-No voy a hablar con el presidente. Perdónenme, pero vi un pajarito que llegó más asustado que todos nosotros.
Las palabras de Pío Seco, con el humo aún saliendo de las ruinas de la casa calcinada de Werner Luchsinger y su esposa, retumbaron en el tenso ambiente que se respiraba en el corazón de la Araucanía. Detrás de él, a unos diez metros, el presidente Sebastián Piñera hablaba con los hijos de Luchsinger y su esposa, Vivianne Mckay, que fueron quemados en la madrugada de hoy. El mandatario y su comitiva estaban rodeados por cerca de 150 personas, vecinos y amigos de los agricultores, dirigentes locales. El dolor, la rabia y el escepticismo eran la tónica del encuentro.
Pío Seco lo había pronosticado dos semanas antes, cuando fue su fundo el quemado, con sus perros vivos adentro. Esa vez, en que recibió la visita del ministro Andrés Chadwick, afirmó que era cosa de tiempo para que los ataques terminaran con muertos. Por eso, si bien valoraba las medidas anunciadas para dar más seguridad en la zona, repetía una y otra vez que se necesitaba más, que el problema no se entendía desde Santiago.
Por eso, cuando Piñera llegó al fundo de los Luchsinger, cerca de las 14:30 horas, el panorama que le esperaba era complejo. Más de setenta camionetas y autos estaban estacionados a unos pocos metros del fundo: todos de gente que vive en la zona. Y los comentarios no eran muy alentadores, como lo reflejó la broma de dos agricultores que se saludaron mientras esperaban los resultados de la reunión:
-¿Cómo te va?
-Aquí, muriéndome.
***
El grupo que conversaba a solas mientras Piñera se reunía con la familia Luchsinger no tenía dudas. El clima actual estaba cada vez peor. La prueba palpable y dolorosa era la casa, con sus partes de madera y el techo reducidos a cenizas, con apenas unas latas de zinc caídas y unos palos completamente carbonizados, vestigios de lo que había sido una puerta.
-Aquí si tienes protección policial, te salvas. Si no, estái cagado-, comentaba uno de los agricultores, momentos antes de entablar un áspero diálogo con el diputado DC Fuad Chaín. Mientras el parlamentario les decía que el gobierno no había tenido voluntad de diálogo en el tema, el grupo le exigía que tomara el toro por las astas:
-¡Pero busquen un acuerdo! -le decían.
La molestia con el poder político alcanzó su peak cuando media hora después de iniciada la reunión, un agricultor irrumpió vociferando sus quejas contra la labor del actual gobierno en la zona. Dirigiéndose a Piñera, le gritó:
-Señor presidente, yo le tengo una consulta. Nosotros votamos por usted para que nos solucionara esto. ¿Ahora cree que volveríamos a votar por usted?
***
El rumor es impreciso. Algunos hablan de un ataque. Otros, de un atentado. Lo cierto es que, en medio de la reunión de los agricultores y Piñera, se corre la voz de que alguien está intentando entrar a un fundo vecino. Cerca de una veintena de los presentes corren a sus camionetas para ir junto a Carabineros a la zona. Por unos momentos, la escena se vuelve caótica. El presidente termina su visita y se va a su auto de la comitiva junto a Chadwick, pero antes de cerrar la puerta recibe un mensaje de su escolta:
-Presidente, Francisco Ljubetic quiere hablar con usted.
Ljubetic es el fiscal regional de la Araucanía y fue nombrado hoy con dedicación exclusiva para investigar los atentados. Ambos intercambian opiniones por cerca de cinco minutos. El sitio del suceso, que había estado durante un par de horas ocupado por los agricultores y luego por la comitiva presidencial, vuelve a quedar en solitario para que la PDI haga su trabajo e investigue un delito que, en palabras de Piñera, fue un “atentado terrorista”.
Esa palabra, terrorista, es el mayor cambio tras el ataque. Piñera no dudó en usarla en varias ocasiones en el discurso en que anunció nuevas medidas para la zona: entre ellas, refuerzos en Carabineros, el Gope e Investigaciones; la creación de una unidad especial antiterrorista para la zona y de un grupo de abogados a cargo de Juan Domingo Acosta para supervisar las causas judiciales, además de pedir a la ANI que coordine la información residual de inteligencia en poder de las Fuerzas Armadas que permita encarar de mejor forma la situación en la Araucanía.
Pero ahora, las dudas son las reinas de la situación. Y, en medio, la tensión por una posible escalada en el conflicto. Por eso, incluso los propios agricultores en medio de la rabia se dan el tiempo de poner paños fríos. Como Pío Seco que, después de su reclamo, cerraba su intervención pidiendo que no se estigmatice a los mapuches, aunque apuntaba a algo que es vox pópuli en la región: que las nuevas generaciones son más radicales que sus antecesores. “Los mapuches son gente buena, gente honrada”, dijo Pío Seco. “Pero necesitamos que los mapuches viejos echen de sus comunidades a los más jóvenes”.