Por Juan Pablo Sallaberry Junio 6, 2013

El diseño DC hoy es operar ya no como el partido principal a partir del cual se gestaban los grandes acuerdos país, sino como una colectividad pequeña y bisagra que hace valer sus votos en cada negociación y busca representar al centro político.

Claudio Orrego se saca el vestón azul marino con botones dorados y se prueba una chaqueta deportiva más informal, aunque decide dejarse la corbata. Es un miércoles caluroso y la actividad de campaña de ese día consiste en dar un breve paseo en bicicleta por el Parque Forestal y luego anunciar su proyecto de reforma urbana para Chile. Pero el lugar está semivacío y la prensa se ha retrasado, por lo que el candidato hace hora conversando con algunos de sus colaboradores, como el postulante al Senado Alberto Undurraga y el ex presidente del Metro, Clemente Pérez. “Vamos a hablar de inclusión y de transporte público, veamos si nos pescan los temas de fondo, si no por lo menos que salga la foto de nosotros en bicicleta, ahí nos damos con una piedra en el pecho”, les dice. Orrego se pone un casco y empieza a pedalear.

Faltan tres semanas para las elecciones primarias del 30 de junio y el precandidato DC está dando la pelea por salir segundo. No ha conseguido subir en las encuestas, pero la estrategia del comando es poner en marcha la máquina del partido y lograr movilizar a sus militantes el día de la elección. Según explican, además de los medios de transporte que se pondrán a disposición en cada comuna, en las últimas semanas han llamado por teléfono a más de 30 mil personas para comprometer su voto, cuentan con 15 mil adherentes y 200 comandos regionales. En sus viajes por el país, Orrego se reúne con los dirigentes locales del partido, y los alcaldes DC tienen metas sobre cuántos votantes trasladar. La mejor proyección: 300 mil personas (1.000 por comuna). La posibilidad más realista: unas 100 mil personas. En cualquier caso, creen que superarán las expectativas y que el principal candidato rival, Andrés Velasco, al ser independiente no tiene chance de ocupar el segundo lugar, ya que no cuenta con redes ni moviliza gente en regiones.

Para Orrego el porcentaje que obtenga en la elección será crucial en la negociación que realice posteriormente con el comando de Michelle Bachelet sobre la elaboración del programa presidencial y la integración de militantes DC en los equipos bacheletistas. “A mayor cantidad de votos, mayor influencia”, señala. “Sabemos que es una lucha difícil y que los votos que obtengamos son parte de la influencia que vamos a tener en un futuro gobierno. Acá se juega mucho. Si nos va bien, vamos a lograr que la próxima alianza no mire sólo hacia la izquierda sino que también mire hacia el centro, que es en definitiva donde se ganan todas las elecciones en el mundo. Todos dicen que ella va a ganar con el 80%. Veamos, yo creo que vamos a dar una sorpresa”.

Desde el inicio de su campaña Orrego ha tenido un esquivo apoyo de su partido -y varias veces debió sortear la amenaza de que su candidatura no llegaría hasta el final- por eso su argumento de que el peso de la DC se calibra según su desempeño personal en las primarias fuerza al partido a cuadrarse detrás de él. Sin embargo, esta idea no es compartida en buena parte de la falange, donde consideran que la capacidad de negociación de la colectividad no pasa por las primarias sino que radica en su numerosa bancada parlamentaria. Y será ese argumento el que empleen para negociar con Bachelet la integración al comando.

LA RULETA DC

Es mucho lo que está en juego en el partido.  Otrora la colectividad más grande Chile, la DC ha visto en los últimos veinte años reducir sistemáticamente su peso político. Si en 1992 contaban con 1.870.000 votantes, ya han perdido un millón de adherentes y en las pasadas elecciones municipales obtuvieron 800 mil votos. En porcentaje pasaron de representar el 28,9% del electorado, al 15%, según los datos del académico de la U. Diego Portales y asesor externo de la DC, Mauricio Morales (ver gráficos).

