Por María Jesús del Pozo Julio 5, 2012

Hasta hace tres años, el sociólogo y analista Max Colodro (45) era de las figuras que se mencionaban siempre en la primera línea de la “generación de recambio” de la Concertación. Director de estudios del Ministerio Secretaría General de la Presidencia en el gobierno de Ricardo Lagos, hasta hoy conserva su militancia en el PPD. Pero él mismo aclara que su renuncia es sólo un trámite pendiente. En 2009 se convirtió en vocero de la campaña de Marco Enríquez-Ominami, a la que hoy define como “el síntoma de la crisis de la Concertación”, y marcó su distanciamiento del conglomerado.

Hoy apoya la candidatura de Claudio Orrego, al que ve como la “esperanza” de su generación. Pero su análisis es descarnado: para él, la Concertación tiene falta de ideas y responsabiliza en gran parte a la ex presidenta Michelle Bachelet, a la que acusa de no favorecer el “recambio”.

-Hoy está apoyando a Claudio Orrego. ¿Por qué?

-Primero, Orrego tuvo un gesto muy valioso: cuando tú tienes una alcaldía asegurada y estás dispuesto a dejarla para iniciar una competencia incierta, ahí hay una renuncia a cuotas de poder. Pero, además, ha demostrado estar dispuesto a enfrentarse al manejo de los partidos. La DC no quería llevar a Orrego, no quería que hubiera precandidaturas. La renovación pasa por hacer cosas como lo que está haciendo Claudio hoy día: imponer la competencia, aunque a los partidos no les guste.

-¿Cómo ve el estado actual de la Concertación?

-Es un proyecto que hoy no tiene futuro. Está sentada en el cementerio, esperando el retorno del Mesías. O la Mesías, que está instalada en Nueva York sin decir si quiere o no quiere ser candidata.

-¿Y cree que ha habido cambios desde enero de 2010?

-En la Concertación no hay proyecto, no hay ideas. Lo único que han hecho es ponerse al frente de un malestar y de un descontento ciudadano que se expresa en las movilizaciones de este último año y medio, pero la ciudadanía percibe perfectamente bien que eso es un oportunismo impresentable. La mejor evidencia es que tienen un 19% en las encuestas.

-¿Por qué le parece criticable?

-¿Quién aplicó la educación particular subvencionada en Chile en  la década de los 90? ¡La Concertación! Ricardo Lagos el día de la derrota se sube al escenario y dice: “Nos vamos con la frente en alto, dejando un país maravilloso”. Y a los seis meses, intentan convencer que éste es un país que sólo merece salir a protestar.

-¿La Concertación se hizo cargo de su derrota?

-La Concertación no está en condiciones de hacerse cargo de nada. Está manejada por máquinas políticas y poderes fácticos que son, básicamente, Camilo Escalona en el PS y su grupo, Guido Girardi y su máquina en el PPD, y el eje Martínez-Pizarro-Cornejo en la DC. A ellos lo único que les interesa es volver al poder para regresar a la lógica del reparto del botín, como lo llamó una vez Enrique Correa, y copar los espacios con sus operadores políticos. Y seguir con lo que acaba de denunciar Andrés Velasco, que es la lógica del clientelismo.

-Cuando habla de “máquinas políticas” menciona a los últimos tres presidentes del Senado…

-Son la mejor evidencia de dónde está el poder en la Concertación y de cómo se expresa la falta de renovación y de transparencia.  Esa negociación del Senado se produce al día siguiente de la derrota de la Concertación, entre cuatro paredes, entre los verdaderos operadores políticos. Ellos, que cuestionaron tanto a Sebastián Piñera el tener conflictos de interés, ahí negociaban para sí mismos. ¿Eso no es un conflicto de interés?

Bachelet no tiene generación de recambio. Está haciendo política con los operadores con los que hizo política toda su vida. Y va a gobernar con esa gente. Es como la muñeca Barbie: viene con los accesorios, no se vende por separado.

“La Concertación quedó prisionera de Bachelet”

-A su juicio, ¿por qué Bachelet lidera las encuestas?

-Porque la gente no la asocia a la Concertación. Por eso pudo terminar su período con 80% de aprobación y el candidato del oficialismo perdió con 29%.  El liderazgo de Bachelet representa la crisis de la Concertación.

-¿En qué sentido?

-La Concertación era un proyecto que se basaba en una cierta institucionalización de la política, de la participación, del debate de ideas. Bachelet representa el debilitamiento de todo eso y la concentración de todo el liderazgo en una sola persona, que no representa ideas, sino simpatía, carisma, buena onda.

-Bachelet envió una carta al consejo de la DC, donde decía que para el futuro del país se necesitaban reformas políticas y tributarias. ¿Qué le parece?

-Eso no es nada. Eso es como decir que yo apoyo la libertad. O sea, decir que uno quiere reformas políticas y no especificar cuáles y de qué tipo… Durante su gobierno no hubo ni un esfuerzo por modificar el sistema binominal.

-¿Qué le parece que esté en un cargo internacional?

-Para su liderazgo personal fue una excelente decisión, y el silencio que ha mantenido estos años ha sido muy proactivo y muy funcional a ello. Pero para el resto de la Concertación ha sido un desastre.

