Andrés Allamand / Bernardo Larraín
Se conocían hace tiempo, pero fue el año pasado cuando Andrés Allamand y Bernardo Larraín Matte estrecharon lazos. El hoy candidato y el presidente de Colbún tuvieron dos largas conversaciones en que abordaron el escenario de cara a 2013. “Él hablaba de que en esta elección iba a haber mucho más en juego que en las otras cuatro anteriores, y que había que llevarla a una cancha más política, de ideas y convicciones”, recuerda el empresario.
En el comando de Allamand aseguran que Larraín se ha posicionado como uno de los principales consejeros del candidato. El empresario ha jugado un rol clave en dos instancias: acercar a la campaña a Evópoli, plataforma de la que es uno de sus consejeros, y articular la red de independientes por Allamand. En su equipo afirman que además de su rol en el mundo empresarial, la experiencia de Larraín en instancias como Libertad y Desarrollo e Icare lo ha dotado de “mirada pública”, por lo que Allamand lo ha consultado de cara a decisiones estratégicas. “Son pocos los que influyen sobre él. Y Bernardo ha sido uno de los que se han ganado su confianza”, dice un cercano al candidato.
Entre los motivos para la sintonía está que ambos comparten un diagnóstico semejante en cuanto a la importancia de la política. “Yo he tenido una visión crítica de algunas formas como ha enfrentado la elección presidencial la centroderecha en el pasado: confiando mucho en una figura personal, o también ofreciendo básicamente una mejor gestión a los problemas de la gente”, afirma Larraín. “Hay dos proyectos país muy diferentes, y hay que contrastarlos poniendo las ideas y convicciones por delante. Andrés ha planteado eso desde el día cero y es lo que yo considero más valioso de su candidatura”.
Aun cuando intentan reunirse periódicamente, el ritmo de campaña ha hecho que el teléfono sea la vía preferida de contacto: en los encuentros, Larraín suele compartir con Allamand y otros consejeros, como Juan Andrés Fontaine y Juan Carlos Jobet. Y si bien no se espera que asuma un perfil público en caso de que el abanderado de RN le gane a Pablo Longueira, nadie duda de que seguirá ocupando un rol de confianza.
Michelle Bachelet / Estela Ortiz
Aunque su cargo formal es encargada del tema Infancia del equipo de Educación, Estela Ortiz cumple diversas funciones en el comando de Michelle Bachelet, una de sus mejores amigas y a quien conoce desde la infancia. Todos los días se pasea -y opina de todos los temas- con autoridad por la casona en calle Tegualda . El 8 de junio, por ejemplo, la ex directora de la Junji fue la anfitriona de la presentación de las áreas programáticas de la campaña en el Museo de Arte Contemporáneo. Parada en la puerta del MAC fue recibiendo uno por uno a los profesionales y técnicos y, tras el acto, abandonó el museo junto a la candidata. “Vamos, vamos, Michelle…”, le dijo a Bachelet. La educadora es una de las pocas personas que trata de tú a tú a Bachelet, y no le dice “jefa”.
Hija del ex secretario general de la dirección clandestina del PC Fernando Ortiz Letelier, Estela ingresó a las Juventudes Comunistas en 1965, a los 14 años. A mediados de los 90 renunció al partido tras no compartir la dura oposición de Gladys Marín a la Concertación.
Sin embargo, en los últimos meses ha jugado un rol importante en la decisión del PC de apoyar a Bachelet e incorporarse a la campaña. Incluso en las últimas semanas coordinó personalmente con Guillermo Teillier diversas actividades relacionadas con el caso de los tres profesores degollados en 1985 por la Dicomcar, donde su marido José Manuel Parada fue una de las víctimas.
Sus abuelos eran amigos -Máximo Jeria y el escritor Manuel Rojas, respectivamente- y trabajaron durante el régimen militar en la Fundación de Protección de la Infancia Dañada por los Estados de Emergencia (Pidee) y veranean juntas en el lago Caburgua.
En los meses previos a la llegada de Bachelet, a Ortiz se le sindicó como una de las personas que estaban hablando a nombre de Bachelet. Fue en el programa Estado Nacional de TVN donde criticó en duros términos a los líderes de la Concertación y afirmó que una eventual repostulación debería considerar reformas en materia tributaria y una nueva Constitución, marcando distancia con la arremetida de figuras como Camilo Escalona, quien había desechado la idea de una Asamblea Constituyente.
Sin embargo, hoy Ortiz no quiere seguir cargando con el rótulo de amiga de Bachelet. Siente -según ha comentado a varias personas- que tiene vuelo propio y que, de ganar Bachelet, aspira a un rol más clave que el realizado en el gobierno anterior.
José Antonio Gómez / César Parra
“Yo soy el segundo piso de José Antonio Gómez”, dice entre risas el publicista César Parra. La sentencia es literal: Parra, dueño de la firma Cumsensu, tiene su oficina en el segundo piso de la casa de calle General Bari en Providencia que alberga al comando del candidato radical. De hecho, él prestó las instalaciones que hoy ocupa la campaña del senador. “Somos una postulación de esfuerzo”, asegura.
