"Con Jaime nos preocupamos enormemente de que los principios del humanismo cristiano estuvieran presentes en la UDI, pero nos preocupábamos más de no ser cooptados por ningún movimiento religioso y de no ser entendidos como un partido confesional"
Jaime Guzmán era el líder más improbable que podría haber tenido Andrés Chadwick. El izquierdista entró a estudiar Derecho en 1974 a la Universidad Católica sólo porque su polola (y actual mujer, María Victoria Costa) lo convenció de revocar su inscripción en la Universidad de Chile. No quería, paradojalmente, que se metiera más en política. "Ir a la UC era meterme a la boca del lobo, a convivir con los gremialistas, en donde estaban los partidarios de Pinochet, al reducto símbolo de la lucha contra Allende", recuerda. Fue entonces cuando una de las figuras que más rechazo le provocaban (desde que lo veía en "A esta hora se improvisa") se le acercó, en su primer día de clases. Yo te ubico, tenemos algunos amigos en común, le dijo Jaime Guzmán, su profesor de Derecho Político. Sé que tú piensas distinto a mí y que tienes simpatía por el gobierno de Allende, pero te quiero decir que tú en esta clase tendrás total libertad y respeto. Te quiero incentivar a que participes, a que des tu opinión y que nunca te sientas restringido. Y ante cualquier problema que tengas, me lo digas de inmediato, porque me interesa que todos mis alumnos se sientan cómodos en clases.
Fue el inicio de una amistad que para Chadwick también implicaría una conversión, y que marcaría el resto de su vida.
Hay dos diálogos claves en un camino que terminó de golpe. El primero, en 1977, un domingo en la noche, cuando Chadwick le dijo: "Me he ido convenciendo con tu compromiso y me has mostrado un camino que me interesa recorrer". Guzmán le contestó que empezarían a trabajar juntos, que no sería fácil, que debía ser fuerte porque cambiar de posición genera incomodidades. El segundo fue en 1991, cuando el fundador del gremialismo le anunció que abandonaría el Senado para vivir una vida religiosa en un convento.
Después de la primera conversación, Chadwick se convirtió en presidente de Derecho y luego de la FEUC. Después de la segunda, Guzmán fue asesinado.
Y Andrés Chadwick se queda pensando en esto de las renuncias. Del camino y lo que quedó a un lado. Se acuerda, por ejemplo, de esa beca que consiguió para estudiar en Estados Unidos, cuando estaba a punto de titularse, recién casado. "Feliz, voy y le cuento a Jaime. Y me dice que no, que eso puede esperar, que tenemos que seguir trabajando juntos", cuenta. Hay que construir un proyecto de largo aliento, que va más allá del movimiento gremial. Hay que empezar a sentar las bases en el país para un movimiento propio. Y me dice: yo necesito hacer este trabajo contigo y un par de personas más que estén dispuestas a sacrificios y renuncias importantes. Los otros eran Pablo Longueira y Luis Cordero, recuerda. "Yo cambié el switch. Ok: démosle", le dije.
- ¿Perdió la beca?
- Cosa de la cual hasta hoy echo de menos. No fue fácil, recuerdo que era el boom de los años 80 y yo veía que todos mis amigos agarraban pegas estupendas o se iban a estudiar afuera. Yo, en cambio, me dediqué a hacer clases en la UC y a recorrer el país con Jaime. Arrendamos una oficina en la calle Livingstone, junto a la Embajada de Argentina, y desde ahí empezamos a formar el departamento poblacional. También existían muchos requerimientos para integrarse al gobierno: alcaldías, jefaturas de servicios, etcétera. Pero Jaime nos dijo a mí y a Pablo: Ustedes no deben ingresar al gobierno. Lo que vamos a formar debe ser con cuerda propia.
Hoy, a 20 años de la muerte de Guzmán -el 1 de abril de 1991-, el senador mira hacia atrás y ve cómo él y su partido han cambiado. El parlamentario se encuentra hoy preparando un documento que busca aglutinar a la UDI e influir más en el gobierno de Sebastián Piñera. "Juan Antonio (Coloma), yo, Pablo y Jovino (Novoa) nunca hemos pensado lo mismo, pero siempre habíamos tenido la capacidad de trabajar como equipo. Eso, se dispersó en el tiempo. Por ello, Juan Antonio nos ha pedido reconstruir ese equipo (llamado los coroneles), pero con un objetivo distinto. No para conducir el partido, sino para transmitir lo que creemos y abordar nuevos desafíos".