Pero es precisamente ese 15% la manija que aún ocupan para negociar. Sin elegir un Presidente de la República de sus filas desde 1994, el poder del partido se ha focalizado en su red de alcaldes y su poderosa bancada de senadores y diputados. La que, sin embargo, también va en decadencia. En estas elecciones la estrategia fue arriesgar uno o dos cupos de senadores -hay circunscripciones donde no llevan candidatos-, pero en cambio reforzar el número de diputados, con una negociación que apunta a mantener o aumentar en dos o tres escaños sus 19 miembros en la Cámara Baja.

“Nosotros después de las primarias nos convertiremos en la niña bonita de la oposición. Si el PC puede influir con un 5% de la votación nacional, nosotros podemos hacer mucho más con un 15%”, señala un miembro de la directiva. En la misma línea, un candidato a senador del partido agrega que “hoy en la política, independientes o pequeños grupos como el PRI pueden definir una votación en el Congreso, con mayor razón una bancada fuerte” y señala que a nivel internacional la DC es un partido que se ha ido achicando desde hace años en Europa y en Latinoamérica, pero que persiste como representante del centro político.

El diseño DC hoy es operar ya no como  el partido principal a partir del cual se gestaban los grandes acuerdos país, sino como una colectividad pequeña y bisagra que hace valer sus votos en cada negociación. El presidente de la DC, Ignacio Walker, tiene otra definición: “Nosotros nunca hemos aspirado a ser un partido bisagra, sino que un partido que surja más allá de derechas e izquierdas y represente a la gente de centro. Nuestra coalición política tiene que ser una nave estibada, porque hoy día la nave se nos está desestibando hacia la izquierda. Con esta tesis del giro a la izquierda y del PC, nosotros estamos para cerciorarnos que ésta sea una alianza de centro-izquierda, no de izquierda”.

LOS FANTASMAS DE LA CAMPAÑA

En los distritos es difícil explicarles a los militantes que el candidato es Orrego y no Bachelet, afirma un diputado, respecto a las dificultades que ha tenido la DC en esta campaña,  y existe la posibilidad de que la ex presidenta arrase en las primarias o el candidato salga tercero, lo que sería el fin de las aspiraciones presidenciales del ex alcalde de Peñalolén.

En privado, varias figuras DC son críticas a la decisión de obstinarse en llevar un candidato propio. La mayor incertidumbre es la posibilidad de quedarse al margen de las definiciones programáticas de Bachelet, que ya tiene avanzadas propuestas clave en materia tributaria, educacional y constitucional, las que tiene previsto dar a conocer este sábado como un primer adelanto del programa. La DC por primera vez no tiene gente de sus filas en los equipos programáticos del principal candidato de la coalición y el temor es quedarse definitivamente fuera.

Un fantasma que materializó esta semana el presidente del PPD, Jaime Quintana, al señalar en La Tercera que “es evidente que si Bachelet obtiene un triunfo aplastante se consagra una candidatura y también su programa y sus ideas (…) si Orrego sale tercero no habrá espacio para presiones o amenazas de ningún tipo”, para luego agregar que “como en el deporte, quienes pierdan tendrán que felicitar al ganador o ganadora y no pretender imponer un programa a quien gana”. De esta forma Quintana -cuyas declaraciones no han sido corregidas por el comando de Bachelet- establecía el parámetro de que el resultado de Orrego es clave para negociar el programa de la candidata.

Su arremetida fue rechazada en la DC, donde remarcaron que la fuerza del partido no es Orrego sino su representación parlamentaria.  “Lo importante es que ocurrirá con la DC después de las primarias, cuyo resultado es bastante previsible. Nuestra fuerza al interior de la coalición está marcada por la fuerza parlamentaria, eso es lo central, no el resultado de la primaria”, señala el diputado Juan Carlos Latorre.  “Si a alguien se le llega  a ocurrir que es según los votos cuánto aportemos al programa, ¡por favor! Aquí no estamos eligiendo un presidente, estamos eligiendo un candidato que tiene que incorporar al otro sector. Un gobierno necesita un Parlamento, y si la presidenta quiere tener un puntal de verdad en la Región de O`Higgins va a necesitar a este parlamentario. Y así le va a pasar en otras partes”, afirma el jefe de bancada DC Ricardo Rincón.

