La historiadora Lucía Santa Cruz es una de las principales figuras del mundo intelectual de la derecha chilena. Integrante del consejo directivo de Libertad y Desarrollo, su voz es una de las más escuchadas a la hora de hablar sobre la identidad del sector. Aunque no suele conceder entrevistas, la decana de Artes Liberales de la U. Adolfo Ibáñez decidió compartir su análisis del gobierno de Sebastián Piñera justo a la mitad de su mandato. Y si bien elogia al presidente por sus atributos personales, tiene una fuerte preocupación por lo que ve como un "temor" de defender los planteamientos históricos de la derecha.
-¿Cómo ha visto al gobierno en los primeros dos años?
-Hay un gobierno con un presidente muy fuerte, inteligente y capaz, y un gran equipo ministerial. Ha tomado liderazgo en medidas económicas para aumentar el crecimiento y el empleo, y a pesar del clima más antagónico que pueda existir con los empresarios, esto no ha tenido repercusiones concretas en la confianza y la inversión. Ahora, este gobierno tiene limitantes: no tiene una mayoría en el Congreso, tiene una popularidad que ha ido descendiendo. Es un gobierno de los partidos de derecha, con gente identificada con la derecha, pero que no ha logrado satisfacer las expectativas que muchos teníamos respecto a los cambios que iba a haber realmente en las políticas públicas.
-¿Pero se ha mantenido fiel a las banderas de la derecha?
-Me temo que en algunos casos se han adoptado políticas que van contra principios fundamentales de lo que es para mí ser de derecha. Por ejemplo, el posnatal de seis meses. Es absolutamente inaceptable que sea obligatorio. Les corresponde a las mujeres decidir. Mi objeción principal no es respecto a cuánto va a gastar el gobierno o cuán focalizado está el gasto: apunta a la libertad de las personas. E históricamente la derecha está profundamente vinculada a la defensa de ciertas libertades individuales.
-¿Usted cree que eso es un problema de este gobierno?
-Es de la esencia de la derecha un cierto pragmatismo, porque no es constructivista, no cree en comenzar de cero. Pero en ese sentido, no me gusta la idea de introducir conceptos como la "nueva derecha" como una identidad fundacional. Es importante tener conciencia histórica y reconocer lo bueno que tiene el pasado.
-El ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, dice que la "nueva derecha" es "democrática y social"…
-La democracia representativa en este país se debe en gran medida a la derecha. Fue la fuerza histórica que defendió las libertades individuales que son concomitantes a la democracia. Y también hay una soberbia juvenil en personas de derecha que creen que descubrieron el sentimiento social. La derecha tuvo muchos líderes profundamente preocupados por la cuestión social. A mí me parece que es un poco constructivista y arrogante creer que se están sentando banderas muy novedosas. No sé lo que es la "nueva derecha". ¿Yo estoy en esa "nueva derecha" o quedo fuera? ¿Cabe la UDI o no cabe la UDI? ¿Cabe la totalidad de RN o tampoco? No sé de lo que me hablan, porque no creo en las construcciones artificiales ingenieriles.
-Cuando se habla de una "nueva derecha", ¿se pone en duda todo lo que está hacia atrás?
-¡Pero exacto! La proposición de que hoy hay una derecha democrática y social es desconocer la contribución que ha hecho históricamente la derecha para reforzar y defender la democracia en este país. En Chile se está produciendo un fenómeno que afecta a todos los sectores: ya es muy difícil saber si las personas están actuando porque realmente creen en algo o porque creen que eso les da votos. Y eso es una degeneración de la política.
-¿Cómo podría modificar el gobierno el escenario actual?
-Hay que hacer un diagnóstico mejor de las cosas. Tampoco hay que tener complejos. La "nueva derecha", en ese sentido, tiene un complejo sobre las credenciales democráticas. Están convencidos que son la primera generación de derecha que adhiere a la democracia. ¡Por favor! La derecha de la dictadura militar es una anomalía, total y absoluta, sólo comprensible por las circunstancias que reinaron en el país. Es verdad que entonces surgió otro grupo, que tenía más debilidad en la adhesión a la democracia, pero eso también es coyuntural. La derecha de este país, y me da mucho honor decirlo, tradicionalmente está vinculada a la democracia.
-Si usted tuviera que inscribir el gobierno de Piñera a nivel mundial, ¿dónde lo pondría?
-Es un gobierno más cercano a David Cameron, pero con elementos de Tony Blair. O de Anthony Giddens, más bien, la Tercera Vía, en el sentido que ha puesto énfasis en el desarrollo de políticas de protección y asistencia.
-¿Cuál debiera ser el centro de un gobierno de derecha?
El presidente Piñera usó una metáfora muy buena en la campaña, cuando habló de la "sociedad de oportunidades", y dijo que él quería que hubiera todas las oportunidades del mundo para los trapecistas, que pudieran escalar alto, pero tener una red que los recibiera en caso de que se cayeran. Bueno, a mi juicio ha habido más red que oportunidades. Habría sido mejor aprovechar esta oportunidad para implementar políticas para modernizar este país, para mejorar el crecimiento y la productividad.
