"Pregúntenle a Nacho" es una frase que se oye casi a diario en La Moneda. Las razones están a la vista: Ignacio Rivadeneira (37) es el hombre fuerte del Segundo Piso y aunque su cargo dice "jefe de contenidos" su tarea supera con creces la de escribir los discursos del presidente. Es el único con carta blanca para entrar y salir de todas las reuniones de palacio, ya sean bilaterales, de programación o comunicacionales. También asiste a los comités políticos y juntas ministeriales. Interviene cuando quiere y con quien quiere. Y nadie se extraña, aun cuando no está en primera línea ni tiene cargo político. Su poder va más por la influencia que por la ejecución. Su único jefe es el presidente.
"La confianza depositada por Piñera en Rivadeneira es el resultado de una relación de casi 15 años. El presidente lo respeta intelectualmente, porque sabe interpretarlo, pero porque, además, cuando lo retruca sus argumentos son sólidos y muchas veces logra que cambie de opinión", explica un asesor de la presidencia.
El ex ministro de Educación Felipe Bulnes agrega: "Ignacio cumple una función muy destacada y relevante en el gobierno. Especialmente en el ámbito de la presidencia". Así, el jefe de contenidos del gobierno se ha convertido en un filtro necesario para cualquier persona antes de enfrentar al mandatario.
Algunos se refieren a él como el consigliere.
En un gobierno como el de Piñera, marcadamente presidencialista y donde la figura del jefe de Estado es omnipresente, ser la persona a la que el mandatario más escucha y cuya opinión más valora lo convierte en el segundo hombre más poderoso de esta administración. La posición privilegiada que ocupa Rivadeneira es sin duda su principal activo. Sin embargo, ahí también reside su propia trampa: pese a su potencial político es difícil que Piñera le permita salir de ahí y emprender tareas con mayor visibilidad. "Ese nivel de sintonía intelectual, lealtad y confianza hacen de Ignacio una pieza irreemplazable en el entorno íntimo del presidente. Lo necesita a su lado", explica un asesor del gobierno.
El mismo Piñera define a Qué Pasa el vínculo: "Más allá de la relación de afecto y confianza que hemos construido a lo largo de los años, lo que más valoro en Ignacio es su clara inteligencia, su sólida formación académica, su gran lealtad y dedicación y su profundo compromiso y vocación de servicio público. Cualidades que sin duda aprendió de su padre, Ricardo Rivadeneira".
El intérprete
Es común que Rivadeneira llegue a La Moneda junto con Piñera. Son vecinos en el barrio de San Damián -actualmente vive con su madre, Mercedes Hurtado Vicuña- y aprovechan el trayecto para conversar sobre su agenda, la cual el asesor deja preparada la noche anterior. En una carpeta archiva esta información, las principales cartas que le envían al mandatario y análisis varios sobre la coyuntura nacional y extranjera. Además, ahí guarda las minutas para sus diversas intervenciones diarias.
La oficina de Rivadeneira -cuyo trabajo, en parte, es estar 24 ó 48 horas adelantado a las actividades del presidente- está en el ala norte del Segundo Piso. Sus puertas están siempre abiertas y desde su entrada se le ve siempre trabajando frente a dos enormes pantallas de computador. En una lee y en la otra escribe. Trabajólico, se sume de lleno en su trabajo de speechwriter -es uno de los últimos en irse de palacio, generalmente de madrugada-, tanto que muchos le recriminan medio en broma que no se peina ni se abrocha bien la camisa. "Es muy despreocupado de la ropa y la apariencia física", dicen en La Moneda. De hecho, parece un estudiante de Derecho a punto de dar el examen de grado. Consciente de eso, guarda en su clóset -al fondo de su despacho- un par de corbatas limpias a las cuales recurre para las actividades que exigen mayor protocolo.
Su escritorio está tapizado de libros de estrategia, economía y filosofía política, la gran mayoría escritos en inglés. Hoy está entretenido con On Political Equality de Robert A. Dahl y las memorias de Tony Blair. Además de la del ex primer ministro inglés, guarda las biografías de sus grandes referentes en oratoria política: Barack Obama, Nicolás Sarkozy, Bill Clinton, Ronald Reagan, Felipe González y, por sobre todo, John Kennedy. Por estos días además ha seguido con detención las primarias republicanas en Estados Unidos, lo hace a través de la televisión, internet y revistas especializadas. El interés no es nuevo: entre el 2007 y el 2009 hizo un máster de políticas públicas en Harvard.