-¿Por qué?

-Porque la Concertación quedó prisionera de una variable que no pertenece al sistema político, fuera de la contingencia. Depende de un liderazgo que no tiene opinión hoy día respecto de nada.

-¿Y cómo ha influido eso en su figura?

-Bachelet ha terminado convertida en una Virgen de Guadalupe, mitificada. Es casi un holograma. Se ha convertido en la encarnación de todos nuestros anhelos y frustraciones, va a venir a resolver todo lo que hoy día nos mantiene enojados. Ella no es un personaje de la realidad: es un personaje de la fantasía. Pero la pregunta es: ¿qué va a pasar cuando tenga que venir a enfrentar las realidades y deba tomar definiciones? Porque es fácil tener 80% de aprobación cuando no tienes la obligación de pronunciarte respecto de nada. ¿Cómo va a resolver los temas educacionales? ¿Por qué no rebajó el CAE?

“Va a ser complejo resolver temas clave”

-¿Cómo sería un nuevo gobierno de Bachelet?

-Yo tengo la sensación de que va a estar prisionero de una variable bien compleja, que es su propia popularidad. O sea, cuando has pasado los últimos cuatro años con un 80% de aprobación, si bajaste al 65% estás en una situación muy complicada. Y Bachelet va a vivir teniendo que tomar decisiones en función de no bajar en las encuestas. Entonces, va a ser bien complicado resolver los temas educacionales, qué hacer en materia de energía…

-¿Cree que hay un cambio de eje en la Concertación?

-Jaime Quintana lo dijo hace quince días: si Bachelet vuelve a Chile, no va a poder volver con un programa moderado. Va a tener que venir con un programa de izquierda, parecido al de la “señora K”, Correa o Evo Morales. En esa lógica se entiende que haya una alianza ya no sólo electoral, sino que además política, con el Partido Comunista. Y basta mirar la historia de Bachelet y sus expresiones públicas para darse cuenta de que ella se siente más cómoda con este proyecto que con el proyecto de la moderación, el proyecto histórico de la Concertación. Se siente cómoda corriendo detrás de Fidel Castro y relativizando las violaciones de los derechos humanos en la República Democrática Alemana.

-Pero en el entorno de Bachelet recalcan que está interesada en potenciar una generación de recambio…

-Bachelet no tiene generación de recambio. Está haciendo política con los operadores con los que hizo política toda su vida. Y va a gobernar con esa gente. Bachelet es un producto que es como la muñeca Barbie: viene con los accesorios, no se vende por separado.

"Es malo para el país que vuelva Bachelet"

-¿Cómo ve una primaria entre ella y otros candidatos?

-Sobre todo para una ex presidenta que no le gusta hablar mucho, que prefiere el silencio al debate, va a ser complicada. Ella misma le dijo al país que era muy bueno no repetirse el plato. Y ahora resulta que es ella la que se quiere repetir el plato. Entonces, va a tener que responder muchas cosas: a Camila Vallejo, al movimiento estudiantil por el acuerdo de 2006.

-A su juicio, ¿por qué no se quebró la Concertación?

-Lo que la ha conservado es mantener en pie a Michelle Bachelet, la posibilidad cierta de volver al gobierno tras cuatro años. Si ella no existiera, la Concertación no existiría. Yo creo que,además, Bachelet hoy día ni siquiera está en condiciones ni tiene la libertad para decidir.

-¿Por qué?

-Dejó pasar tanto tiempo, que ahora ella no tiene la opción de no ser candidata. No hay plan B. La Concertación terminaría destruida, y ella sería la principal responsable. Hoy, la Concertación es como un muerto que está esperando una respiración artificial, un balón de oxígeno que puede durar los próximos cuatro años.

“Tengo poquísima esperanza en mi generación”

En la segunda vuelta de 2010, Colodro votó por Eduardo Frei. Dos años después, su pensamiento ha variado.  “Si la candidata fuera Bachelet, no votaría por la Concertación. Votaría nulo o me abstendría, no lo tengo claro.

-¿Y por qué no la apoyaría?

-Yo creo que es malo para el país que vuelva a gobernar Bachelet. Y es malo para la centroizquierda. Malo para un proyecto progresista serio, responsable, que sea capaz de mirar al país ya no en función de las lógicas del odio y de la superioridad moral de uno sobre el otro.

-¿Cómo ve el rol de Bachelet ante el recambio?

-De los liderazgos alternativos a ella, ninguno llega al 5%. Yo creo que si Bachelet hubiese optado por dar señales claras a favor de la renovación desde el comienzo, habría sido bien distinto: les habría dado mucho más legitimidad a los jóvenes de la Concertación para poder dar peleas. Hoy día todas esas peleas chocan contra el muro: cualquier pelea por recambio pone en riesgo la posibilidad de que Bachelet sea candidata.

¿Y piensa que Orrego es una excepción a todo eso?

-Creo que está haciendo un esfuerzo por serlo. Pero sinceramente, yo en esa generación, mi  propia generación, ya no confío nada. Mi generación se acostumbró a las jefaturas de gabinete, a las subsecretarías. Se acomodaron en los sillones del Estado por veinte años y no estuvieron dispuestos a dar ninguna pelea. Tengo poquísima esperanza en mi generación.

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