allamand, Pablo Longueira, Evelyn Matthei- y otros han bajado, como Rodrigo Hinzpeter. ¿A qué cree que se deba que usted se mantenga con una alta valoración?
- El otro día me puse a analizar las encuestas y llegué a la siguiente conclusión: en los sondeos realizados antes del rescate de los mineros mi nivel de conocimiento era muy bajo, pero el nivel de aprobación entre quienes me conocían era igual al de hoy. Antes de los mineros me conocía el 10% de los encuestados, hoy me conoce el 85%. Todos mis compromisos me los tomo a pecho y pareciera ser que, de una u otra manera, la gente eso lo valora.
- Con la mano en el corazón, si en un año más, después de las elecciones municipales sigue arriba en las encuestas y uno de los partidos le pide que sea candidato, ¿qué haría?
- Hay que darle tiempo al tiempo. Cada uno de los partidos de la Coalición por el Cambio tiene excelentes nombres que pueden representar sus ideas para buscar un segundo gobierno. Hay que esperar que eso ocurra y, en ese momento, tendré la mayor disposición a colaborar con cualquiera de ellos, así como también para apoyar a los candidatos a parlamentario.
- Ya se comenta que su foto acompañará a muchos candidatos a alcalde y concejal en la próxima campaña municipal.
- En la medida que no exista contravención en mi desempeño como ministro, feliz colaboraré en la defensa de las ideas en las que creo.
- En la última encuesta Adimark, Andrés Allamand lo supera por primera vez...
- Me parece extraordinariamente positivo que la mayor cantidad de ministros aparezcan liderando las encuestas, y en el caso de Andrés lo encuentro aun más, porque él es una persona con una enorme trayectoria política: fue dirigente estudiantil secundario, presidente de partido, diputado, senador, ministro… es una figura de gran relevancia para el sector, así como lo son Longueira, Matthei y Hinzpeter.
Me siento parte de una derecha moderna, inclusiva, abierta y que acepta posiciones divergentes sin problemas. Mi figura representa una parte de este gobierno y es una parte que la gente evalúa positivamente.
- ¿Durante este año se ha sentido más en sintonía con la UDI o con RN?
- No me siento más cerca de ninguno de los dos partidos de la Alianza. Ambos tienen distintas ideas y personas que me representan y otras que no. En la UDI y en RN no existe una visión unitaria, y esa es la gracia, que dentro de un bloque coexistan distintas visiones de la sociedad con un cierto paraguas en común que, por ejemplo, es la libertad.
- ¿Se siente parte de un sector liberal de la centroderecha?
- Eso no es ningún secreto: me siento parte de una derecha moderna, inclusiva, abierta y que acepta posiciones divergentes sin problemas. Mi figura representa una parte de este gobierno y es una parte que la gente evalúa positivamente.
- ¿Cómo enfrenta la demanda para que opine sobre todos los temas, por ejemplo cuando lo hizo sobre el conflicto educacional, el reciente apagón y el matrimonio homosexual?
- Trato de no emitir juicios categóricos que no estén en la línea del gobierno, porque soy parte de este gobierno y uno no puede renegar de ello. Creo que hay que tener especial cuidado con el manejo de las lealtades; uno no puede pretender marcar pautas en temas en que no esté alineado completamente con el gobierno.
El aprendizaje
Golborne dice que junto al nacimiento de sus seis hijos, el 22 de agosto (día en que los 33 mineros informaron que estaban vivos) y el 13 de octubre (día del rescate) fueron jornadas imborrables, que cambiaron su vida. Por ello, este año ha ido a visitar privadamente a varios de ellos a sus casas y sigue en contacto con otros tantos. Hace unos días -cuenta el ministro- estaba en su oficina, cuando su secretaria le informó que abajo se encontraban cinco de los 33 mineros que querían saludarlo. "Ellos andaban en otras actividades en Santiago y pasaron a saludarme. Nos tomamos un café, conversamos de la vida, echamos varias tallas, nos reímos y les agradecí mucho la gentileza".
- ¿Cómo cambió su vida tras el rescate?
- El protagonismo que esa experiencia me obligó a tomar me hizo conocido, y eso en el mundo de la política trae una serie de implicancias. Te pone en una vitrina, bajo el ojo de todo el mundo, y eso tiene de dulce y agraz. Lo bueno es recibir el cariño y apoyo de la gente, que a uno lo hace levantarse en las mañanas con más ganas. Lo amargo es que se interpreta y reinterpreta cada cosa que uno hace, dice, piensa o creen que piensa. Desde el prisma del servicio público, el aprendizaje más valioso del rescate fue el contacto con la gente: ponerse en el lugar y sufrir con el otro enseña mucho, y eso es lo que he tratado de aplicar en este año.
- ¿Cómo ha aplicado esta experiencia en su rol de ministro?
- Lo principal es aprender a escuchar, lo segundo, ser siempre lo más transparente y claro posible. La gente cuando uno le habla con la verdad y mirándola a los ojos, a la postre lo valora. Cuando las personas sienten que uno está haciendo una promesa improbable, oculta datos y actúa de forma evasiva, resulta difícil conciliar posiciones.
Golborne en tierra de políticos
- A diferencia de otras personas que llegaron al gobierno del mundo privado, usted se ha sentido a gusto en el servicio público.
- Yo entré al servicio público sin mucha convicción, consciente de las vicisitudes y con el objetivo de contribuir con un grano de arena a desarrollar nuestro país. Nunca pensé que sería demasiado el tiempo que estaría aquí. Pero la verdad es que ha sido muchísimo más provechoso de lo que pensé. No sé los demás, pero he tenido la suerte de recibir el cariño de la gente y eso ayuda mucho.