El segundo a bordo
Todos éstos son insumos importantes para escribir las minutas, discursos, cartas, prólogos y todos los tipos de intervenciones públicas que realiza el mandatario. Pero el trabajo no termina ahí. Para Rivadeneira son claves las reuniones que sostiene con ministros, asesores gubernamentales, expertos, autoridades locales y parlamentarios. En la recolección de información lo ayudan Ernesto Ayala, Verónica Kulczewski y Jacinto Gorosabel. No obstante, es él quien finalmente se sienta a redactar. Confía mucho en sí mismo y le cuesta delegar. "Es un lobo estepario y lo suyo es un trabajo solitario y muchas veces ingrato", dicen desde el Segundo Piso. "Ignacio sabe que cuando entregue su propuesta al presidente ésta debe estar seriamente documentada y todas las preguntas deben estar resueltas", asegura Fernanda Otero, asesora comunicacional del gobierno.
Una vez entregada su propuesta al jefe de Estado, ambos revisan juntos la minuta. Regla y lápiz en mano, Piñera subraya conceptos, tacha palabras y hace comentarios al margen. Le gusta participar activamente en este proceso. Una vez terminada esta revisión, Rivadeneira se sienta a redactar una versión corregida. De todas maneras, eso no significa que el mandatario va a seguir la minuta al pie de la letra, para él es clave la improvisación y, por lo mismo, se han hecho famosas sus salidas de libreto. Si bien Rivadeneira por lo general no acompaña al presidente en sus salidas a terreno -está el 90% del tiempo en su oficina-, se entera de inmediato sobre el detalle de lo que dijo. Mario Lorca, transcriptor de discursos de La Moneda, le manda la reproducción textual de las intervenciones del mandatario.
Cuando se producen errores, el abogado de la Universidad de Chile se agarra la cabeza con las dos manos. "Obvio que se frustra, sobre todo al comienzo porque cuando la espontaneidad de presidente implicaba errores se los achacaban a él", dice un cercano. Con todo, Rivadeneira ha comentado que estas situaciones son parte del juego y que son los costos de tener un mandatario involucrado en todos los temas y que no se deja pautear. De todos modos, en innumerables oportunidades le ha recomendado, en privado, que sólo opine de los temas importantes y deje los asuntos sectoriales a sus ministros. También le ha sugerido que tenga ojo con la sobreexposición, porque la atención pública es exigente y cualquier palabra mal gesticulada puede ser convertida en una nueva "piñericosa" que reviente las redes sociales.
Corazón partido
La noche del 20 de mayo del año pasado, el presidente Sebastián Piñera la pasó casi de largo. Junto a él, y hasta la 5:00 de la mañana, estuvo Ignacio Rivadeneira , quien redactó el discurso que hasta esas horas corrigieron ambos en detalle. A las 10.00 a.m. del día siguiente, Rivadeneira se sentó en primera fila a escuchar la segunda cuenta pública de Piñera. Mentalmente repitió casi de memoria las palabras que durante 113 minutos leyó el mandatario en el Congreso. Era el corolario de más de cinco meses de trabajo.
Esa noche, Piñera reunió en los comedores de Cerro Castillo a todos sus ministros, subsecretarios y asesores más cercanos. El ánimo era festivo y todos comentaban el discurso al presidente. Pero en medio del encuentro el mandatario hizo una pausa inesperada. Poco dado a las felicitaciones públicas, en ese momento rompió la regla y pidió un explícito reconocimiento para Rivadeneira. El salón estalló en aplausos. Los comensales sabían que los elogios no sólo recaían en él por el trabajo hecho como ghostwriter. Estaban frente al hombre que en privado contiene y aconseja al mandatario, el hombre al que más escucha al momento de definir los lineamientos políticos del gobierno. Su colaborador más leal y en el que más confía. Por eso cuando lo presentó como su "quinto hijo" al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, durante su visita a Chile nadie se sorprendió.
"No sé si es un quinto hijo, pero sin dudas le tiene un cariño especial. Dentro del gobierno es con quien tiene la relación más antigua y más estrecha. Ignacio cuenta con la total confianza del presidente y podría haber tenido cualquier cargo, pero el presidente le pidió que se quedara junto a él en La Moneda", dice Magdalena Piñera Morel. Una anécdota que refleja a cabalidad la caercanía entre ambos sucedió a mediados del 2010 cuando el mandatario se enteró de su relación con la periodista María Luisa Godoy -con quien se casa en julio-. Tras comprobar la veracidad del rumor, Piñera llamó a su jefe de contenidos y le dijo: "Me estás dejando por otra. Ahora voy a tener que compartir tu corazón", ambos rieron con ganas.
El segundo a bordo
Pero Rivadeneira también ha cultivado una fluida comunicación con casi todos los ministros, siendo los más cercanos Rodrigo Hinzpeter, Andrés Allamand, Cristián Larroulet y Andrés Chadwick. Pero, al final del día, todo el gabinete y autoridades varias acuden a él: saben que si quieren estar en la retina del mandatario Rivadeneira es clave. Por otro lado, el jefe de contenido es quien mejor sabe qué le gusta al presidente y qué no. "Es un filtro infalible", comenta Jorge Alessandri, subdirector de Programación de la presidencia.
