El diagnóstico compartido en la UDI era que a Golborne le había pesado la falta de experiencia en campaña de los miembros de su comando. Por eso, Longueira no dudó: había que escoger a políticos con trayectoria, sobre todo en un escenario que algunos comparan con una “guerra relámpago”.
“Vuelve a su casa”. Ésa fue la recepción que dieron a Pablo Longueira al mediodía del martes 30 de abril en la sede de la fundación Chile Justo, creada por él hace seis años y que funciona en la esquina de Nueva Los Leones con la Costanera Andrés Bello, su sede histórica. Menos de 24 horas antes había sido proclamado como candidato presidencial de la UDI en reemplazo de Laurence Golborne, y apenas unos minutos antes se había despedido oficialmente de su puesto de ministro de Economía en La Moneda.
Para ese minuto, Longueira tenía una sola idea en la cabeza: la suya era una campaña contra el tiempo. Debía levantar en 60 días una postulación enfocada en ganar las primarias a Andrés Allamand, una contienda corta en que el costo de cada error se paga muy caro. Por eso, el candidato llegó a la fundación con un objetivo fijo: armar su equipo de campaña en base al que se considera el comando más exitoso de la historia de la UDI, el que condujo la campaña presidencial de Joaquín Lavín en 1999.
Esa mañana, Longueira conversó en las oficinas de Chile Justo con Cristián Leay, miembro del directorio de TVN y uno de sus socios y amigos más cercanos. El ex ministro le solicitó ayuda para levantar la campaña y le comentó que tenía en mente un solo nombre para “generalísimo”: Francisco de la Maza, quien había ocupado el mismo puesto en 1999. Leay, uno de los jefes operativos del equipo de Lavín, le señaló que contara con su ayuda, aunque no se incorporaría formalmente al comando por sus responsabilidades, y que el alcalde de Las Condes le parecía la mejor carta. Un par de horas más tarde, y en completa reserva, De la Maza llegó hasta la fundación.
El episodio fue el inicio de un desembarco mayor. Para instalar una campaña en tiempo récord, Longueira apostó por reeditar al equipo de los “samuráis”, que cumplirán su tercera campaña presidencial en el cuerpo, sumadas las de 1999 y 2005. Un camino en el que todo se ha movido a velocidad vertiginosa.
Campaña contra el tiempo
El 1 de mayo era feriado, pero eso no importó. En una reunión extraordinaria, delante de toda la directiva, en la sede del partido, Longueira oficializó la solicitud que le había hecho el día anterior a De la Maza, quien es vicepresidente . Pero el alcalde tenía una sorpresa: señaló que se debía preparar de inmediato una campaña en prensa para el fin de semana. “No hay tiempo”, repitió varias veces.
La actividad fue frenética. De la Maza y Leay organizaron una sesión de fotos con el candidato y una reunión con la agencia Larraín y Asociados, a la que también se sumó el publicista Manfredo Mayol. En un hecho casi inédito, se decidió lanzar una campaña provisoria: así nació el lema “Con Pablo, todos vamos a ganar” y el logo con una estrella multicolor, todo en menos de seis horas.
En la mañana del jueves 2, el diputado Javier Hernández se despertó en Osorno con un llamado de De la Maza. El mensaje era claro: debía viajar a Santiago a pedido de Longueira. Hernández fue el encargado territorial y de propaganda en las calles de la campaña de Lavín. En su currículum ya tiene una victoria frente a Allamand: fue una de las piezas clave del equipo de Carlos Bombal cuando éste ganó la campaña senatorial por Santiago Oriente en 1997.
Hacia el mediodía, el analista Gonzalo Cordero, otro de los “hombres clave” de las campañas de Lavín, era convocado a una reunión por la tarde en el partido. Por esas horas, en la UDI comenzaban a hablar de “los nuevos samuráis”, en alusión al equipo que comandó la candidatura de 1999.
El diagnóstico compartido en el partido era que a Golborne le había pesado la falta de experiencia en campaña de los miembros de su comando. Por eso, Longueira no tuvo dudas: había que escoger a políticos con trayectoria, sobre todo en un escenario que algunos comparan con una “guerra relámpago”. “Esto es un trabajo de profesionales, no de amateurs”, comentó esta semana un alto dirigente de la UDI.
