Por Juan Andrés Quezada Noviembre 19, 2012

- Ha sido un año complejo en la OEA.

-Como en todas partes, si no sería una lata. Lo que pasa es que en la OEA hay 35 países y sus prioridades son tremendamente distintas. Estamos en el momento práctico más difícil del año, que es el hacer el presupuesto 2013. Entonces usted dice, mire, tenemos que reducir nuestro presupuesto y hay que cortar algo. Entonces cada país propone un ítem distinto que cortar. Algunos proponen aumentar los gastos en derechos humanos y otros no.

-¿Cuáles son sus planes más próximos en la OEA?

-Voy a hablar de dos fundamentalmente: el informe sobre drogas, donde está involucrada mucha gente y esperamos entregarlo a fines de marzo del próximo año. Nuestro mandato es examinar distintos escenarios y hacer propuestas. Yo no me abanderizaré  por ninguno. El otro tema es el fortalecimiento del sistema interamericano de derechos humanos, porque hay algunos países que no han suscrito y no han ratificado la Convención Interamericana de Derechos Humanos, que es la que crea la corte y la hace obligatoria. Son muchos los países que los que acatan, pero hay todavía países que no acatan. Además no tenemos recursos para la cantidad de casos que nos llegan.

-Su nombre suena como una de las cartas senatoriales del PS.

-Me han dicho muchas cosas, me han hecho llegar muchos mensajes, pero si usted me pregunta ¿ha estado con algún dirigente que le haya propuesto una cosa concreta?, mi respuesta es no.

-¿Y bajo qué condiciones volvería a competir en Chile?

-Estando disponible. Yo nunca le hecho asco a nada en política cuando considero que es bueno y puede ser una contribución. Ahora, disponible voy a estar cuando no esté en la OEA.

-¿Eso sería el 2015?

-Sí, pero ya llevo siete años y medio en la OEA y parece como si se hubieran pasado de un día para otro.

-¿Se ve nuevamente como candidato presidencial?

-Yo no descarto nunca nada. No, no, no, yo todavía me siento en condiciones de ser un aporte en la política chilena, por lo menos, por un tiempo más. Todo lo que me plantean lo examino en su momento.

-¿Pero lo consideraría después de la OEA?

Me quedan todavía un par de años en la OEA. Yo no voy a hablar de política contingente ni de mi futuro mientras esté ahí. El día que usted sepa que renuncié, o que cumplí mi período, esa pregunta va a tener algún valor.

-¿Cómo ve al gobierno de Piñera desde afuera?

-Efectivamente, el presidente tiene una buena imagen afuera. Además, en América Latina reina hoy una muy  buena relación entre el conjunto de los presidentes. Lo que pasa es que en el extranjero, fundamentalmente se valoran los resultados de los gobiernos en frío, no los procesos. Y la verdad es que la imagen de Chile afuera sigue siendo muy buena, con buenos datos económicos. Chile se ve como un país tranquilo, a pesar de que se le dio mucha cobertura a los movimientos estudiantiles. Aunque yo entiendo los movimientos estudiantiles como un fenómeno producto del desarrollo de un país, más que como un atraso.

-Usted es optimista frente al futuro de Chile.

-Sí y creo que en Chile la gente no valora mucho las cosas que tiene. Viajo mucho por América Latina y este país tiene una institucionalidad que vale la pena resguardar.

-En su calidad de ex canciller sí puede opinar de la política exterior del gobierno de Piñera.

-Yo puedo decir que es una cancillería bastante activa, muy dedicada, como es lógico, a esta reunión de la CELAC que tienen ahora en enero y ojalá ande todo bien.

-Hoy están tela de juicio las cumbres. ¿Qué opina usted?

-Creo que hay demasiadas cumbres. Y si usted me pregunta cómo lo ha hecho la Cancillería, yo le contesto que lo ha hecho bien y por eso mismo creo que es el momento de fortalecer el trabajo de las cancillerías. Y que muchas de las cosas que hacen que los presidentes vengan y vayan a cada rato, las podrían hacer las cancillerías perfectamente. No digo eliminar las cumbres, sino espaciarlas un poquito más. La OEA hace una cumbre cada tres años y hay una reunión anual de cancilleres.

-¿Y cuál es su visión actual sobre Estados Unidos?

-Estados Unidos enfrenta un período de transformación muy profundo, con distintos proyectos de país que se confrontan de manera mucho más radical de lo que parece.

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