- Estas frases son propias de un político profesional...
- No, pertenecen a cualquier persona que cuando se levanta a trabajar necesita hacerlo con ganas. En mi vida profesional, cuando me he sentido sin ganas de partir a mi trabajo, me daba cuenta de que era el momento de un cambio. Yo al gobierno llegué con muchas ganas, pero la verdad es que mi entusiasmo ha sido mucho más de lo que imaginaba, porque en el servicio público, la motivación está dada por hacer cosas, ver el resultado y percibir el impacto que tienen esas cosas.
- ¿Su aprendizaje político ha sido más complejo?
- Ser ministro te convierte en un político, y para relacionarse en este mundo tienes que aprender rápido. A mí me gusta la definición de política como el arte de llegar a acuerdos y ahí es donde creo que nuestra política está un poco enferma, con la temperatura alta y espero que tengamos los remedios para volver a revitalizarla.
- ¿Comparte el juicio de que hoy existe una crisis de representatividad? ¿Es partidario de cambiar el sistema binominal?
- Creo que los sistemas políticos, así como los económicos y sociales, tienen que evolucionar en el tiempo y ninguno de ellos debe ser tan rígido para pensar que no son movibles, modificables o mejorables. Pero creo que el problema actual no sólo tiene que ver con el sistema electoral, sino con cómo la sociedad está hoy relacionándose entre sí. La política desde hace mucho tiempo viene con un descrédito fuerte.
- ¿A qué cree usted que se debe este descrédito?
- Hemos caído en la política del people meter, donde muchos creen que canalizar las inquietudes de la gente significa apartarse de sus convicciones, de acuerdo a lo que circunstancialmente dicen las encuestas. Se ha olvidado que la política son liderazgos con convicción e ideas más allá de la contingencia. Me duele ver cómo políticos con buenas intenciones son llevados por los acontecimientos a formar parte de una oposición poco constructiva.
Hemos caído en la política del people meter, donde muchos creen que canalizar las inquietudes de la gente significa apartarse de sus convicciones de acuerdo a lo que circunstancialmente dice la gente a través de las encuestas. Se ha olvidado que la política son liderazgos con convicción e ideas más allá de la contingencia.
- En un momento parlamentarios de la Alianza cuestionaron su protagonismo, ¿se ha sentido desilusionado del mundo político?
- Las críticas no me afectan demasiado. La política es sin llorar y tengo claro que las cosas que pueden doler hay que aguantárselas. La política es dura también en otros ámbitos: el conflicto de Magallanes, por ejemplo, estuvo en las noticias durante 10 días con grandes coberturas, y eso está bien, pero cuando se resolvió y en julio fuimos con el ministro Rodrigo Álvarez a dar a conocer la solución teniendo una muy buena acogida de la gente, no tuvo mayor resonancia pública ni cobertura.
- Otro cliché de la política es que hay que tener "cuero de chancho", ¿usted lo tiene?
- No, y tampoco quiero tenerlo. Al contrario, quiero mantener la emoción a flor de piel y la capacidad para vibrar con los sentimientos del otro, de reír cuando quiero reír y llorar cuando hay que llorar. En mis 50 años he aprendido que hay que vivir y sentir las emociones.
- Muchos aseguran que el presidente lo sacó de Energía y le propuso el MOP para cuidar su liderazgo.
- Eso el presidente no me lo manifestó en ningún momento. Él me dijo que le interesaba que yo aplicara mis capacidades de gestión en un ministerio que, hasta ese minuto, había estado muy focalizado en el tema de construcción. Además, muchos ministros del MOP no han tenido ninguna proyección política tras su paso por esta cartera. Una golondrina no hace verano.
- ¿Qué le parece que muchos asesores de un perfil similar al suyo que venían del mundo privado estén dejando el gobierno?
- Uno de los grandes problemas hoy en el servicio público es retener gente capaz, que viene acostumbrada a una forma de trabajo y ritmo diferentes. El motivarlos es parte de un aprendizaje que tenemos que ir desarrollando. Esta generación de la centroderecha que no había estado en el poder ha tenido que aprender a descubrir el funcionamiento del Estado, y obviamente no todos están dispuestos a hacer ese esfuerzo.
Piñera, "el desalojo" y su equipo de confianza
Relación con el presidente: "Este año nos hemos ido conociendo más. Recuerde que yo antes de llegar a ser ministro de Minería no lo conocía. Siento que él tiene en alta consideración mis propuestas y análisis técnicos. Me siento bien trabajando con él, me acomoda su estilo".
¿Qué está leyendo": "Obviamente, leo la prensa todos los días. Lo último que he leído es el libro El Desalojo de Andrés Allamand y una biografía de Trotsky. Ahora me han recomendado las memorias de Tony Blair".
Su llegada al MOP: "Sólo conocía las grandes ciudades y esta cartera me ha permitido ir a Melipeuco, al interior de Lonquimay, a Pica, La Tirana… A donde voy me dicen 'aquí somos distintos, aquí las cosas funcionan de otra manera'. Yo les respondo: Chile es uno solo".
¿Con quien habla de política?: "Con mi jefa de gabinete, Luz Granier (fundadora de RN); la subsecretaria Loreto Silva, y mi jefe territorial, Juan Antonio Coloma hijo".
¿Le cuesta mantener su independencia?: "Cualquier cosa que hago se interpreta, pero es muy natural que un ministro se relacione con los partidos. Debe hacerlo, pues con esos parlamentarios, alcaldes y consejeros regionales se hace la labor diaria, más aún siendo independiente como yo".