“Un joven, Jristo Stoianev, es reclutado por los servicios secretos soviéticos, en Bulgaria de 1934. Luego de completar su entrenamiento en Moscú es enviado a luchar en la guerra civil española. Cuando está a punto de convertirse en una de las víctimas de las purgas de Stalin, debe huir hacia París. La invasión alemana lo sorprende en la cárcel, desde donde huye auxiliado por los servicios secretos de El Vaticano, los mejores del mundo. Y así continúa la acción de un modo vertiginoso”. Esta reseña corresponde al libro Soldados de la noche, del estadounidense Alan Furst, y la escribió hace algunos meses -en revista Tell- Gonzalo Yuseff Quirós (41), el actual director de la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI). Lector voraz, esta es la única actividad pública del jefe de la ANI. Todo el resto de su agenda es reservada.
Furst, autor de históricas novelas de espionaje situadas durante el periodo entre las dos guerras mundiales, es uno de los escritores favoritos de Yuseff, quien en estos dos últimos años a cargo de la inteligencia del país se ha ido transformando en una especie de personaje de Furst.
Lo que sorprende de inmediato al ver a Yuseff es su frondosa barba, muy parecida a la de Fidel Castro en los 70. Sus amigos señalan que el look estaría inspirado en el escritor ruso del siglo XIX León Tolstoi, otro de sus autores favoritos. Sin embargo, cercanos al abogado también dan otra versión: durante su época de fiscal recibía muchos comentarios por su “cara de niño”, la que le hacía representar menos de su edad. Cuentan que al llegar a la ANI debió enfrentarse a un complejo equipo de cerca de 200 personas (hoy la planta es de 140 personas), casi todas mayores que él, y varios militantes de la Concertación y de la izquierda extraparlamentaria. También debió sentarse a la cabecera de la mesa con los jefes de inteligencia de las Fuerzas Armadas y las policías. “La barba larga representa sabiduría, autoridad”, señala un amigo del abogado viñamarino de la Universidad de Valparaíso, quien es fanático del boxeo (lo ha practicado) y el fútbol. “Es una cortina de humo para desviar la atención”, señala en broma Yuseff a sus amigos.
Tenderini 113
La ANI es un organismo público que se creó en 2004 para coordinar y asesorar al presidente en materia de inteligencia. Tras una larga discusión en el Parlamento se promulgó la Ley Nº 19.974, donde se detallan sus funciones.
De la ANI se conocen escasos detalles. Uno de los pocos es que opera en un edificio en Tenderini con Moneda, a cinco cuadras del palacio presidencial. Su dotación y forma en que se gasta el presupuesto es secreta, y es uno de los pocos servicios estatales que no están sujetos a la Ley de Transparencia. La reserva es tal que incluso sus ex empleados están obligados por ley a guardar silencio sobre lo que hicieron o vieron en la agencia. Según dicen en el gobierno, hoy trabajan alrededor de 140 personas, y Yuseff ha remodelado varias de las plantas para incorporar tecnología. En el piso 6 del edificio -que a principios de los 90 fue un conocido prostíbulo y luego un banco- creó un moderno sistema de archivo de información confidencial. Su idea es impulsar una ley que permita desclasificar documentos, al igual que en otros países. Junto a esta sala creó una biblioteca con textos de inteligencia, espionaje, movimientos anarquistas y terrorismo. Ya hay libros sobre ETA, el IRA, la STASI, el FBI, la CIA, entre otros. En este piso también se equipó una sala con más de 30 pantallas de LCD con los canales de diferentes lugares del mundo.
El primer requerimiento de Piñera fue modernizar los procesos y mejorar la gestión. Yuseff despidió al 30% del personal anterior y eliminó los departamentos de análisis políticos y económico; este último, por ejemplo, hacía un seguimiento a los principales grupos empresariales del país.
En el Ejecutivo señalan que el perfil de Yuseff cuadraba con lo que Sebastián Piñera quería para la ANI: una agencia técnica y enfocada en analizar las principales amenazas del país. Un ejemplo que citan en el gobierno es que la entidad tenía un equipo orientado a monitorear la actividad interna de los partidos políticos y una unidad especial enfocada en análisis de los movimientos de grandes empresarios y grupos económicos. El presidente encomendó a Yuseff que reorientara la mirada, priorizando el seguimiento a posibles focos de violencia política, conflictos sociales y asociaciones terroristas.
Otra de las actividades que ha impulsado el abogado es el intercambio de los servicios de inteligencia, especialmente con los argentinos, rusos y chinos. El martes, por ejemplo, recibió a Robert Hannigan, jefe de la inteligencia británica.
La ANI no puede presentar pruebas a la justicia, lo que es considerado una de sus grandes falencias por Yuseff. Sólo pueden entregar información que permita orientar el trabajo de las policías y proyección de conflictos sociales en el tiempo. “El trabajo de la ANI es evitar que pasen cosas y no investigar por qué están pasando”, señala una fuente de la agencia, quien pone un simple ejemplo: “La ANI detectó que la mayoría de los robos a los cajeros automáticos correspondían a tres bancos, los que habían adquirido sus cajeros en China, que eran fáciles de abrir y estaban mal instalados. Se informó a esos bancos, pero más que eso no se puede hacer”.
