Por Juan Pablo Sallaberry Abril 25, 2013

Hay propuestas de la candidata que el sector liberal analiza con preocupación.“La nueva mayoría social no sólo debe ser hacia la izquierda, sino también hacia el centro, hacia los liberales”, señala un ex colaborador de Bachelet.

Basta que le nombren a Andrés Velasco para que a Michelle Bachelet se le borre la sonrisa del rostro. Al interior de su comando de calle Tegualda, la candidata ha sido dura al referirse a su ex ministro de Hacienda -y quien fuera el hombre fuerte de su gobierno- y ha comentado en privado que sabía que el economista tenía ambiciones presidenciales, pero que jamás entendió por qué de un día a otro cambió su estrategia de bajarse antes de las primarias y decidió competir hasta el final, remarcando sus diferencias con ella. El eslogan “voy aunque venga”, fue lo que más le dolió. Por su parte, Velasco ha explicado que “si cambié de opinión es porque me fui convenciendo de que el gran problema de Chile es la calidad de la política y no va a mejorar si los independientes nos restamos de competir”.  Durante su campaña se ha opuesto a varias de las propuestas de la ex presidenta, como la AFP estatal, la educación gratuita universal y el bono marzo permanente.

El quiebre es total. Hace meses que ambos no cruzan palabra, y en el entorno de Velasco temen que aunque él haga un gesto de acercamiento, no sea suficiente para recomponer las relaciones. Pero la distancia no es sólo un asunto personal, sino que político. Cercanos al ex ministro observan con inquietud las primeras señales que ha dado la candidata al no incluir representantes del mundo “liberal progresista” -como se autodenominan- en sus equipos de trabajo. De los miembros de sus comisiones de reforma educacional y tributaria sólo puede identificarse como netamente de ideas liberales a la economista de la Universidad Católica y doctorada del MIT Andrea Repetto. Pero aun ella es definida entre quienes la conocen como una técnica calificada, pero de poco peso político.  Hoy la batuta económica del bacheletismo la lleva el ex director del Presupuestos, Alberto Arenas, antiguo militante socialista -aunque calificado como mixto en sus definiciones económicas- y el también PS Óscar Landerretche en el equipo tributario.

Los liberales, que siempre han ocupado puestos estratégicos en los gobiernos de la Concertación y en las definiciones programáticas, por primera vez están fuera de la esfera de influencia. El mundo era otro en 2005 cuando en su primera campaña presidencial, Bachelet se rodeó de los miembros del think tank Expansiva como Velasco, Jorge Marshall o Marcelo Tokman y los incluyó en  sus equipos económicos para dar señales de tranquilidad al empresariado. Luego, durante el gobierno, Velasco puso a economistas de su línea en ministerios y superintendencias y dio muestras de su poder dentro del gabinete enfrentándose al titular del Trabajo, Osvaldo Andrade, (PS) o a cualquier dirigente que impulsara políticas públicas que contradijeran su sello liberal, como la eliminación del 7% de salud a los jubilados o flexibilizar el superávit estructural en sus primeros años de gestión.

Expansiva fue llamado el quinto partido de la Concertación y no tardó en generar anticuerpos en la clase política. Un cercano a Velasco lo resume así: “Andrés manejó mal el tema de Expansiva, generó una cuña entre los técnicos y los políticos y nunca se ganó el apoyo de los partidos. Su único respaldo era Michelle Bachelet, pero ya ni siquiera tiene eso”. El think tank dejó de funcionar y sus miembros se dispersaron lejos del círculo bacheletista: Pablo Halpern se fue al extranjero, Tokman a trabajar con Velasco, la ex ministra Karen Poniachik no participa en los comandos, Marshall está en la academia y Jorge Rosenblut, quien fuera recaudador en la primera candidatura, declaró que en esta ocasión no está en el circuito de la campaña y que tiene su vida en Estados Unidos… Otros aún esperan ser convocados a alguna comisión de la candidata. 