El retiro que no fue
Las vacaciones serían en México. Viajarían todos juntos: Andrés Chadwick, su mujer, sus hijos y Jaime Guzmán. Era febrero de 1991, y el senador estaba entusiasmado con el plan de viajar junto a la familia de su ex alumno. Meticuloso como era, Guzmán tenía planeadas las actividades del periplo, las rutas que recorrerían, las visitas. Pero Chadwick debió cancelar el viaje a última hora, comenta, porque tuvo un problema con uno de sus hijos. "Voy a tener que partir a Viña no más", contestó Guzmán, resignado.
Después de ese verano, a mediados de marzo, llamó a Chadwick para decirle que reservara un par de horas libres al día siguiente, porque tenía algo que contarle.
"Al igual que otras veces, fuimos a caminar por las canchas del Club de Golf Los Leones. Ahí me dice que quiere conversar muy a fondo conmigo, que soy la primera persona en saberlo, y me pide ayuda: Andrés, tengo una decisión tomada. Dejaré el Senado y me retiraré de la política".
"Pero Jaime, cómo te vas a retirar del Senado, ¡qué te pasó!", recuerda Chadwick que le respondió. Necesito que me escuches, comenzó Guzmán explicando.
Pasé parte importante de estas vacaciones yendo al convento de Las Carmelitas en Viña. He tenido experiencias y sensaciones espirituales que me han dejado muy gratificado interiormente. He ordenado las prioridades de mi vida y siento que la UDI entró en una etapa de madurez.
- ¿Cuál fue su reacción?
- Le pregunté de nuevo "¿Qué vas hacer, Jaime?". Y me respondió: Me quiero ir a vivir a un convento, quiero hacer una vida de convento y separarme de la vida mundana.
"Conversamos mucho rato", prosigue Chadwick. "Me impactó tremendamente la conversación. Él me reiteró que se había encontrado consigo mismo a través de experiencias y formas de oración y de espiritualidad muy profundas: Ya está decidido, Andrés, necesito que me apoyes, que me ayudes mientras se lo voy comunicando a otras personas -me dijo; y me advirtió- Esto va a generar un efecto complejo".
"Con Jaime vivimos muchas cosas en la vida y ésa, lejos, fue la conversación que más me sorprendió. Después de eso vino Semana Santa, que la pasamos junto a él y mi señora. Fuimos a distintos lugares ese fin de semana y seguimos conversando hasta el domingo", recuerda.
"El lunes me avisan que lo mataron. Me acordé inmediatamente de esa conversación. Por eso, he tenido siempre la tranquilidad de que la muerte le trajo a Jaime una fuerte felicidad, por la fe que él tenía".
- ¿Está diciendo que si él no hubiese sido asesinado, estaría hoy en un convento?
- Según lo que yo conversé con él esa tarde, si Jaime no hubiese sido asesinado, estaría hoy fuera de la actividad política y, lo más probable, estaría desarrollando una vida religiosa.
La conciencia de un liberal
Andrés Chadwick se define como católico. "Uno siempre pasa por altibajos, hay momentos en que uno está con una mayor motivación y presencia espiritual, y otros con menos", explica. "Uno va teniendo distintas miradas y comprensiones y va adquiriendo una postura más amplia y crítica de lo que puede ser la acción y proceder de la Iglesia. Pero hoy me siento dentro de la Iglesia".
Sin embargo, moviéndose al borde de la sensibilidad de su colectividad, el senador aboga hoy por una Iglesia con mayor transparencia, llama a reflexionar sobre el real significado del celibato y cuestiona la forma en que la Iglesia ha condenado la homosexualidad. "Esa misma condena que hacía que, socialmente, a una persona homosexual le resultara muy dura la vida, hizo que algunos o muchos de ellos se refugiaran en la propia Iglesia. Entonces hay un círculo vicioso que hay que analizar", afirma.
En esa línea, defiende con fuerza el proyecto de Acuerdo de Vida en Común que elaboró junto a Andrés Allamand, pero que al final no firmó. "Lo hice por una razón política, no por una razón de impedimento doctrinario. Soy un convencido de que si uno quiere potenciar la familia y el matrimonio tiene que saber encauzar otras expresiones de unión que tienen un signo afectivo y nacen del amor, pero no son matrimonio. Ya sea porque no quieren casarse y conviven -lo que es muy respetable- o porque están impedidos de hacerlo, porque son personas de un mismo sexo", dice.
- Usted tiene un pensamiento bien liberal para su partido, ¿se ha sentido incómodo a veces?
- Jamás. Sí me preocupa que expresiones que obedecen más al orden religioso, puedan entender que su canal de expresión es a través de la UDI. Muchos de nosotros fuimos contrarios y votamos contra la Ley de Divorcio. Hoy, ninguno de nosotros votaría contra ese proyecto. Porque pasa un tiempo, se desarrolla la sociedad y uno tiene la posibilidad de ver lo que ocurre, y el que no quiere ver la realidad es ciego o sordo. Y no hay nada peor en la política que quedarse encerrado sin aproximarse a la vida de hoy. Esa persona mejor que desarrolle su vocación en otro orden de cosas.