"Tiene una capacidad técnica y una memoria impresionante, además sabe mucha historia y maneja cifras. Conoce todos los temas de gobierno, por eso es capaz de hacer 'sinapsis' entre ellos", asegura Claudio Seebach, asesor de la Segpres. En la misma línea, y como tiene trato directo con todas las áreas de la administración, detecta cuándo hay vacíos y genera los espacios para que se elaboren políticas públicas. "Hace que las cosas pasen porque tiene la autoridad y la fuerza para movilizar a los responsables de estas tareas", agrega un asesor de la presidencia. Pero hay matices: algunos le reprochan su excesiva tozudez a la hora de discutir. "Cree que se las sabe todas y a veces opina en materias que no le corresponden", dice una fuente de palacio.
Sus lazos se extienden, incluso, al mundo de la Concertación. Entre sus más cercanos está el presidente de la DC, Ignacio Walker. Tanto que cuando se dio a conocer el acuerdo entre ese partido y RN sobre reformas políticas y semipresidencialismo, Rivadeneira le envió a Walker su tesis de Derecho. El tema: semipresidencialismo en Chile.También tiene sintonía con Ricardo Solari, Juan Pablo Letelier, Jorge Burgos, Guido Girardi y Marco Enríquez-Ominami.
"Lo que más valoro en Ignacio es su clara inteligencia, su sólida formación académica, su gran lealtad y dedicación y su profundo compromiso y vocación de servicio público. Cualidades que sin duda aprendió de su padre, Ricardo Rivadeneira", indica Sebastián Piñera a Qué Pasa.
La encrucijada
Una figura determinante en la formación política y profesional de Ignacio Rivadeneira fue su padre: el abogado y fundador de Renovación Nacional Ricardo Rivadeneira, quien murió el año pasado. Para seguirlo a él, tras egresar del colegio Tabancura, estudió Derecho en la Universidad de Chile y se interesó en el servicio público. "Su dedicación al quehacer nacional y la lealtad que tiene con este gobierno honra la imagen de su padre, cuestión que no es fácil", dice un ex ministro.
El tercero de ocho hermanos, creció en un ambiente bastante tradicional. Hoy, sin embargo, convive sin complejos entre el liberalismo y las posturas más conservadoras. Se declara contrario al aborto, a la eutanasia y a la legalización de las drogas. No apoya el matrimono homosexual ni que éstos puedan adoptar hijos, pero es un ferviente defensor del Acuerdo de Vida en Pareja (AVP). Del mismo modo, apoya la reforma tributaria y el cambio del sistema binominal.
En materia de preferencias entre los "presidenciables", quienes lo conocen aseguran que apoyará con fuerza a quien sea el candidato que finalmente lleve la Alianza. Sin embargo, su balanza se inclina por Andrés Allamand y Pablo Longueira. Con el primero lo une una relación de años. Lo acompañó en Washington en su "travesía por el desierto" e incluso lo ayudó en la redacción de su libro autobiográfico. En cambio, al ministro de Economía lo ha aprendido a valorar en estos meses, y desde su entorno revelan que lo ha calificado como un "gran descubrimiento".
Rivadeneira entrega a muchos certezas sobre hacia dónde va el gobierno y cómo piensa el presidente. Sin embargo, sobre él rondan aún muchas interrogantes. La primera tiene que ver con su futuro cercano. Hay quienes aseguran que el abogado ya cumplió su tarea como jefe de contenidos y que es una figura potente que se está perdiendo en las sombras del poder. Por eso se inclinan por que asuma un rol más activo y visible en el gobierno. "Eso sería lo mejor para él y para la administración Piñera", dice un asesor de la presidencia.
Pero no todos están de acuerdo con esa teoría. "Aunque perfectamente podría ser ministro, Ignacio sabe que donde está hoy es donde más lo necesitan y por eso lo asume orgulloso", retruca Carla Munizaga, jefa de prensa de Piñera. Con todo, y si bien Piñera y Rivadeneira hablan varias veces al día -más de cuatro veces por hora entre llamadas telefónicas y visitas en sus oficinas-, este es un tema que entre ellos no se ha tocado.
En el largo plazo, pocos dudan que seguirá en la arena pública. Algunos aseguran que optara por el camino parlamentario. Pero son muchos más los que dicen que lo de él está en el Ejecutivo. Pero hay un grupo que apuesta a que Rivadeneira permanecerá al lado de Piñera, ya sea desde la Fundación Futuro o en la creación de un nuevo centro de estudios, idea que ronda en la cabeza del presidente para cuando deje su mandato en 2014.