En el Partido Radical afirman que Parra es mucho más que el creativo detrás de la campaña de Gómez. Tras más de una década de relación estrecha, se ha convertido en uno de sus principales consejeros políticos y estrategas. Además, su experiencia en campañas -ha trabajado en propaganda desde 1988 y participó de la candidatura de Alejandro Toledo en Perú- lo ha posicionado como referente en medio de un equipo mayoritariamente joven.
Parra militó en las Juventudes Radicales en los 80, donde conoció a un joven Gómez. Luego pasó al PPD y hace cinco años regresó al PR, acompañó a Gómez en su postulación a las primarias de 2009 -en que perdió con Eduardo Frei Ruiz-Tagle y vivió un recordado choque con Camilo Escalona-, y repitió ahora su experiencia. Trabaja con el candidato desde su campaña al Senado, hace ocho años.
Entre los radicales aseguran que él ha influenciado políticamente a Gómez, sobre todo en una labor: afinar su discurso enfocado en la izquierda. El publicista reconoce la cercanía: “Mi tarea es traducir en un lenguaje comunicacional lo que él trae inserto en sus valores y principios. Gómez es el compositor, y yo soy el intérprete”, explica. Ambos conversan a diario para definir la manera en que se transmiten los mensajes.
La estrategia de la campaña ha sido enfocarse en nichos específicos con mensajes concretos -como la Asamblea Constituyente o la legalización de las drogas-. Y también ha sido diseñada por Parra, quien estuvo en el camarín de Gómez en los dos debates presidenciales para aconsejarlo en los comerciales. “Casi estoy conviviendo con el candidato en estos últimos días”, señala.
El modelo se ha visto reflejado en la franja, en que Parra incluyó, por ejemplo, un breve símbolo en rechazo a las represas con el fin de captar a ese público. Para él, la estrategia silenciosa dará frutos el día de la primaria, donde afirma que Gómez tendrá un mucho mejor desempeño: “Nuestras comunicaciones para muchos pasan desapercibidas, pero es porque estamos hablándoles directamente a nuestros nichos. Tenemos un trabajo silencioso”.
Pablo Longueira / Cristián Leay
Cristián Leay y Pablo Longueira son amigos desde hace más de tres décadas, pero la noche del pasado 12 de enero fue especial. Apenas unas horas después del “no estoy disponible” ante el Consejo Nacional de la UDI con que entregó la candidatura presidencial a Laurence Golborne, el entonces ministro de Economía voló hacia Villarrica junto al ex presidente del gobierno español José María Aznar y un grupo de amigos que se contaban con los dedos de una mano. Entre ellos, Leay. Esa noche, los cercanos al hoy candidato presidencial de la UDI compartieron y bromearon con lo ocurrido, apostando que en el futuro habría una nueva oportunidad. Aunque nadie pensó que tan cerca. Y, en el caso de Leay, con un rol crucial.
El cambio de realidad se dio en apenas tres meses. Minutos después de presentar su renuncia el martes 30 de abril en La Moneda para dedicarse a su recién lanzada campaña presidencial, la primera persona con que se reunió Longueira fue con Leay, cuya oficina está en el edificio de la Fundación Chile Justo, creada hace cinco años por el abanderado de la UDI.
Él fue quien le aconsejó cómo debía armar su equipo en tiempo relámpago, recurriendo a veteranos de la campaña presidencial de 1999, y aunque le dijo que no podía incorporarse formalmente al comando por sus obligaciones, Longueira lo sumó como una pieza clave. El ex diputado se encargó, además, de la “caja”, gestionando y administrando las platas de la campaña.
Ambos estudiantes de Ingeniería se conocieron durante el gobierno militar. Mientras Leay presidió la Federación de Estudiantes de la Universidad Técnica del Estado, donde obtuvo el título de ingeniero en Minas en 1977, Longueira hizo lo propio en la Federación de Centros de Estudiantes de la Universidad de Chile.
A mediados de los 80, bajo el alero de Jaime Guzmán, ambos formaron el departamento poblacional de la UDI, compartiendo oficina en la casona de calle Livingstone, en el centro de Santiago, etapa en la que estrecharon lazos hasta ser compadres. En 1989, los dos postularon a la Cámara de Diputados, donde compartieron durante cuatro periodos.
Pese a su rol gerencial, Longueira confía mucho en su olfato político y consulta con él gran parte de sus decisiones. Aunque se preocupó de no figurar -sólo estuvo presente en los debates en TVN, y lo hizo en su rol de miembro del directorio del canal estatal-, la opinión de Leay siempre estuvo presente en los 60 días de la “campaña relámpago” del candidato de la UDI, tanto por su experiencia como por la amistad.