- ¿Pero en la UDI hay muchas personas que pertenecen a movimientos religiosos?
-La UDI es un partido de inspiración cristiana, no un partido de un movimiento religioso. Con Jaime nos preocupamos enormemente de que los principios del humanismo cristiano estuvieran presentes en la UDI, pero nos preocupábamos más de no ser cooptados por ningún movimiento religioso y de no ser entendidos como un partido confesional. La idea era ser la antítesis de lo que era por una parte del Partido Conservador antiguo, que era la voz de la Iglesia y, por otro lado, tampoco ser la DC, que era un expresión moderna de un sector o jerarquía de la Iglesia.
- Hay dirigentes de su partido que aún se oponen a la Ley de Divorcio y se cierran a discutir otros temas valóricos.
- Como en todos los partidos, en la UDI existen personan que tienen grados de certeza. Yo me digo ¡ojalá yo tuviera esa certeza que ellos tienen! Y me pregunto ¿cómo estos gallos están tan convencidos? Yo tengo mis dudas. Hay un elemento esencial cuando uno quiere tener una acción política fundada en principios, que es saber qué es lo esencial, lo accidental y cómo hacerlo más presente en el mundo que uno vive. Y hoy lo esencial no es impedir que un matrimonio que se lleva mal pueda divorciarse.
- Sus hijos son independientes, ¿siente un poco de frustración por no haberles inculcado una forma de vivir, como pertenecer a la UDI?
- Para nada. Tengo cuatro hijos que no son militantes ni simpatizantes de la UDI, tienen independencia política y siempre han sido muy celosos de ella. Al contrario, me hubiera sentido tremendamente fracasado como padre si no hubiera sido capaz de transmitirles a mis hijos principios y valores entre los cuales está, a mi juicio, que ellos tengan un pensamiento abierto y la libertad para formarse sus propias opiniones. El que ellos no tengan simpatía por la UDI para mí es una anécdota y lo encuentro el descueve.
- ¿Sus hijos son creyentes?
- Me atrevería a decir que son creyentes, pero no católicos. Ahora, la respuesta la tienen que dar ellos, no quiero pasarlos a llevar.
Superar la depresión
A mediados de 2009, de un momento a otro, Chadwick se fue al suelo. Era un día martes, y viajaba por la Ruta 68 junto a su chofer, rumbo al Congreso. De pronto atinó a decirle: "Juanito, dé media vuelta por favor y lléveme a mi casa lo más rápido que pueda".
"No pude más", relata. "Entré a mi casa, me encerré en mi pieza y caí. No tenía fuerzas para hacer nada. Es una sensación terrible, que sólo las personas que han tenido depresión pueden entender. Es como estar en una pieza oscura sin poder enfrentar el mundo", describe. "No tenía antecedentes y mi depresión no tenía ninguna relación con situaciones puntuales, de decepción o de intereses", explica. "Sólo sabía que si hubiese sido astronauta, Alexis Sánchez o senador, esa tarde no podía subirme a un cohete, ni entrar a la cancha, ni llegar al Congreso".
- ¿Cómo fueron esos meses?
- Dormía, no me interesaba nada. Imagínate que a mí me gusta mucho el fútbol y nunca me he perdido un partido de la selección y, en ese tiempo, no los veía.
- ¿Cambió su vida?
- Existe un cierto tabú y recato a decir: "Sí, yo tuve depresión, lo pasé mal, cuesta salir y logré salir". Hay una cosa muy retrógrada en nuestra sociedad, que la depresión es debilidad. No, es una enfermedad como la hepatitis, que es dolorosa y que se cura con fármacos y ayuda médica. Ahora, yo sé que existe un disco delante tuyo que te dice "cuidado". Al principio modificas los ritmos, pero cuando te sientes bien, te vuelves a sentir muy choro y a hacer las mismas cosas.
Hoy está completamente recuperado. Fue abuelo, estuvo a punto de convertirse en ministro en el último cambio de gabinete (según comentan en el partido), y ya piensa en su reelección como senador de la Sexta Región el 2014.
Hay algo, sin embargo, que no lo deja tranquilo. Algo que lo perturba cuando, tal como lo hacía con Guzmán, camina pensando sobre todo lo que ha pasado en su camino. Y tiene que ver con el asesinato del senador: "Ricardo Palma Salamanca, el hombre que le disparó a Jaime, se puede estar tomando, en estos momentos, un café tranquilamente en algún lugar de centro".