La Concertación necesita hoy nombres nuevos porque tiene que jubilar a sus dirigentes de los años de Pinochet, por muy meritorios que fueran. Nosotros fuimos una muy buena generación, que cumplió un rol importantísimo en cuatro gobiernos que quedaran inscritos en la historia de Chile como autores de grandes políticas públicas. En cada área teníamos a 10, 12, 15 personas con dominio y prestigio internacional. Pero toda esa gente se dio vuelta en diferentes cargos durante 20 años, y algunos son hoy personas muy notables, pero que no pueden seguir pensando que van a volver a ser ministros o estar en la primera línea.
Nosotros podemos ser muy buenos asesores de un futuro gobierno de Michelle Bachelet, pero ni siquiera podemos pensar estar en el Segundo Piso. A lo más, tenemos que estar en el subterráneo de La Moneda, donde nos veamos lo menos posible, asumiendo la tarea de ayudar con nuestra experiencia a los nuevos rostros que estarán dirigiendo el país.
Adiós a la vieja guardia.
El único recado que yo le he enviado a la ex presidenta es que tiene que buscar una generación de dirigentes sub 45 que tengan cierta capacidad y experiencia, y que debidamente asesorados en seis meses puedan tomar las riendas de un gobierno. No tengo nombres, pero hay muchos. También existe otro grupo de primer nivel que no jugó un rol protagónico en los últimos gobiernos, por lo que igual son rostros nuevos. Juan Somavía, Francisco Javier Díaz y Mario Marcel, sólo por nombrar algunos. El conjunto del gabinete no podrá estar compuesto por gente que hizo la batalla por el No y que luego participó en los gobiernos de la Concertación. Si eso se hiciera, creo que inevitablemente se afectaría la confianza que sí provoca y suscita la presidenta Bachelet, porque ella no fue parte de ese mundo.
Por eso estoy intentando ayudar a armar una generación de segunda línea, de cargos de un poquito más abajo, a través de un trabajo de capacitación en el Instituto Igualdad con un grupo de 12 dirigentes jóvenes del PS y el PPD que son muy buenos. Son profesionales de 25, 26 años, que pueden ser un estupendo semillero en el tema internacional.
La nueva lucha
Creo que hoy, al final de la Concertación, se ha abierto una nueva etapa en la política chilena, que se caracteriza por dos rasgos: un tiempo de postransición y otro de poshegemonía neoliberal en América Latina. Esos son dos elementos que, sumados al cuadro de crisis que estalló en septiembre de 2008, y que pienso que durará unos 10 años, imponen un gran ajuste. En ese nuevo contexto de la política chilena tiene que haber nuevos liderazgos. Si Bachelet es candidata, que por ahora sigue siendo una incertidumbre, pese a las señales de los últimos meses, ése será uno de sus mayores retos.
Si no viene Bachelet, la Concertación entrará en un invierno muy riguroso, ya que ganaría el candidato de la derecha, porque sería muy difícil levantar a alguien competitivo.
Las características de este nuevo liderazgo son cosas que no podemos definirlas en un pizarrón y que no son materia de planificación rigurosa, estricta, hecha de antemano. No tiene sentido hacer un dibujo, pero hay que tener conciencia que esos dos problemas son muy severos. Por ello, más que trabajar en esta nueva generación, hay que hacer el listado y la recolección de las figuras.
La Concertación, tal como la conocimos, está viviendo una enorme crisis. Tiene que reinventarse y hacer una reingeniería de algo que se llame con ése o con otro nombre, y que sea una coalición de centro y de izquierda. Lo que el país necesitó al final de Pinochet, y que hoy sigue necesitando para enfrentar el período posterior al gobierno de Sebastián Piñera, es una coalición de centro y de izquierda. ¿Con otro nombre? Eso es lo menos importante. Lo importante es que tenga esos dos componentes.
El problema de liderazgo es muy importante, pero más importante que eso es sumar a actores y sectores sociales. Si Bachelet es candidata, ella tendrá una posición excepcional para sumar fuerzas y cumplir esta tarea de aglutinamiento. Si no viene, la Concertación entrará en un invierno muy riguroso, ya que ganaría el candidato de la derecha, porque sería muy difícil levantar a alguien competitivo.
El secreto del éxito de Bachelet es su carácter: tiene cercanía, respeto y cordialidad con todos los sectores sociales. Por eso pueden hacer 10 campañas bien armadas en un engranaje comunicacional contra ella, pero no pegarán.
Yo me imagino dos cosas, que más que fórmulas son necesidades: tener un programa que recoja el estado de ánimo del país, que tiene un juicio muy crítico de las visiones prevalecientes de 1990 en adelante, e impulsar cambios a un sistema político en crisis de representatividad que puede fácilmente convertirse en una crisis de legitimidad.
Como ya queda poco tiempo para la elección, creo en la necesidad de construir una mayoría nacional estable del centro y de la izquierda. Una Concertación reducida y recortada es un bloque con menos posibilidades de ganar y gobernar. Por eso creo que Marco Enríquez-Ominami es el mayor problema. Si no se integra es una complicación, aunque no sea el mismo del 2009.