Claudio Orrego / Enrique García
“Chile se atreve” fue el eslogan con que Claudio Orrego sorprendió al inicio de su campaña de primarias. Ese concepto y otros, como destacar su creencia en Dios y marcar su posición, aunque ésta no fuera la más popular en otros temas valóricos, mostraron a un candidato mucho más arrojado que su imagen previa, aquella que cultivó desde la alcaldía de Peñalolén. Para muchos en el comando, ese enfoque tiene un autor intelectual: el experto comunicacional Enrique García.
El vínculo va mucho más allá de lo profesional. El candidato DC y el fundador de la consultora Sámara se conocen desde hace más de una década, cuando en 2000 Orrego dejó el Ministerio de Vivienda y se incorporó a un grupo de empresarios que se reunían periódicamente, en el que estaba García.
La amistad surgió rápido, y luego el apoyo durante los años en que el primero fue alcalde de Peñalolén y el segundo integraba el reservado grupo al que le pedía consejos comunicacionales. “Claudio es muy racional, y Enrique le ayuda a conectar con su parte emocional”, dice un cercano a Orrego sobre su rol.
La voz de García se ha hecho sentir desde el mismo lanzamiento de campaña, en marzo de 2012. Fue uno de los primeros integrantes de un comité estratégico que continúa hasta hoy, y que constantemente aconsejó a Orrego en su tránsito entre el alcalde de chaqueta y el candidato de traje formal, a veces incluso haciendo observaciones al trabajo de los equipos oficiales.
En ese período, cuentan cercanos a Orrego, García insistió en que la campaña debía resaltar el componente social y la historia que traía el candidato. Junto con aconsejarle que tuviera posiciones claras, también hubo otra sugerencia: destacar repetidamente que él es un hombre de diálogo y abierto a otras posiciones, aunque tenga las propias. Sobre todo considerando que Orrego debutaba como figura nacional y que debía presentarse ante buena parte del electorado.
“Claudio tiene que comunicar su mensaje desde lo que es, más que desde lo que hace”, es uno de los comentarios que el analista ha hecho a la forma de posicionamiento del candidato democratacristiano.
Aunque el consultor siempre se ha mantenido independiente del comando, Orrego conversa frecuentemente con él sobre la marcha de la candidatura. Y en ocasiones especiales, como los dos debates presidenciales, le pide consejos particulares. De hecho, García le planteó luego del primer debate que debía relajarse y potenciar su autenticidad.
Andrés Velasco / Pablo Halpern
“Caso cerrado. @AndresVelasco es el hombre”. La madrugada del lunes, apenas unas horas después del último debate presidencial de la oposición, Pablo Halpern escribió esa frase en su cuenta de Twitter. Era el cierre de un día donde, además, había compartido en la mañana el enlace a la entrevista del candidato en La Tercera donde éste afirmaba que quiere crear un movimiento después de las elecciones de este domingo, y retuiteó un comentario de Jorge Errázuriz en que éste señalaba lamentar que Velasco hubiera competido en las primarias y no llegara a noviembre.
El gesto fue la muestra más evidente de una cercanía que es conocida en el mundo político. Amigos en común cuentan que prácticamente no pasa un día en el año en que Andrés Velasco y Pablo Halpern no se comuniquen, ya sea por teléfono o vía correo electrónico. De ahí que durante esta campaña, este último se haya convertido en uno de los consejeros claves del candidato independiente que busca el segundo lugar en las primarias de la oposición.
Lo anterior es ratificado en el comando de Velasco. Sin embargo, públicamente niegan cualquier colaboración del ex jefe de la Secom en la campaña. Identificado con la derrota presidencial de Eduardo Frei en la pasada elección presidencial, Halpern ha evitado cualquier acercamiento público a su amigo en campaña. Incluso, las reiteradas veces en que ha estado en Chile últimamente -vive parte del tiempo en Washington D.C., Estados Unidos- ni siquiera ha visitado el comando.
La amistad de ambos data de cuando ingresaron a kínder al colegio The Grange School a los cinco años, en la década de 1960. Ambos compartieron momentos complicados, como el golpe militar, que finalmente obligó a la familia de Velasco a irse del país. Se reencontraron en Estados Unidos, donde continuaron sus estudios, y durante la recuperación de la democracia -pese a que nunca ingresaron a ningún partido- colaboraron en los primeros gobiernos de la Concertación.
Cercanos a Halpern señalan que ha tratado de ser consecuente con la promesa hecha tras su polémica salida del comando de Frei en 2009: no volver a trabajar en política. De hecho, durante sus últimos cuatro años ha dedicado gran parte de su tiempo a la producción de obras teatrales.
Por eso, la relación entre ambos es directa y los consejos han sido personales. Si bien nunca tuvo un cargo e incluso su nombre no fue mencionado en el comando, quienes conocen a Halpern y Velasco afirman que ambos conversan de todos los temas. Y que eso incluye la candidatura que este domingo enfrenta su prueba de fuego.