El martes, Walker dio numerosas entrevistas, acusando a Quintana de “arrogancia” y “soberbia” y lo llamó a cuidar el lenguaje. Pese a la dureza, ambos senadores se encontraron esa tarde en un pasillo del piso uno del Congreso, donde Walker le palmoteó el brazo a Quintana, reprochándole: “Senador, sus declaraciones, sus declaraciones, después vamos a hablar usted y yo”.  El timonel DC confía en que parte del acuerdo de las primarias es iniciar a partir del 1 de julio una nueva campaña, donde se integre a todos los sectores.

EL PLAN ORREGO

El lunes se realizó el consejo nacional de la DC, donde el jefe de campaña de Orrego, Sergio Espejo, realizó un completo reporte sobre la necesidad de activar la máquina del partido a nivel nacional, para conseguir una alta votación. Fuentes de la directiva explican que, más allá del resultado, será clave la junta nacional que se realizará la tercera semana de julio -o primera de agosto-, en donde se votará sobre la posibilidad de integrar una coalición de gobierno en que participe el PC, idea a la que se oponen figuras históricas, como el ex diputado Gutenberg Martínez.

La directiva desechó la idea de adelantar el trabajo y tender puentes desde ya con el comando de Bachelet, porque podría malinterpretarse, sin embargo hay una fluida relación entre ambos comandos que se coordinan en aspectos como las giras nacionales o cuando hay declaraciones cruzadas entre ambos candidatos. La DC y la candidatura de Orrego han debido caminar por la cuerda floja para enfrentar el fenómeno político que es Bachelet tras su regreso. Luego de un acuerdo entre la mesa y la minoría se logró controlar las muestras de apoyo público de figuras DC a la ex presidenta. Aun así, la apuesta de Orrego es marcar sus diferencias con ella, pero sin polarizar la campaña, y eso es lo que planea hacer en el debate presidencial del lunes 10 de junio.

Desde el almuerzo que tuvieron el 21 de mayo, Orrego consiguió que los diputados se comprometieran al fin con su candidatura y están trabajando fuertemente en ello, incluidos los seguidores de la senadora Ximena Rincón o los DC-bacheletistas, como Aldo Cornejo, quien el lunes tuvo una reunión de trabajo con el candidato. Sin embargo, la situación no es igual entre los senadores, donde son contadas las excepciones de quienes han hecho campaña por Orrego. Además de Walker, el ex presidente Eduardo Frei ha agendado actividades públicas con él.

En manos de la directiva ya está un informe con estrategias para obtener una votación razonable en las primarias, donde se plantean -además del plan de traslados el día de la votación- asuntos de contenido, como centrarse en el tema de los abusos, perfilarse como el “candidato de los derechos”, ser “anti-Piñera, pero no antigobierno”, mostrar las ventajas de tener “calle” como alcalde, no centrarse en la agenda valórica, sino en los temas de salud y economía que son los que preocupan a la gente, defender la educación subvencionada y presentarse no sólo como el candidato de centro, sino que de la centroizquierda.

El plan de supervivencia

SENADORES EN RIESGO

La poderosa bancada de senadores de la DC está en riesgo. La circunscripciones del Norte las tienen perdidas hace años y recién en la IV Jorge Pizarro va  a la reelección con tranquilidad. Pero en la Metropolitana Oriente, Soledad Alvear por primera vez enfrenta competencia con el PS Carlos Montes, vinculado a Bachelet. En Santiago Poniente Alberto Undurraga díficilmente superará al PPD Guido Girardi, a menos que éste haya sufrido daño real en su imagen en los últimos años. En la VI, Juan Carlos Latorre tiene fuerza en la zona rural, pero Rancagua es bastión de Juan Pablo Letelier. La DC podría perder la VIII Región entera: Tras el retiro de Mariano Ruiz-Esquide, Hosain Sabag se cambió a su cupo a la VIII Cordillera, pero enfrenta al mediático Felipe Harboe. En Concepción el diputado José Miguel Ortiz no se anima a ir de senador y en ese cupo se ha medido con éxito a Eduardo Frei, senador que no repostulará por la región de Los Ríos donde la DC no tiene candidato. En Los Lagos, aún no se convence el diputado Gabriel Ascencio debido al fenómeno que es el PS Rabindranath Quinteros en la zona. La buena noticia es la XII, donde la diputada Carolina Goic podría conseguir un  escaño senatorial para la DC e incluso doblar.

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