Un ex colaborador liberal de Bachelet señala que existe una tensión interna en el sector. Mientras algunos quieren ir a tocar cuanto antes la puerta del comando de la ex presidenta para intentar instalar ideas en su programa, la mayoría apuesta porque Velasco obtenga un porcentaje importante en las primarias para así hacerse escuchar cuando se produzca el trasvasije de apoyos entre ambas candidaturas. Es una apuesta arriesgada. Pocos dudan que Velasco apoyará a Bachelet de ser derrotado -son las reglas del juego-, la pregunta es cuánto ella estará dispuesta a abrirle la puerta.  Otro ex miembro liberal del gobierno bacheletista agrega que “la nueva mayoría social no sólo debe ser hacia la izquierda, sino también hacia el centro, hacia los liberales progresistas”. Hay propuestas de Bachelet que en el sector ya analizan con preocupación, por ejemplo, la tendencia a universalizar los derechos sociales, como la educación gratuita para todos incluidos quienes pueden financiarla. Los liberales, en cambio, consideran que los recursos del Estado son limitados y se deben focalizar en quienes más los necesiten.

Si el debate se había centrado hasta el momento en si pueden convivir el Partido Comunista y la Democracia Cristiana en una misma coalición tras Bachelet, lo cierto es que ambos partidos se han acercado sin problemas, negociando acuerdos parlamentarios y dejando sus diferencias a un lado. La verdadera interrogante es si comunistas y liberales pueden estar bajo un mismo techo. La señal fue negativa hace algunos días, cuando Velasco se enfrentó al timonel del PC, Guillermo Teillier, diciendo que él no tendría un gobierno con los comunistas, a lo que el diputado respondió con ironía: “El no podrá gobernar con nosotros porque no será presidente”.

Según señaló en radio Duna el sociólogo y analista Eugenio Tironi, “Velasco se salió del universo cultural de la Concertación. En parte porque la Concertación se ha corrido a la izquierda, pero él no hace ningún asco a moverse a la derecha. El último acto de pertenencia a ese mundo va a ser su participación en las primarias”.

Según un ex ministro de Bachelet, si en un momento la sensibilidad liberal en la Concertación fue representada en parte por los técnicos y políticos de Cieplan, como Alejandro Foxley, Carlos Hurtado, José Pablo Arellano o René Cortázar, hoy ese centro de estudios también ha perdido influencia y sus figuras están en retirada de la arena política. Un ejemplo, los análisis de Arellano y Vittorio Corbo al lanzar el libro conjunto de Cieplan y el Centro de Estudios Públicos, CEP, Tributación para el desarrollo, que proponen una reforma acotada y con énfasis en el combate a la evasión, no tuvieron mayor eco en el bacheletismo, donde se habla de una “reforma profunda”. “Hoy no se ven técnicos que puedan contrapesar las presiones de los partidos, como lo hizo Velasco”, dice el ex colaborador de Bachelet. 

Las ideas liberales también fueron patrimonio hace años del PPD -con figuras como Daniel Fernández o Eduardo Bitran-, pero ese partido se desdibujó y se quedó sólo con el liberalismo en temas valóricos.

Para Davor Mimica, presidente de Red Liberal, movimiento político que respalda a Velasco, “los objetivos ideológicos que representa en este momento Bachelet son distintos a los nuestros, ahí vemos un mayor interés de reemplazar los mecanismos del mercado por el Estado y vemos cierto paternalismo social”.

En cualquier caso, en el mundo liberal son optimistas sobre el papel que pueda desempeñar Espacio Público, el nuevo centro de estudios que encabeza el economista Eduardo Engel. Aunque pretende convertirse en un semillero de ideas para la centroizquierda y no matricularse con una sola campaña hasta después de las primarias, se estima que de allí podrían salir propuestas liberales para nutrir el programa de Bachelet. Creado el año pasado, el centro ha optado por mantener un bajo perfil hasta ahora, evitando comprometerse con una candidatura. Son transversales: entre los fundadores del think tank se encuentra Velasco y Arenas.

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