A la caza del relato
El jueves 2 en la tarde, De la Maza, Leay, Cordero, Mayol y el ex alcalde Gonzalo Cornejo -amigo y uno de los hombres de confianza del candidato- se reunieron para debatir una decisión: cuál sería el “relato” o concepto central que se abordaría en la campaña presidencial.
Longueira le había entregado algunas “ideas fuerza” a ese equipo, que en la UDI se denomina como el “comité de campaña”. Quería que se englobara el concepto de defensa de los abusos que planteó desde el Ministerio de Economía, pero a la vez oponerse a la “igualdad”, uno de los ejes centrales de la campaña de Michelle Bachelet.
La cita era una repetición de la hecha casi catorce años antes, cuando el grupo planificó la campaña de Lavín. Entonces, surgió el concepto del “cambio”, algo que en la UDI consideran como clave para entender por qué el hoy ministro pasó de una desventaja de casi veinticinco puntos en las encuestas a pelear palmo a palmo la elección de 1999 con Ricardo Lagos. La evaluación es que esa idea, que involucraba modificar las prioridades políticas y poner en el centro a la ciudadanía, fue exitosa, redefiniendo el relato del sector y de sus adversarios.
Pero los asistentes coincidían en que los cambios de Chile obligaban a un concepto muy diferente. De la Maza planteó que la sociedad está en un estado de “pubertad”, que reacciona molesta ante los abusos y que está ad portas de tomar una definición de qué camino seguir.
La reunión llegó a un punto en común: llevar el lema hacia el concepto de la justicia. Primero, porque se oponía de forma directa a la “igualdad” de Bachelet: “Entregar educación gratuita para todos puede ser igualitario, pero no es justo”, recalcó uno de los presentes. Segundo, porque era coherente con la trayectoria de Longueira. Y tercero, porque el “relato” vale tanto para las primarias como para la presidencial. Además, se acuñó otro concepto: el del “centro social”, una idea destacada por Joaquín Lavín al día siguiente en una entrevista en La Segunda. No es casual: el ministro se ha mantenido al tanto de las reuniones y conversa a menudo con el equipo formado por sus ex escuderos. Incluso, ese fin de semana hubo rumores de que Lavín podría dejar el gabinete.
También hubo un cambio radical en relación a la campaña de Golborne: si él destacaba la importancia de la meritocracia -incluido su eslogan de “Es posible”-, la nueva campaña mezclaría dos pilares para apoyar la idea de justicia: oportunidades e inclusión social, este último concepto también aludido por el entorno de Bachelet.
A eso de las 23 horas de ese jueves, varios de los asistentes llegaron a la sede de Chile Justo a reunirse con Longueira, quien visó la idea. El sábado, en una nueva reunión en esa fundación, se llegó al eslogan definitivo: “Por un Chile más justo”. Sin embargo, pocas horas después enfrentarían un escenario inesperado a partir de la participación del candidato en el programa Tolerancia Cero.
La primera crisis
“¡Me podrías haber advertido!”. Visiblemente molesto, Pablo Longueira interpeló al periodista Fernando Paulsen cerca de las 23:30 del domingo 5, apenas Tolerancia Cero se fue a comerciales. Minutos antes, Paulsen lo había acusado de “faltar a la verdad”, asegurando que no se había inscrito para votar en el plebiscito de 1988, sino que sólo en junio del año siguiente.
El ex ministro se mostró desconcertado y errático. El episodio se transformó en la primera crisis del nuevo comando. Los llamados entre los dirigentes del equipo se sucedían: si bien todos ponían sus manos al fuego porque él había votado, la duda era cómo demostrarlo.
La pista inicial vino del hogar del candidato. Apenas llegó a la casa en La Dehesa, su esposa, Cecilia Brinkmann, le tenía un recorte de enero de 1989 que lo mostraba en una foto junto a Jaime Guzmán inscribiendo a la UDI como partido político. Longueira era el secretario general y, por ley, debía estar inscrito para tener ese cargo: eso probaba que la fecha dada por Paulsen era incorrecta. A las 12:30 de la noche, otra llamada alivió el escenario. Cristián Leay se comunicó con el candidato para recordarle que ambos se habían inscrito al mismo tiempo en 1987 y que votaron en la mesa 35 de varones de Santiago.