-Parafraseando a Patricio Aylwin, ¿cree que este gobierno ha sido de derecha "en la medida de lo posible"?
- Sí, ha sido "en la medida de lo posible", pero creo que se ha subestimado lo que es posible. Podría ir un poco más allá. Yo creo que hay fronteras en las cuales hay que avanzar.
"Falta el orgullo de ser de derecha"
-¿Por qué cosas podría pasar Piñera a la historia?
-El gobierno de Piñera se va a analizar de acuerdo a lo que efectivamente deje como legado, y a si fue o no capaz de tener un gobierno de continuidad, y no por si subió dos o tres puntos en las encuestas. Creo que haciendo una reforma educacional seria y de verdad puede pasar a los libros de historia. Y yo tengo muchas esperanzas en Harald Beyer.
-¿Qué pasa que los mismos líderes de derecha están más reacios a decir que son de derecha?
-Efectivamente el clima de opinión ha cambiado, al igual que los tiempos de los Ronald Reagan y las Margaret Thatcher. La derecha tiene un talón de Aquiles: no ha logrado transmitir la moralidad de sus planteamientos. Eso se debe en parte a la falta de convicción respecto a lo justo que son éstos. Porque le aseguro que yo no soy de derecha para defender a los ricos de este país. Los ricos se defienden solos. Al igual que muchos otros, he dado parte de mi tiempo a tratar de que las ideas de la economía de mercado y la libertad individual predominen en las políticas públicas, porque tengo el convencimiento de que eso nos hace un mejor país, con menor pobreza y menores desigualdades.
-¿Y cuál es el problema entonces?
-Hay un mensaje de la derecha que no se transmite. Se ha impuesto esta mitología de que la derecha es para proteger a los poderosos, y que la única manera de mejorar la sociedad es con las ideas socialistas o de la izquierda. Pero eso, histórica y pragmáticamente hablando, no sucedió en los países comunistas ni socialistas. Yo creo que falta el orgullo de ser de derecha, de creer y querer ser de derecha y de que está bien ser de derecha.
-¿Qué le parece la aproximación que tiene este gobierno con el mundo empresarial?
-Ha sido más papista que el Papa. Ha puesto más énfasis en los errores y abusos que algunas empresas pueden cometer que en lo importante que son las empresas para el bienestar del país. Yo creo que en este país hay abusos, del Estado y de la empresa privada, y son inaceptables. Pero una cosa es resolver los abusos porque hay abusos, y otra cosa es resolverlos porque tienes un fin ulterior, que es que quieres que no te asocien con los empresarios. Yo me temo que a veces hay razones populistas.
"Hay una soberbia juvenil en personas de derecha que creen que descubrieron el sentimiento social. A mí me parece que es un poco constructivista y arrogante creer que se están sentando banderas muy novedosas. No sé lo que es la 'nueva derecha'".
-¿En qué se nota esto?
-En el asunto de los pollos, cuando hay un juicio pendiente, que haya un ministro que salga en televisión con un pollo en la mano, denunciando el abuso porque hay un atentado contra la comida de los pobres, a mí no me parece que eso se haga meramente para terminar con la colusión y los abusos. Se requiere que efectivamente haya un juicio en la Fiscalía Nacional Económica, y yo me alegro que se investigue, pero la creación de un clima de opinión que enfatiza la maldad de los productores me parece que no es necesario. Bajo la Concertación, cuando pasó una amenaza de cólera, hubo un ministro que fue al mercado a comer. Hay una paradoja: ellos estaban tratando de probar que no se comían a los empresarios, y este gobierno está tratando de probar que no gobierna en beneficio exclusivo de los empresarios. Eso debilita, de alguna forma, la creación de oportunidades, debilita el emprendimiento y la legitimidad moral de la economía de mercado.
-¿Qué debe hacer la derecha como sector?
-Hay que reforzar el pensamiento, las ideas. No ha habido un relato ni un diagnóstico basado en la idea del conflicto entre el individuo y el Estado, sobre cuánta libertad pueden tener los individuos. Es algo más de fondo: hay poca formación. Uno de los problemas de que este sistema haya sido impuesto por una dictadura militar es que se evitó el proceso de convencimiento necesario de las bondades del mismo. Cuando vienen las crisis, cuando la misma prosperidad que el sistema crea pone otros temas, como la distribución o la desigualdad, tenemos a una clase dirigente de derecha con muy poca formación política, muy poco conocimiento respecto a qué es lo que es el socialismo, el Estado de bienestar, cuáles son sus consecuencias reales y cuáles son las bases para que funcione una economía de mercado.
-¿Qué proyecto es el que van a poder ofrecer los candidatos de derecha en la próxima elección presidencial?
-Lo que pasa es que en el mundo entero, las elecciones se están dando cada vez más por las personas y menos por los proyectos. Hay una especie de retorno a una forma de caudillismo que me preocupa profundamente, porque los caudillismos debilitan las instituciones, y las instituciones a la larga son las únicas que dan estabilidad. Y la derecha es muy mesiánica. Siempre ha querido tener caudillos. La derecha tiene que tener cuidado: el riesgo de populismo existe en la derecha y en la izquierda.