El enigmático estilo del Zar de la inteligencia
La agencia trabaja con informantes pagados, para lo cual cuenta con un presupuesto anual de $4.861 millones más gastos reservados. Hoy, el principal objeto de estudio de Yuseff es el terrorismo y violencia política anarquista que comenzó el 2006, además de las amenazas y el conflicto en la zona mapuche. La ANI ha detectado una proliferación de colectivos anarquistas sin nombre, cuyo objetivo es generar una sensación de desgobierno y descontrol. El análisis del gobierno es que el desenlace del caso bombas podría alentar más la participación en ellos.
Fue en este marco que la semana pasada debió enfrentar sus primeras críticas.
Dardos en el congreso
La semana pasada, por primera vez desde que llegó al gobierno, el abogado y ex fiscal de Viña del Mar, Quintero y Quillota apareció en la prensa luego de asistir a una tensa sesión de la Comisión de Control de Inteligencia de la Cámara de Diputados, en la que fue interpelado por parlamentarios opositores. Jorge Burgos (DC), por ejemplo, se quejó por el hecho de que Yuseff hubiese declinado responder un cuestionario sobre el papel que le cupo a la ANI en el llamado caso bombas.
En el gobierno plantean que Yuseff explicó su negativa a responder el cuestionario de Burgos como un tema de procedimiento. Según dicen en La Moneda, el jefe de la ANI dijo que siempre ha estado dispuesto a contestar las dudas de los diputados, y que ha expuesto en la comisión de la Cámara dedicada al área de inteligencia cuando se le ha solicitado, pero que esa instancia está obligada por ley a guardar secreto. En el caso de Burgos, según el análisis hecho en la ANI, el documento no habría quedado cubierto por esa norma.
Por ello, quienes defienden a la ANI en el gobierno coinciden en un punto: por la naturaleza reservada de la agencia, nunca podrá salir públicamente a destacar sus logros. Éxitos que plantean que sí ha tenido, como colaborar con información que ayudó a la detención in fraganti de cinco personas colocando bombas en los últimos dos años. En otra área, la agencia también se ha encargado de la renovación de los sistemas de comunicaciones de las embajadas chilenas, un punto que era prioritario para la Cancillería.
Más allá de los cuestionamientos de la Concertación, esa tarde en el Congreso se abrió un debate entre los diputados respecto de la manera en que el organismo está desarrollando su tarea. Legisladores de las distintas bancadas apuntaron, con diferentes matices, a las supuestas debilidades en la tarea de la entidad y algunos de ellos propusieron modificaciones para mejorar su trabas.
“Incluso desde el gobierno han dicho que la información obtenida proviene desde Carabineros e Investigaciones”, explicó el diputado Jorge Burgos, quien ha reiterado sus críticas a la falta de explicaciones de Yuseff. Para Felipe Harboe, quien conoció de cerca la labor del organismo de inteligencia cuando trabajaba en el Ministerio del Interior de Bachelet, más allá de la labor de Yuseff no existe un trabajo acorde con las necesidades, y el caso bombas ha sido un ejemplo de esto. “Los antecedentes entregados por inteligencia no han logrado determinar con verdad judicial los responsables de los bombazos que ha tenido que sufrir nuestro país”.
Si bien Harboe precisa que sus críticas van hacia la forma, que se está trabajando y no hacia Yuseff personalmente, cree que quienes hacían esta labor durante la Concertación tenían un background más acorde a lo necesitado. “Hay algunas cosas que no se le pueden pedir al actual director. Él era fiscal, con poco tiempo de experiencia, y antes había sido candidato a concejal”.
La eterna promesa del piñerismo
Yuseff parecía una carta inevitable en un gobierno de Sebastián Piñera. Inicialmente, Rodrigo Hinzpeter lo propuso como intendente de Valparaíso. Un mes después, Piñera le ofreció al entonces fiscal la dirección de la ANI. Fue un nombramiento que sorprendió a muchos.
Su carrera política venía en alza desde las municipales de 1992, cuando se transformó en una de las promesas de RN al ser electo concejal por Valparaíso a los 21 años. En 2001, Piñera encargó a Yuseff y a su hermana Magdalena que comenzaran a preparar su campaña a senador por la V Región Costa, la cual meses más tarde debió bajar a favor del almirante Jorge Arancibia.
Desilusionado de la política partidista, en 2004 Yuseff renunció a RN para ingresar al Ministerio Público. Trabajó como fiscal en Viña del Mar, Quintero y Quillota. Participó en una serie de investigaciones, pero su caso más notorio fue el del llamado “violador de Reñaca” .
El caso se transformó en su obsesión y fue él quien aportó las pistas a las policías para la captura de Sergio Espinoza Mondaca, luego de 27 ataques en un año. Un escapulario en forma de flor, el olor a bosta de caballo que señalaban las víctimas y un estudio que había bajado de internet fueron algunos de los elementos que terminaron con el encarcelamiento uno de los mayores violadores en serie en la historia criminal chilena y con el rostro de Yuseff en la primera plana de los medios. Una realidad completamente diferente a la de hoy, en que es uno de los funcionarios más desconocidos del gobierno.