Al día siguiente, el secretario ejecutivo de la UDI, Jorge Manzano, llegó cerca de las 11 de la mañana a la sede de la fundación Chile Justo con un nuevo certificado del Servel, que esta vez indicaba la fecha definitiva de la primera inscripción: el 26 de noviembre de 1987. El equipo decidió difundir la información a la UDI y luego emitirla por su cuenta de Twitter. Pocos minutos más tarde, Paulsen ofrecía explicaciones por la situación.
En el comando dicen que el episodio terminó jugando a favor de Longueira. Para la opinión pública, se presentó como víctima de una injusticia, y a nivel interno aglutinó aún más al partido. Además, se valoró la “reacción rápida” del recién estrenado equipo. La mayor muestra del poder de Longueira fue un hecho: durante todo el lunes, la directiva de la UDI encabezada por Patricio Melero preparó una carta de reclamo formal por la actuación de Paulsen para enviar a Chilevisión, e incluso se barajó llevar el caso al Consejo de Ética de los Medios de Comunicación. El martes en la mañana, a través de un intermediario, el candidato ordenó a Melero bajar el tono y desistir de la ofensiva.
El estilo De la Maza
El martes 7, durante una de las reuniones-almuerzo del comando, Pablo Longueira planteó su interés en tener un comando femenino con una casa propia. Sin embargo, Francisco de la Maza alzó la voz. Dijo que la idea de un local exclusivo era impracticable: sólo entre los arreglos que se debían hacer, la oficina no estaría lista antes de un mes. Y eso distraería esfuerzos de ganar la primaria.
De la Maza ha impuesto su estilo al frente del equipo de campaña. Las reuniones se han realizado en la sede de la UDI o la fundación Chile Justo, porque considera una pérdida de tiempo buscar un lugar por ahora. “Las elecciones se ganan en la calle”, ha dicho a sus cercanos. Y ha recordado que para la campaña de Lavín de 1999, el comando era simplemente una oficina en un séptimo piso.
El despliegue territorial también tiene su sello. Con Hernández y Leay, el viernes pasado decidieron crear equipos de jóvenes que recorrerán el país desde el 18 de mayo en cuatro grupos. Ese día, el candidato iniciará la “Marcha por un Chile Más Justo”, un despliegue por todo Chile que pretende ser el principal hito de campaña. De la Maza ordenó que dos equipos estén listos para recibir al candidato cada día en regiones distintas, y se revisará la agenda día a día.
Por su parte, Hernández ha afinado el despliegue de letreros, lienzos de campaña y rayados -que comenzarán a verse este fin de semana-, y tomó contacto con los encargados territoriales de la campaña de Golborne.
El movimiento es frenético: las citas se suceden de la sede de la UDI a Chile Justo, hasta altas horas de la noche. Por ejemplo, sólo en la mañana del miércoles 8, el alcalde de La Florida Rodolfo Carter y el ex edil de Santiago Pablo Zalaquett visitaron la fundación para ver temas de campaña. Y todos los familiares de Longueira pidieron permiso en sus trabajos para dedicarse cien por ciento a la postulación.
Longueira ha tomado un rol protagónico en la movilización de los parlamentarios. El lunes, en el encuentro que sostuvo en la UDI con los diputados, señaló que la colectividad debe ganar la primaria en los 39 distritos donde tiene parlamentarios. El mensaje dejó en alerta a varios legisladores, pues los cupos sólo se zanjarán después de la elección. “Nadie quiere perder en su zona, porque lo va a pasar muy mal”, dice un colaborador del comando.
El rol del equipo ha dejado en un segundo plano a Patricio Melero y su directiva, cuyo manejo de la salida de Laurence Golborne le valió críticas internas. En el equipo reconocen que De la Maza y sus colaboradores actúan con autonomía, si bien matizan que existe un lazo más directo con el partido, porque ésta es “una candidatura de la UDI”.
Pero el balance en el partido es que Longueira se ha posicionado en la agenda. Aunque asumen que hubo costos de imagen por la caída de Golborne, en el comando recalcan que la “instalación” ha borrado, por ahora, cualquier comparación con el ex ministro. Así lo sentencia un miembro de la directiva de la UDI: “Ésta es otra campaña”.